Los comercializadores de leche en Colombia son quienes más ganan con la venta del líquido y sin incurrir en riesgo o inversión alguna. Voces del sector consideran que debe haber un esfuerzo de su parte de cara a fomentar el consumo. La industria le paga a un ganadero un promedio $900 por cada litro de leche, un valor que corresponde al 60 % de sus costos, el resto se va en procesos de pasteurización, higienización, empaques, entre otros, lo que eleva el valor a $1.600 en planta, y llevarlo al punto de venta lo eleva hasta los $2.100, lo que quiere decir que quienes la comercializan ganan un margen de casi $1.500. Ganaderos e industriales coinciden en que dicho margen de ganancia es demasiado alto por un producto por el que en ningún caso corren los riesgos del ganadero, no se deben exponer a las adversidades climáticas, no se enfrentan con el abigeato ni la delincuencia, no hacen inversiones como las que sí debe hacer el industrial, ni incurrir en gastos adicionales porque el producto llega listo para ser vendido. (Lea: Contratos de proveeduría, asignatura pendiente para el sector lácteo) “Adicionalmente, en las grandes superficies imponen condiciones como promociones, piden precios más favorables y esfuerzos en los que debe incurrir la industria que se las da, lo que eleva aún más sus márgenes de utilidad, sin reconocerle nada de esto ni al productor primario ni a la empresa que es la que hace esfuerzos de inversión”, aseguró Sebastián Roa Prieto*, quien estuvo por varios años vinculado al sector. En varias oportunidades y en distintos escenarios se ha cuestionado el hecho de que los comercializadores no estén sentados en el Consejo Nacional Lácteo. Muchos consideran que deberían tener una participación activa en temas tan importantes como el fomento al consumo y eventuales reducciones de costos. (Lea: Razones por las que urge sistema de información de la cadena láctea) Varios productores consultados sobre este tema por CONtexto ganadero coinciden en que le corresponde a los Ministerios de Agricultura y Comercio generar compromisos serios por parte de los comercializadores, que deben incluir dentro de sus programas de responsabilidad social hechos que favorezcan, especialmente a la población infantil. Según manifestó Roa Prieto, “se deben poder establecer acuerdos que articulen los esfuerzos de todos los actores de la cadena: que si al ganadero se le baja el precio, la industria lo haga también y que quien lo vende se comprometa a disminuirlo al cliente. El porcentaje deberá ser generoso, el esfuerzo debe implicar saber que se perderá un poco de margen de ganancia en aras de incentivar el consumo”. El ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri Valencia, también se ha mostrado preocupado por el hecho de que en Colombia se desincentiva el consumo de leche por su costo, razón por la que muchas familias de estratos bajos optan por comprar bebidas como gaseosas, jugos, té, entre otras. (Lea: Colombia tendrá laboratorios independientes para medir calidad de la leche) Por esto, los productores del líquido sostienen que se debe crear un portafolio de productos más específico para sectores populares y ajustar los valores que se le pone a los de origen lácteo. “Si la industria y quienes venden el producto siguen pretendiendo obtener márgenes altísimos desincentivan el consumo por más nutritivo que sea”, resaltó Roa. Actualmente, la Superintendencia de Industria y Comercio revisa que se venda lo que dice la etiqueta, pero no va más allá. Al existir en Colombia libre mercado cada quien pone precios arbitrariamente sin que ninguna autoridad intervenga o regule el tema. Otra situación que perciben como negativa los ganaderos es que cada vez es más difícil comprar leche pasteurizada, por su corta fecha de vencimiento y la UHT eleva los costos, por lo que en estratos sociales bajos se hace complicada su adquisición. Hace una década de cada $100 de un litro de leche al ganadero le tocaban $60, hoy en día de cada $100 solo $43 llegan a su bolsillo.