Pablo Ríos Vera toma entre sus manos la mazorca más grande de cacao que tiene en su cultivo mientras sonríe y dice que convertir este producto orgánico en una chocolatina le tomó tres años, además de convencer a los 98 productores que tenía agremiados la Asociación de Cacao de Algeciras Aprocal, quienes en su mayoría superaban los 60 años y toda su vida habían cultivado fertilizando con químicos.
“Uno no se vuelve orgánico de la noche a la mañana. Hay un periodo que se llama de transición, es decir, que pasamos de ser productor convencional a orgánico y en ese periodo de tres años no hay un sobreprecio de ese producto, siendo lo más difícil para todos”, explicó Pablo Ríos agricultor y productor de cacao.
Sin embargo, el esfuerzo les ha permitido a 98 familias de 12 veredas de Algeciras llegar a unos mercados europeos y tener en la actualidad una chocolatina en Suiza.
Trabajo articulado con los productores
Y todo empieza con un trabajo conjunto entre la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena – CAM, la Gobernación del Huila y la Cámara de Comercio del Huila, que en el 2018 crearon el proyecto de fortalecimiento al sector cacaotero mediante la implementación de sistemas orgánicos para la obtención de sellos.
“Con el fin de darle un valor agregado al cacao y que los productores accedieran a nuevos mercados (Estados Unidos y Europa), así como crear conciencia sobre los beneficios de trabajar este tipo de tecnologías, que permiten que haya un equilibrio en los ecosistemas y se pueda conservar el recurso natural presente en cada unidad productiva, se creó el proyecto”, indicó Michael Falla, profesional de apoyo para el seguimiento a inversiones a sectores productivos de la CAM.
El profesional explicó que el proyecto contempló por parte de la corporación ambiental el suministro de insumos biológicos para el control de plagas y nutricionales que requería la planta. Por parte de la Gobernación del Huila los algecireños recibieron apoyo técnico y acompañamiento durante el proceso de implementación. A su vez la Cámara de Comercio brindó apoyo en la gestión del certificado y el inicio para el trámite y la obtención del sello.
“Como resultado hay una mejora económica porque se reducen costos por agroinsumo, ambientales porque no se está contaminando con agroquímicos y sociales porque permite que los trabajadores y las familias no se vean expuestos a este tipo de productos”, aseguró Falla.
En este sentido, el integrante de Aprocal, indicó que la articulación con las instituciones y el sector productivo ha sido sostenible tanto para los ecosistemas como para la comunidad.
Buenas prácticas amigables con la naturaleza
El proyecto que inició en 2018 contemplaba a productores de Tello, Campoalegre, Rivera y Algeciras; sin embargo, solo 26 productores de cacao de Algeciras cumplieron los requisitos del sello de producción orgánica, quienes ya adelantaban una reconversión dentro de sus unidades productivas.
Esto no fue impedimento para que más cacaocultores se unieran a esta iniciativa. Es el caso de Alexander González Moyano, propietario del Rancho Abellón en la vereda Santa Lucía en Algeciras, quien tiene en su finca desde hace 14 meses 4000 palos de cacao y 4000 matas de banano, producida con insecticidas y herbicidas orgánicos, para mejorar el ambiente y bajar costos.
“Decidimos trabajar orgánicamente y conservar la naturaleza con microorganismos e insecticidas de extracto como ajos, ají y tabaco, con los que acabamos plagas, siendo además beneficioso para el bolsillo porque los fertilizantes han sido muy económicos”, explicó el agricultor quien además agregó que la idea de integrar este proceso orgánico es conseguir los sellos para vender el cacao a un mejor precio.
“La idea mía es no vender este cacao en pepa sino ya procesado para darle un valor agregado”, puntualizó el cacaocultor.
Finalmente, el profesional de la CAM indicó que la entidad siempre apoyará al productor para que desarrolle buenas prácticas agropecuarias y amigables con el medio ambiente.
“Invitamos a los productores de cacao que conozcan este tipo de iniciativas y los fomenten en sus predios e incorporen este tipo de tecnologías a sus unidades productivas para que puedan obtener beneficios económicos, sociales y ambientales y así exista un verdadero desarrollo sostenible”, finalizó Michael Falla.