Para Alison Van Eenennaam, genetista animal de la Universidad de California en Davis, la reproducción de ejemplares bovinos más eficientes podría ser una de las claves para reducir la huella ecológica de la ganadería, que obtienen con biotecnologías reproductivas avanzadas como la clonación.
Según la experta citada por el portal Genetic Literacy Project, el número de vacas lecheras en Estados Unidos pasó de cerca de 25 millones en los años 40 a alrededor de 9 millones en 2007, en tanto que la producción de leche aumentó en casi un 60 por ciento.
Van Eenennaam atribuyó este aumento de productividad a la selección genética, argumentando que la huella ambiental asociada a un vaso de leche hoy en día es un tercio de lo que era en la década de 1940. (Lea: Mejoramiento genético debe tener en cuenta el cambio climático)
"Todo lo que pueda hacer para acelerar la tasa de reproducción convencional reducirá la huella ambiental de un vaso de leche o una libra de carne", afirmó la experta, añadiendo que no se necesita tener conocimientos avanzados para comprobar esta realidad.
De este modo, las herramientas modernas de edición de genes pueden impulsar esa aceleración. Al hacer cortes precisos en el ADN, los genetistas insertan o eliminan genes naturales asociados con rasgos específicos. De hecho, algunos expertos insisten en que la edición genética puede desencadenar una nueva revolución alimentaria.
Jon Oatley, biólogo reproductivo de la Universidad Estatal de Washington, quiere usar Crispr-Cas9 para ajustar el código genético de toros resistentes, resistentes a enfermedades y tolerantes al calor que han sido criados para desarrollarse en el campo abierto.
Al deshabilitar un gen llamado NANOS2, manifestó que su objetivo es "eliminar la capacidad de un toro de producir su propio esperma", convirtiendo al macho en un receptor de células madre productoras de esperma de animales más productivos.
Estos toros sustitutos, equipados con esperma de toros preciados, serían luego liberados en manadas que están genéticamente aisladas y de difícil acceso, con lo cual los genes “premium” se transmitirán a su descendencia.
Además, los toros sustitutos permitirían a los ganaderos introducir las características deseadas sin tener que llevar todo su ganado a un solo potrero para inseminar las vacas. (Lea: En 2020 se cumplen 30 años de la modificación genética en bovinos)
El experto prevé que los toros genéticamente modificados sirvan a rebaños en regiones tropicales como Brasil, uno de los mayores exportadores de carne y hogar de alrededor de 200 millones de las aproximadamente 1500 millones de cabezas de ganado en el mundo.
Estos hatos están dominados por Nelore, una raza resistente que carece de la carcasa y la calidad de la carne de razas como Angus, pero que puede soportar altas temperaturas y humedad. (Lea: Genética y ambiente predicen el comportamiento productivo del animal)
Si un ganadero pone un toro Angus a pastar en el trópico bajo, "probablemente va a durar tal vez un mes antes de sucumbir al medio ambiente", indicó Oatley, mientras que un toro Nelore que lleva esperma de Angus no tendría problemas con el clima.
El objetivo es introducir genes de toros más robustos en estos rebaños menos eficientes, aumentando su productividad y disminuyendo su impacto general en el medio ambiente. “Tenemos recursos cada vez más reducidos”, dijo, por lo cual se requieren nuevas estrategias para hacer que esos recursos limitados duren.
Aunque el ganado modificado genéticamente aún no ha recibido la aprobación para el consumo humano, estos investigadores sostienen que las herramientas como Crispr-Cas9 podrían mejorar las prácticas convencionales y crear vacas que sean más sanas, carnosas y menos perjudiciales para el medio ambiente.