En Lima, tierra de cebiches y tiraditos, el chef Renzo Garibaldi se atrevió a abrir Osso, una carnicería y charcutería que pasó de ser un secreto guardado a un local de éxito en tan solo 11 meses.
Renzo Garibaldi es enorme. Mide 1.90 m de estatura y parece un leñador que acaba de salir de su labor. Jeans, camisa a cuadros, bigote poblado y gorra son parte de su vestuario cotidiano. Pero un cinturón de cuero con cuchillos lo delata como carnicero, así como su acento limeño revela su nacionalidad. Lejos del lugar común, es afable, tierno, tímido, como para no temerle a pesar de sus afiladas herramientas.