Es una práctica en la que a través de procesos hormonales y químicos se induce la lactancia en vacas infértiles, con el objetivo de lograr no solo la producción de leche sino trabajar y recuperar animales con problemas reproductivos.   La lactoinducción es justificable desde el punto de vista económico y de producción. Dicho proceso se ha venido implementando en el país durante los últimos años, especialmente en las sabanas de Bogotá. (Lea: Lactoinducción permite recuperar animales considerados 'problema')   Cesar Augusto Gómez Velásquez, médico veterinario, magíster en reproducción animal y docente de la Universidad de la Salle, explicó en días pasados que ese proceso se refiere a la inducción artificial de una lactancia. Agregó que ese proceso se produce después de un parto, donde hay un juego hormonal durante la gestación entre progesterona y estrógeno.   El médico veterinario señaló que en algunas ganaderías de leche hay vacas que son genéticamente muy buenas, pero que por diferentes razones llegan al final de la lactación sin lograr una gestación; es decir, vacías. En su opinión, esas hembras se convierten en problemas para el hato porque tienen muchos días abiertos y eso representa importantes pérdidas económicas.   Para Michael Rúa Franco, zootecnista, especialista en nutrición animal y experto en ganadería racional y ecológica, este método tiene algunas desventajas y es que los animales tienden a acostumbrarse a la inducción, por lo que al retirarla del hato las hembras no dan la misma cantidad de leche, hecho que genera pérdidas. (Lea: Conozca en qué consiste el pico de lactancia de las vacas)   Agregó que la fisiología de la lactancia indica que la producción de leche se da por inducción hormonal natural de la glándula mamaria (la hormona de la lactación natural que produce el cerebro y se llama lactotropina).   “Una vaca que se seca sin preñar, por ‘buena’ que parezca no lo es. Si se hace el cálculo de cuántos litros al año produce, el ganadero se da cuenta que no vale la pena mantenerla y menos usando la lactoinducción”, expuso.   En tanto, Álvaro Molina Cabal, ganadero ubicado en el occidente del país, aseveró que ese método no generó ningún tipo de beneficio al interior de su explotación, al contrario, afectó la reproducción de las hembras, los días abiertos aumentaron considerablemente y los indicadores históricos se vieron seriamente afectados. (Lea: Transición de la vaca seca a lactante, periodo de sumo cuidado)   “El hecho de que las vacas den leche genera cierta tranquilidad entre los administradores, pero esa confianza es que la posteriormente permite que se presenten animales con muchos problemas reproductivos. Por eso es clave que se haga un seguimiento permanente al comportamiento del hato”, añadió.   Finalmente, John Pérez Rivera, ganadero ubicado en Antioquia, aseveró que en algunas ganaderías de leche implementan en su sistema el manejo de un medicamento que es una lactropina que se aplica 60 días después del parto, pero que requiere refuerzos cada 14 días. Su suspensión debe hacerse 30 días antes de la fecha del secado que se estima en el sexto mes de gestación.   “Antes de implementarla en una unidad de producción, debe haber una excelente disponibilidad de forraje verde tanto en cantidad y calidad, así como un buen manejo del hato. También se hace la lactoinducción, pero es en casos determinados y dependiendo de la necesidad”, argumentó. (Lea: 5 acciones para incrementar la producción de leche en su hato)   Gómez Velásquez remató diciendo que cuando hay animales que se someten a ese método, la única solución no es eliminarlos o descartarlos, sino que la idea sería mantenerlos en el hato produciendo leche para que más adelante se pueda trabajar en solucionar los problemas reproductivos.