Su bravura lo caracteriza. Sus cuernos grandes y su cuerpo, que parecen una locomotora, inspiran respeto, en algunos casos miedo, en otros valentía. El Toro de Lidia, que desciende del uro o toro salvaje de la Edad Media, hoy da a conocer sus cualidades físicas en corridas o encierros, pero para que un animal de este tipo logre generar esas emociones en un espectáculo taurino, primero se deben tener en cuenta temas de crianza y alimentación, con el fin de dar continuidad a una tradición centenaria.