Los rumiantes, como es el caso de los bovinos, tienen una particularidad muy importante que lo hace distinto a otras especies y es que su digestión se basa en la fermentación del forraje.
Lo que hace es que a través de microorganismos degradan el forraje, el nitrato de carbono que para otras especies sería muy difícil, como es el caso de la hemicelulosa, la celulosa y la pectina y eso lo aprovechan a través de energía, según un video de Rossvelt. Vet.
Por eso es de suma importancia hacer una evaluación periódica a estos animales. El rumen se ubica al lado izquierdo del animal por lo que es en esa parte que se debe ubicar la persona que lo va a evaluar y como base se tiene que tener en cuenta la última costilla.
A través de palpación se puede ubicar la última costilla, pero también hay que considerar las vértebras, las apófisis transversales y el hueso de la cadera o coxal. Allí se forma como un triángulo y la forma de evaluar es empujar hacia adentro con el puño. Para saber que el rumen funciona de manera normal tiene que tener una frecuencia de tres movimientos cada dos minutos.
Es importante tener la misma fuerza desde el inicio hasta el final para poder notar los movimientos ruminales.
Si la frecuencia es mayor puede ser una señal de que la vaca está sufriendo de una enteritis, está aumentando el peristaltismo, lo cual puede producir la diarrea, ya sea por distintos factores como puede ser parásitos, bacterias e incluso virus. (Lea en CONtexto ganadero: El rumen, motor de la digestión en los bovinos)
Así mismo, si al hacer la evaluación no se encuentran movimientos ruminales, podría suceder que la vaca está sufriendo de una atomía ruminal, debido a varios factores como el cambio de la alimentación
Medidas preventivas
Las medidas adoptadas para evitar las alteraciones en la rumia deben ser múltiples. En general, se debe tratar de prevenir todas las alteraciones porque afectan la producción y pueden llevar al animal a la muerte, de acuerdo con una nota del portal veterinariadigital.com
Entre dichas medidas está la limpieza de potreros. Las instalaciones donde se alojan a los rumiantes deben permanecer totalmente limpias. Hay que tener cuidado con los residuos plásticos, cortopunzantes, basuras y otro tipo de materiales que puedan ser ingeridos por los rumiantes.
Evitar cambios bruscos en la dieta. Este tipo de eventos favorecen el desequilibrio bioquímico del proceso de fermentación en el rumen. Los cambios de dieta se deben hacer paulatinamente.
Evitar exceso de carbohidratos de fácil digestión. Hay que procurar dar las cantidades exactas y necesarias de carbohidratos en la dieta de los rumiantes. Alimentos como frutas y el mismo grano del pienso deben darse con precaución para evitar el exceso de carbohidratos. Estas sustancias son las que desencadenan la acidosis ruminal. (Lea en CONtexto ganadero: El ganado también sufre de acidosis, conozca cómo controlarla)
Salud del hato. Se recomienda que las granjas de rumiantes manejen un programa de salud de hato que garantice el mejor estado de los animales. Algunas de las alteraciones de la rumia son consecuencia de trastornos de otros órganos o sistemas y deben prevenirse.
Uso de probióticos. Se ha comprobado que agregar aceites esenciales o levaduras en la dieta tiene un efecto protector frente a alteraciones de la rumia.
Estimulantes de la rumia. Hay disponibles productos que favorecen el desarrollo rápido de la microbiota del rumen en los periodos críticos para el sistema digestivo (destete, cambio de dieta) y facilitan la digestión de los componentes más importantes del alimento.