Esa continuidad de la sequía viene generando una serie de escenas lamentables en las diversas ganaderías de departamentos como Cesar. Ante la falta de agua y comida, los semovientes van cayendo como las fichas de dominó: uno tras otro van muriendo. Así al menos lo expresa Hernando Villarreal, un ganadero cesarense de 64 años, quien narró con lujo de detalles cómo empezaron a morirse sus vacas, toros y reses preñadas. La muerte no distinguió sexo, edad, ni costo. El esfuerzo de Villarreal y el médico veterinario que trabaja en la finca ubicada en la vereda de Verdecia, en cercanías a La Paz, fue inútil.