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La economía colombiana va cayendo en picada y no hay un futuro claro

por: - 31 de Diciembre 1969

Diversos aspectos que afectan a sectores como la vivienda el transporte y la inversión, harán que la economía colombiana vaya en picada en el presente año, según el periodista y columnista Silverio Gómez,

Diversos aspectos que afectan a sectores como la vivienda el transporte y la inversión, harán que la economía colombiana vaya en picada en el presente año, según el periodista y columnista Silverio Gómez,

De acuerdo con un análisis realizado por el experto, las ventas de vivienda se derrumban por altos intereses, hay parálisis en obras viales, vuelve a acelerarse devaluación del peso, se aplazan inversiones de empresas y hay incertidumbre por aumento en riesgo del país.

La incertidumbre y preocupación sobre los negocios es el tema de entrada en reuniones de juntas directivas y centros de investigación, análisis que no se hacen públicos por “temor” a reacciones oficiales y políticas, pero muy válidos para proyecciones internas, dentro de las cuales es común creer ya que 2023 registrará una caída en ventas y producción. O sea que no es insensato creer que habrá un crecimiento económico negativo en 2023.

Sostiene Gómez que los resultados del crecimiento económico 2022 fueron buenos (7,2 %), pero esconden una realidad que no se discute: de una tasa anual de crecimiento en el primer semestre de 2022 del 12,6 % se redujo a 7,0 % en julio-septiembre y a 2,9 % en el período octubre-diciembre. En solo diciembre el indicador de seguimiento del Dane mostró un mediocre desempeño de 1,8 %. En el último trimestre de 2022 hubo crecimiento negativo en agro, construcción, manufactura, minería y comercio, los sectores más importantes.

Desde el comienzo del gobierno de Petro, la economía entró en una fase de desaceleración cada vez más evidente y cuyo impacto será contundente en 2023, como lo muestran los estimativos de crecimiento hechos afuera y adentro del país. (Lea: Indicadores del DANE revelan que la economía colombiana está perdiendo ritmo)

Entre los elementos que explican la brusca caída está la presentación, iniciado el nuevo gobierno, de una inconsulta reforma tributaria que aumentaba la tasa de tributación sobre la renta de las empresas de un 35 a 48 % (incluyendo dividendos) y a 58 % si se meten otras tasas y eso que en algunos casos se morigeraron las pretensiones de recaudos, que arrancaron en 75 billones y terminaron en 25 billones de pesos.

Para muchas empresas extranjeras con negocios en Colombia, la reforma fue un campanazo claro del cambio en las reglas de juego como es el caso de las compañías localizadas en las zonas francas a las que  se retiraron los beneficios tributarios si no presentan un plan de exportaciones a mediano plazo, imposible en casos como las cementeras.

Por su parte, la Andi hizo una encuesta entre sus afiliados, en la que se consultan los factores que han hecho aplazar sus inversiones en Colombia en el último año, donde se destaca que el 47,9 % lo atribuye a los niveles de tasa de interés, el 31,3 % a la incertidumbre política, 20,8 % a la incertidumbre económica y el 15,6 % a la incertidumbre jurídica. “No se tiene memoria de magnitud similar de la incertidumbre como factor tan determinante para decidir acerca de nuevos negocios en el país”, advierte el columnista.

Aunque no hay cifras todavía de registros de inversión extranjera en Colombia al cierre de 2022, la caída de los datos en el tercer trimestre es muy brusco y en algunos casos preocupante, como Estados Unidos que redujo en casi 50 % la entrada de capitales entre el segundo y el tercer trimestre.

También indica al columnista que llama la atención que contrario a lo que hace cualquier gobierno, el actual no le da mayor importancia a la proyección del crecimiento económico en el cuatrienio y “solo se estima, sin mayor análisis, que la economía crecerá 2,8 % en 2024, 3,0 en 2025 y 3,2 en 2026, la mitad del cuatrienio anterior”. (Lea: No se progresa solo con buenas intenciones)

Caídas generalizadas por sectores

Cuando se empieza a desagregar por sectores se observa que, en el caso de la construcción, las cifras de enero de 2023 son malas con una caída en las ventas de vivienda nueva (vis y no vis) de 48 % frente al mismo mes del año pasado, con una reducción generalizada en las principales 18 ciudades y sus áreas metropolitanas y nada indica que el panorama vaya a mejorar.

El financiamiento de vivienda viene ya de capa caída. El año pasado se desembolsaron 152 mil créditos lo que significó una caída de 28 % en relación con los 211 mil desembolsados en 2021. Sin embargo, de lejos el aumento en las tasas de interés como consecuencia del manejo de la inflación por el Banco de la República ha sido el golpe más fuerte al sector, clave en la generación de empleo y por su efecto multiplicador sobre el resto de la economía.

Así mismo, los precios de los alimentos han impulsado la inflación. En diciembre tuvieron un crecimiento anual de más de 27 % y algunos estiman que en los próximos meses pueden llegar a 30 %. En siete meses de gobierno, escasean las medidas para estimular la oferta de alimentos de producción de ciclo corto, rubro principal de aumento en la canasta familiar (27 % en doce meses), cero acciones para amortiguar el aumento de los precios de importaciones (caso básicos de maíz, arroz y trigo)

A su vez las ventas de carros también comenzaron mal el año, estimando enero en el peor registro de una década.

El precio dl dólar divisa ha sido determinante en el aumento de los precios de productos importados como insumos agrícolas, trigo y maíz, precios de carros e insumos importados para la construcción y edificación.

El crédito de corto plazo de libre inversión, de consumo y el que utilizan los micro y pequeños empresarios ha sido bruscamente encarecido al colocarse en una tasa efectiva ya por encima del 45 % año, más de tres veces la tasa de inflación. Su impacto en el consumo de los hogares y en los pequeños negocios se sentirá con todo el rigor este año. (Lea: El PIB crece cada día menos)

El gerente del Emisor Leonardo Villar anunció que la política del Banco tenía en su agenda nuevos ajustes de la tasa de interés. El asunto no es de poca monta. A la junta del Emisor se le ha dado independencia y autonomía desde la Constitución de 1991, lo cual es un logro institucional, pero ello no debe significar que puede hacer lo que quiera, incluyendo hundir a la economía justificando su accionar en la búsqueda de la estabilidad de la moneda.

Los miembros de la junta han dicho que las presiones inflacionarias solo se corregirán a medida que se corrijan las distorsiones externas de abastecimiento y logística, por lo que nadie entiende el por qué utiliza tan brutalmente el principal instrumento, la tasa de interés, para reprimir la demanda como si hubiera un exceso de esta, cuando la inflación más dura la están sufriendo los vulnerables y los pobres cuyo costo de vida está más de un 20 % por encima del promedio.

El Gobierno también forma parte del problema y de la solución del alto costo de vida que sufre el país y de la descolgada de la economía que afectará el empleo, la riqueza y por qué no el mismo fisco con la depresión de la demanda y una eventual afectación de los recaudos.

“Ni gobierno, ni Banco de la República pueden eludir su responsabilidad en el manejo de la economía, dentro del cual el costo de vida y el empleo son determinantes”, es la opinión cada vez más creciente de quienes se interesan por esos temas.