Imagínese a un hombre alto, de piel blanca, con los ojos claros, la postura fuerte y viviendo en Francia en el momento más crudo de la Segunda Guerra Mundial. Este muchacho pudo escoger el camino de las armas, también tuvo la posibilidad de quedarse en las alamedas francesas, elegir cualquier país del viejo continente para dedicarse a lo que apasionaba; sin embargo, Roger Ways prefirió la carne y sus secretos que las balas, lo sedujo más la posibilidad de venir a Colombia que la de quedarse en Europa y hoy en día, a sus 84 años, parece que hizo la apuesta correcta.
Roger Ways dejó su país natal, viajó a Colombia en diferentes ciudades y luego, en 1971, fundó La Parisienne. Allí, en este establecimiento creado con sus ahorros y los de su esposa, Elina Orozco, escribió la segunda parte de su historia, ese cuento lleno de aventuras y decisiones. Un camino largo que siempre tuvo como guía la carne. La protagonista de su vida.