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Foto: Cortesía.

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24 bovinos en 2 hectáreas, posible con sistema rotacional de domos

por: - 31 de Diciembre 1969

Un médico y cirujano paisa, que dice “arañar la agronomía, la zootecnica y la veterinaria”, rota sus 24 animales en 2 hectáreas, ahorra agua lluvia y produce forrajes sin necesidad de usar químicos. Usted también puede hacerlo.

Un médico y cirujano paisa, que dice “arañar la agronomía, la zootecnica y la veterinaria”, rota sus 24 animales en 2 hectáreas, ahorra agua lluvia y produce forrajes sin necesidad de usar químicos. Usted también puede hacerlo.​   Carlos Valencia vive en el municipio de Turbo, Antioquia. Allí, una parte de su predio está ubicado en un humedal. En este tipo de espacios, como cuenta el ganadero, una especie forrajera no tiene oportunidades de generar biomasa, además, esas praderas no tiene altas cualidades nutritivas. “Así no hay explotación que funcione. Tenemos tierras fértiles, lo que pasa es por el hecho de mantenerse encharcadas no permiten que las especies, que son de alta producción, se puedan arraigar porque se ahogan las raíces”.   En ese sentido, el ganadero se cuestionaba cómo aprovechar el agua lluvia, “porque estamos desperdiciando los beneficios ambientales que tiene la zona”. En esta parte del país caen 3.000 milímetros de lluvia al año, lo que no hace necesario el establecimiento de sistemas de riego que contribuyan con el crecimiento del pasto. (Lea: Analice el suelo de su finca a un precio cómodo y sin complicaciones)   Adicional a lo anterior, otra de las ventajas que tiene el ganadero en esta región del país son los suelos arcillosos. Eso quiere decir que almacena en el corte que se hace en el terreno (perfil) el agua que cae. “Eso nos permite que los abonos perduren por más tiempo, es decir que los nutrientes no se van a lixivizan rápidamente. También nos permite guardar un gran aguacero hasta por un mes, en cambio en otros lugares en donde la tierra es franco-arenosa, el líquido que cae se pierde por infiltración”.   El paso siguiente fue la realización de unas ondulaciones en el terreno, con la ayuda de una retroexcavadora. “Tengo conocimiento de que eso ya lo habían hecho los indios zenúes en el Valle del Sinú, con el fin de aumentar la cantidad de especies botánicas para su alimentación  y así mitigar los efectos de las grandes inundaciones. Ellos lograban hacer cultivos en esas zonas que estaban empantanadas y notaron que en esos lugares habían más plantas que en espacios de llanura y cuando el agua bajaba podían empezar a usar las partes que se secaban”, agregó el ganadero. (Lea: 5 beneficios de sembrar leucaena en predios ganaderos)   Sin embargo, para el caso del productor bovino, uno de los problemas que debe afrontar es la presencia de pododermatitis en las pezuñas del ganado. “Por eso hacemos varias cosas: aprovechamos los beneficios ambientales, bajamos el nivel freático (de las aguas) en algunas zonas, pero el líquido sigue siendo absorbido en el terreno, porque lo que nos interesa es almacenarlo en en el perfil, para cuando no dispongamos de las lluvias”.   Entonces, el paso a seguir fue buscar una planta que fuese más productiva que cualquier otra, de tal manera que se llegue a usar hasta 75 centímetros de profundidad en la tierra. “La finca creció hasta 10 veces en profundidad y puede resistir hasta 2 meses en verano porque las plantas logran llegar con sus raíces más abajo”.   (Foto: Joel Berrío)   Así surge el sistema de domos o terraplenes   Todo nació con el sistema rotacional de praderas, propuesto por el ingeniero agrónomo André Voisin hace 65 años, el cual sirve para que las plantas mantengan sus nutrientes y no sean agredidas. “Cuando las vacas están en un potrero máximo 2 días, los forrajes sufren tan poca agresión que ellas mismas empiezan a hacer la fotosíntesis , sin recurrir a sus reservas, de lo contrario, es como pasarle un rastrillo a la piel cada vez que inicia su cicatrización, se pierde todo el trabajo. Si se hacen pastoreos largos en un solo sitio, terminamos gastándonos la plata que obtuvimos en la producción de carne y la invertimos en químicos y haciendo chapeos”, afirmó Valencia. (Lea: 3 consejos para hacer de la ganadería una actividad sostenible)   Luego vino la construcción del domo, que consiste en ubicar en 2 hectáreas, "policías acostados", dijo el productor, de 18 metros de ancho por 1 y medio de alto. Lo que impide que los animales vuelvan a pastorear en donde ya lo hicieron.   “Pueden ser los potreros que se necesiten, dependiendo de la especie forrajera que se haya sembrado, hay unas que crecen muy rápido, mientras que hay otras que tardan más tiempo. Cada especie requiere su número de domos para lograr que las vacas se coman ese pasto en un día y al día siguiente pasen a otro potrero, de tal manera que la pradera es agredida una sola vez y tiene 21 días de descanso”, explicó el productor bovino, quien añadió que en esas 2 hectáreas tiene 24 animales de varias edades, por circunstancias económicas. (Lea: Estas son las claves para elaborar un proyecto productivo)   A futuro espera tener un módulo con 22 potreros para las terneras, otro para las madres gestantes, otro para los animales de levante y mediano tamaño que están destetados. "Estoy avanzando poco a poco y estoy cumpliendo con el objetivo: tener mínimo 10 animales en esos espacios de 1.800 metros cuadrados (100 X 18)".   El secreto para que el potrero resista esa cantidad de animales, se llama Guinea Mombasa, la cual tiene una capacidad de producir 2 kilos útiles por metro cuadrado, según los datos del ganadero paisa. Es decir, tiene 3.600 kilos, los cuales son consumidos por los bovinos en un día.   “Una de las ventajas es que ese pasto tiene es que resiste al paso de los animales sin ensuciarse, en otras palabras, mis pérdidas se minimizan, porque adicional a ello, yo les dejo un espacio aparte para que ellos descansen, simplemente porque ellos no comen en donde han descansado o han defecado. El potrero es un restaurante”, afirmó el ganadero. (Lea: Sistemas de riego: aliados estratégicos para la ganadería)   Otra virtud del sistema, y del pasto, como lo indicó Valencia, la no necesidad de matamalezas. “La planta no siente que la afectaron, echa sus hojas y no hay maleza que la ataque, porque su competencia es tan exhuberante que ninguna (maleza) puede competir con ella. No se usa ningún químico, si debo hacerlo, lo hago, pero no lo necesito. Si un ganadero de escasos recursos implementara este sistema en 3 hectáreas, como mínimo, fácilmente en un mes estaría ganando entre 5 y 7 salarios mínimos legales vigentes, al mes, es decir, que podría enviar s sus hijos a estudiar y alimentarlos sin ningún problema. Eso rompe el paradigma de que solo se puede ser eficiente en la ganadería en grandes extensiones”.