A Olinda Daza no se le quiebra la voz y las lágrimas ya no le corren por sus mejillas cuando cuenta la historia, su rabia ha ido menguando con el paso de los años, pero estos no han logrado que disminuya la templanza de su carácter.
A Olinda Daza no se le quiebra la voz y las lágrimas ya no le corren por sus mejillas cuando cuenta la historia, su rabia ha ido menguando con el paso de los años, pero estos no han logrado que disminuya la templanza de su carácter.
A Olinda Daza no se le quiebra la voz y las lágrimas ya no le corren por sus mejillas cuando cuenta la historia, su rabia ha ido menguando con el paso de los años, pero estos no han logrado que disminuya la templanza de su carácter.