Su cercanía con el campo lo condujo a pensar, desde pequeño, en involucrarse en alguna actividad relacionada, pero lejos estaba de imaginarse que se convertiría en martillo, un trabajo en el que utilizando dicho objeto se encargaría de vender objetos en subastas, pero de hacerlo con tal pasión, con una dedicación tan única e imprimiéndole tal dignidad y cariño que su nombre es hoy un referente obligado en la materia.