Atravesar guayas, esperar durante horas para que baje el nivel de los ríos, alzar las motos para evitar daños o cruzar caminos anegados, de hasta 300 metros, donde solo queda visible la cabeza del animal y del vacunado, son algunas de las pericias que deben realizar estos profesionales para cumplir con el primer ciclo de vacunación.
La actividad desarrollada por un vacunador es realmente titánica. Más aún cuando el área asignada es inundable, carece de infraestructura pecuaria y vías de acceso.