A partir de los casos de 3 productores afectados por el fenómeno de La Niña en 2010 que casi lo vuelven a perder todo por sus deudas con la entidad, CONtexto ganadero analiza la problemática del financiamiento en el sector agropecuario. Con el fin de ilustrar el desencanto y la falta de interés de los productores a la hora de solicitar créditos, especialmente en el Banco Agrario, decidimos consultar a 3 ganaderos que tuvieron el mismo problema con esta entidad. Los 3 fueron víctimas de la ola invernal de 2010, que provocó una de las tragedias más graves de la historia reciente y afectó especialmente a los trabajadores rurales, por lo cual pidieron un crédito para recuperarse. Sin embargo, la obligación creció tanto que por poco vuelven a perderlo todo, aunque esta vez no por culpa de las lluvias. Damnificados por el invierno y por el Banco Agrario Los campesinos de gran parte de Colombia no podrán olvidar aquel fatídico invierno de finales de 2010, cuando las lluvias de proporción bíblica les arrebataron de un solo tajo todo el esfuerzo que durante tantos años depositaron en sus fincas. Las fuertes lluvias provocaron el desbordamiento de varios afluentes, pero no cabe duda que la ruptura del canal del Dique fue uno de los eventos más graves de aquella época, pues las aguas se extendieron y cubrieron medio departamento del Atlántico. Hace unas semanas, CONtexto ganadero dio a conocer los testimonios de 2 productores de esta región, damnificados por esta catástrofe, que acordaron un crédito con el Banco Agrario para recuperarse. (Lea: “Créditos del Banco Agrario no se ajustan a nuestro sector”: ganaderos) Por ejemplo, Sebastián Latorre* vendió su predio y trasladó su negocio a otra finca para pagar la acreencia que había contraído con la entidad, pues estaba destinando todas sus ganancias a cumplir con sus obligaciones bancarias y no quedaba nada para sus gastos habituales. “Cuando la ola invernal, yo tenía 2 créditos. Me refinanciaron el que menos debía y me dejaron el más alto, que era de infraestructura. Me quedaron unas cuotas anuales bárbaras, prácticamente le estaba trabajando al banco”, contó. El ganadero empezó a perder dinero porque el mercado de bovinos se estancó. Como sus animales dejaron de ganar peso por el estrés del invierno y las vías se volvieron lodazales, no pudo venderlos al precio que había calculado y no pudo pagar el primer préstamo a tiempo. En consecuencia, el Banco Agrario no le refinanció el segundo crédito, que había solicitado para adecuar y mejorar las instalaciones de su predio. No obstante, para Latorre era insuficiente el plazo de 5 años que le ofreció la entidad bancaria, por lo cual solicitó una ampliación de 10 años. Hizo la solicitud en una sucursal de Barranquilla, que le respondió que solo podía aumentar a 8 años. Los documentos fueron enviados a la oficina central en Bogotá, que rechazó cualquier posibilidad de alargar el pago. “Tuve que reestructurar la deuda pero no podía con los intereses tan altos. Entonces preferí vender y llevar mi ganadería a otro lado. Gracias a Dios ya pagué todo aunque todavía no me han levantado la hipoteca”, aseguró. Un caso similar vivió el ganadero Daniel Medina*, quien a diferencia de Latorre, no pagó altos intereses porque es profesional en Derecho y, conociendo de normas, advirtió que se acogería a Ley de Insolvencia, por lo cual pudo reestructurar su deuda. “Yo solicité un crédito en el 2009, y al año siguiente se desbordó el Canal del Dique. La inundación llegó hasta mi terreno, ocasionando un grave daño ambiental, lo que impidió que pudiera cumplir con las condiciones del crédito. Sin embargo, cada quien hizo sus esfuerzos y alcanzamos a pagar algunas cuotas, hasta que no pudimos porque estos créditos no están acorde con el sistema de producción de nuestro negocio”, reveló Medina. En 2016, CONtexto ganadero conoció el caso de Luis Antonio Garzón, productor de La Guajira que recibió un préstamo inicial de $56 millones en 2011 para recuperarse de los estragos causados por la ola invernal. (Lea: 3 historias sobre malas experiencias con entidades financieras del sector) Sumando los intereses y la refinanciación, finalmente tuvo que pagar $70 millones en un plazo de 5 años. Hoy por hoy, luego de muchos esfuerzos, pudo terminar de pagar el crédito, aunque no deja de expresar su descontento con la entidad. “El Banco Agrario maneja políticas que son muy distantes de la realidad del ganadero. (…) Es una entidad obsoleta, que le pone mucha traba al que más lo necesita. En estos días, estaba hablando con un campesino que me dijo que se gastó $250 mil haciendo vueltas y buscando contador porque le dijeron que le iban a prestar una plata para siembra, y a los 15 días me dijeron que no me podían prestar. Ese es el Banco Agrario”, declaró. “Banco Agrario no se ajusta a la realidad del sector” A raíz de esta situación y de las dificultades que ha vivido por los cambios climáticos en el departamento, Garzón ha pensado seriamente en renunciar al negocio, pues no ve el apoyo para continuar en el sector ganadero. De hecho, los 3 productores consultados coincidieron en que el Banco Agrario no tiene en cuenta ni los tiempos de producción del sector, ni las eventualidades ajenas al campesino que pueden provocar graves pérdidas. “Por ejemplo, se presentan contingencias de tipo ambiental como esas, pero en el banco no tienen ninguna consideración con el cliente. Piden una garantía real y tratan de presionar para que uno les pague, mientras que a otros clientes les dan prerrogativas, aunque no están dedicados al agro”, sostuvo Medina. Los 3 afirmaron que, en lo posible, no volverían a solicitar ningún producto al Banco Agrario. Aun así, Garzón indicó que él ha intentado solicitar otros préstamos por los bajos intereses que ofrece la entidad, aun más cuando los recursos salen de líneas de crédito de Finagro. “Yo hice intentos para pedir un crédito de retención de vientres y me salió primero con el BBVA que con ellos. Pero los bancos comerciales son muy caros”, dijo. (Lea: Problemas que enfrentan ganaderos al solicitar créditos del Banco Agrario) Los créditos no van a los pequeños y medianos productores Michael Rua Franco, gerente de Cultura Empresarial Ganadera, CEG, ha cuestionado fuertemente los créditos agropecuarios en el país, tanto de los recursos del Gobierno que pone a través de Finagro, como de las entidades del sector financiero, incluido el Banco Agrario. El experto señaló que existen fallas del modelo de producción ganadera en el país porque está basado en la adquisición de insumos y maquinarias de alto costo, por lo cual el campesino debe producir el doble para pagar estos gastos y además, el crédito. “El ganadero, además de los costos que debe cumplir para ser eficiente y rentable, se le suma el costo de los intereses del crédito. Sin el préstamo, ya tenía una responsabilidad que son los impuestos, los servicios, la mano de obra, los insumos, entre otros”, precisó. Sin embargo, Rua Franco evidenció un problema mucho más grave: los créditos están diseñados para los productores de más recursos y no para las personas que realmente los necesitan. (Lea: Productores víctimas de violencia denuncian indolencia del Gobierno) “El crédito está hecho para la gente que no tiene necesidad del dinero, porque no lo pide para salir de pobre sino para mejorar el nivel de productividad. En cambio, si yo me presento como pobre ante el banco, me dice que no tengo capacidad de endeudamiento y no me puede prestar el dinero”, manifestó. Las cifras del mismo Ministerio de Agricultura confirman este fenómeno, pues un informe publicado hace pocos días evidenció que de los $2,2 billones prestados en los 2 primeros meses de 2018, el 34,2% fue para pequeños y medianos productores ($762.925 millones) y el 65,7% para grandes productores ($1,4 billones). De otro lado, según el Censo Nacional Agropecuario, el 16,3% de los productores residentes solicitaron un crédito para el desarrollo de sus actividades, contra un 83,7%. Aun así, cabe señalar que el 63,3% de las solicitudes son realizadas por pequeños productores. En términos generales, tal como lo expuso el gerente de CEG, los créditos van destinados, en su orden, a la compra de insumos (36,9%), compra de animales (16%), pago de mano de obra (14,8%), otros destinos (13,5%), instalación de cultivo (11,4%), compra de maquinaria (4,8%) y compra de tierras (2,6%). Para el gerente de CEG, el objetivo del crédito debería mejorar las condiciones de quien realmente lo necesita, de lograr mejorar la productividad de estas personas. Aun así, de acuerdo con El Espectador, investigadores del Banco de la República concluyeron que los campesinos son grandes clientes para el sistema mas no reciben una oferta adecuada o suficiente. Por esta razón, productores como Latorre y Medina han señalado que el Banco Agrario debería ajustarse a la realidad del sector rural. Latorre explicó que hay otras entidades que ofrecen más facilidades, como una tarjeta de crédito agropecuaria donde el pago es semestral o anual. “Son productos diseñados de verdad para las necesidades de los ganaderos. (En cambio), el Banco Agrario ofrece cosas que parece que no conocieran la realidad del campo”, declaró Latorre. *Nombres cambiados a petición de las fuentes.