Si se cumple a cabalidad con el encadenamiento riguroso en cada paso del proceso, se le garantiza al consumidor que el producto que recibe se ha mantenido inocuo durante la producción, transporte, almacenamiento y venta dentro de un rango de temperatura óptimo.
Los productos lácteos son alimentos que sin lugar a dudas contienen riquezas nutricionales, aportan significativamente al crecimiento del ser humano y al cuidado del sistema digestivo; por esta razón, se debe tratar siempre de forma meticulosa buscando conservar en todo momento las cualidades que le son propias y que lo han convertido en un referente obligado de la canasta familiar, en esto la cadena de frío es lo más importante y por ello no debe romperse.