La inflación de alimentos comenzó enero con un crecimiento anual de casi 20 %, y la situación se puede mantener por varios meses debido a la situación que se presenta a nivel global entre Rusia y Ucrania.
Según un informe del equipo de investigaciones económicas de Bancolombia, en el mundo agropecuario, los bienes básicos agroindustriales son los más transados a nivel global, y son los que precisamente forman el índice de precios de alimentos de la FAO.
Dentro de esa canasta, los aceites vegetales, el azúcar y los granos (maíz amarillo y soya) son los más relevantes de cara a la producción e importaciones en Colombia. De esa manera, un aumento en las cotizaciones internacionales va a significar un mayor precio local, independientemente de que la materia prima se importe o se produzca en nuestro país.
Para los productores, dice el informe, esto significaría una mejoría en margen, pero para la industria alimenticia y el comercio al por menor se vería un aumento de costo de inventarios y, posiblemente, un impacto en ventas en volumen. (Lea: Así afecta a la carne colombiana la exclusión de Rusia del sistema SWIFT)
Adicionalmente, aunque no son las materias primas más relevantes para Colombia, los precios de la avena, el centeno y la cebada tienen el inminente riesgo de subir de manera importante, dado que Rusia representa el 18 %, 17 % y 13 % de la producción global, respectivamente.
Otro punto importante es que la reducción en la oferta de ciertos segmentos del sector agropecuario puede exacerbar las presiones inflacionarias en el rubro de los alimentos. Si a la compleja combinación de fuerzas alcistas que está operando hoy en día se le agrega una afectación prolongada en la disponibilidad de productos como maíz, trigo, cebada, aceite de girasol o fertilizantes, se aleja la posibilidad de una pronta corrección de la inflación de alimentos.
Hay que tener presente la conexión entre el mundo agroindustrial y el energético lo cual representa más presión inflacionaria. Un aumento en los precios del petróleo y del gas seguramente va a generar una mayor demanda discrecional (adicional a las mezclas obligatorias) de biocombustibles a nivel global (etanol y biodiesel). Dado que dichos combustibles alternativos se producen principalmente a partir de materias primas del agro (caña de azúcar, maíz amarillo y aceites vegetales, en su mayoría), es de esperarse un impulso adicional en los precios internacionales de estos commodities, por ende, en Colombia vía precio de paridad de importación (formación de precio local). Esto favorecería las empresas del sector azucarero y palmero, pero desde el punto de vista macroeconómico representa un impulso adicional a la inflación de alimentos.
Por su parte el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, también advirtió en días pasados que entre las consecuencias derivadas se puede encontrar un nuevo aumento de costos, pues el agro colombiano depende de fertilizantes que cuentan con componentes que vienen de Rusia. La coyuntura tiene un tinte de incertidumbre bastante alto teniendo en cuenta que en Colombia ha habido una tormenta perfecta que llevó el costo de vida al nivel más elevado de los últimos años; a enero la inflación anual en el país se ubicó en 6,94 %, mientras que en los alimentos llegó a 19,94 %.
Todo esto por cuenta de la crisis logística y escasez de contenedores que cercaron al comercio internacional desde mediados del año pasado, así como por los efectos adversos del Paro Nacional en el país y, más recientemente, el ataque cibernético a las plataformas del Invima que retrasó procesos de internacionalización de mercancía. (Lea: Así afecta al campo colombiano la guerra entre Rusia y Ucrania)
Sin embargo, el jefe de la cartera también recalcó que se está haciendo todo lo posible para contener la inflación. “El Banco de la República, con el aumento de tasas y el plan de choque para reducir los aranceles a los insumos agropecuarios, son medidas para hacerle frente al alza en el costo de vida”.
Por su parte, el informe de Bancolombia indica que las rupturas comerciales que puedan existir con Rusia ante las sanciones que puedan proponer y ejercer nuestros principales socios (EE. UU. y Europa) afectarían la comercialización de ciertos productos relacionados principalmente con el sector agricultor.
Por el lado de las importaciones, del 100 % de los abonos comprados desde el exterior, una quinta parte proviene de Rusia. Así, el conflicto podría obligar a los productores locales a buscar un proveedor sustituto por hasta el 20 % de los fertilizantes que se importan, que podrían venir de los que hasta ahora son los otros principales proveedores: EE. UU., Trinidad y Tobago, Canadá y China.
En cuanto a exportaciones, Rusia juega un rol clave en la venta de carnes y productos lácteos. Por el lado de la carne, 55 % de las exportaciones de carne de bovinos y congelada es hacia Rusia. Así mismo, este país representa 74 % de las ventas de mantequilla al exterior y 37 % de las de leche y nata. Estos dos sectores serían los más afectados por las repercusiones comerciales que lleguen a implementarse.
Por su parte, por el lado de Ucrania no habría un efecto directo de magnitud considerable sobre el sector externo de Colombia, ya que el abastecimiento de bienes entre estos países es casi nulo. Sin embargo afecta la oferta mundial cuyos precios tenderían al alza. (Lea: Tensión en Ucrania afecta cadenas productivas de alimentos en el mundo)
En relación con las importaciones, este nuevo estrés sobre las cadenas de suministro y el fuerte incremento del precio de los combustibles, sumado a la volatilidad de la TRM, podrían también incrementar el valor CIF de las compras al exterior y presionar de nuevo al alza el costo de los fletes y seguros.
Así las cosas, como efecto neto, el impacto sobre las exportaciones sería mayor al de las importaciones, lo que permitiría un menor desbalance comercial. A pesar de esto, el sector agropecuario se verá fuertemente afectado por las sanciones que se impondrían a Rusia.
En cuanto a la exposición frente a materias primas agropecuarias, el informe indica que los dos rubros más relevantes son el trigo, usado en la industria de molinería, panadería y derivados, y los abonos (urea principalmente o materias primas similares), usados para la manufactura de fertilizantes compuestos, esenciales en la agricultura de Colombia.
El principal impacto estará en la necesidad de buscar aumentar compras a Estados Unidos y Canadá para estas materias primas, o proveedores en otros países, con mayores costos por el alza en los mercados. Dentro de los abonos y fertilizantes, la mayor preocupación se encuentra en la urea, una de las principales fuentes de nitrógeno, cuyo precio internacional se correlaciona con el precio del gas natural, y es conocida la relevancia de Rusia en esta actividad extractiva.
A nivel mundial, la urea, una de las principales fuentes de nitrógeno, es utilizada principalmente en la producción de arroz, maíz, trigo, caña de azúcar, papa, pasturas, frutales y hortalizas. Es de esperarse que, ante un aumento en los costos de producción de estos cultivos en nuestro país, en alguna medida los precios al consumidor también se vean afectados al alza, sea por transmisión del precio a través de la cadena o por menor oferta vía menor interés de siembras. (Lea: Precios de fertilizantes continúan al alza mientras productores protegen su mercado)
Igualmente señala que hay unos impactos adicionales indirectos y posteriores al conflicto. Dentro de las posibilidades hay que contemplar una situación de impacto económico y de menor acceso a alimentos en países del Medio Oriente y de África, que dependan de Rusia por la vía del comercio internacional, el acceso a fuentes energéticas, financiación u otra vía.
Un ejemplo es Egipto, que depende del trigo ruso, pero a su vez es destino de nuestras exportaciones de ganado en pie, y el conflicto podría beneficiarnos si buscan otras fuentes de alimentación, pero del otro lado podría afectarse su economía y disminuir las importaciones desde nuestro país.
Finalmente, indica que “la participación de nuestro país en el conflicto, sea por vía militar o diplomática, apoyando a EE. UU. y Europa, podría significar un deterioro de las relaciones diplomáticas con Rusia, e incluso China, países muy relevantes en importación de productos frescos. Se trata de un mercado potencial importante para Colombia (banano, aguacate, flores) que posiblemente quedaría en stand-by”.