La leche en polvo importada y otros derivados lácteos están presentes en su alimentación diaria, incluso, sin que usted se percate.
Y es que la industria nacional de galletería, chocolatería y el propio sector lácteo han incrementado significativamente la importación de leche en polvo y lactosueros, ingredientes que se utilizan en la elaboración de una amplia gama de productos: desde pan y repostería, hasta helados, galletas, batidos, chocolates y dulces.
Para respaldar lo anterior, solo en 2024 la industria adquirió 62.220 toneladas de derivados lácteos del exterior, por un valor CIF (incluye el costo, el seguro y el flete del producto hasta el puerto de destino) superior a los 196,1 millones de dólares, según el informe de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán-FNG con información del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Frente al año anterior, ese volumen se redujo en un 13,8 por ciento, equivalente a 10.003 toneladas menos de las 72.223 que se reportaron en esa vigencia. Por su parte, el costo cayó poco más de 39,8 millones de dólares, un 16,9 por ciento menos que los cerca de 236 millones que se invirtieron hace un año.
Hay que resaltar que, si bien hubo una reducción frente al año pasado, el volumen sigue siendo el cuarto más alto de la historia, solamente superado por los volúmenes de 2020 (con más de 73.663 toneladas), 2022 (72.589 toneladas) y 2023.
El costo también es el cuarto más alto frente a esos años: en 2020 se gastaron más de 203,5 millones de dólares y en 2022 más de 276,6 millones de dólares.
Óscar Cubillos, jefe de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán–FNG, explicó en su columna ‘El balance ganadero de 2024’ que, a pesar de la baja en las importaciones lácteas frente a años anteriores, estas “pesan 15,7 por ciento dentro del acopio (nacional de leche líquida)”.
“En otras palabras, de cada 100 litros de leche que utilizan las industrias nacionales de alimentos, dieciséis son importados”, indicó.
El experto insistió en que los niveles de importaciones son elevados si se tiene en cuenta que estas 62.220 toneladas de derivados lácteos equivalen a alrededor de 528 millones de litros de leche, lo que representa el 6,9 por ciento de la producción nacional del año.
Doble impacto negativo
Importaciones nuevamente tan altas no dan tregua y causaron un doble impacto negativo.
Por un lado, la industria dejó de comprar esos 528 millones de litros de leche a los productores nacionales, que podrían haber aprovechado para transformar y elaborar sus productos.
Por otro lado, como señaló Cubillos, estas importaciones también provocaron un exceso de oferta que “continuó con la tendencia de deprimir los precios pagados al productor”.
Como mencionamos en un artículo anterior, el precio que recibió el ganadero por la venta de su leche cayó 12 por ciento en 2024 y volvió a niveles de 2022. (Lea en CONtexto ganadero: En 2024 lecheros perdieron aumentos de precio logrados en los últimos 2 años)
Liliana Quevedo, directora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Jersey (Asojersey), añadió que la alta tasa de cambio, el precio internacional de la leche y un elevado nivel de inventarios nacionales de leche en polvo, son algunas de las razonas a las que se puede atribuirse la caída de importaciones de lácteos en 2024.
“Las importaciones equivalen aproximadamente a 1.86 meses de acopio industrial, es decir que sí siguen moviendo claramente el mercado nacional. Para el productor de leche, la industria importadora le compra menos leche, mientras que el segmento de preparación de alimentos cada vez usa más leche importada. Si bien su uso está regulado, no habrá un reemplazo total (de la leche en polvo importada por la nacional) pero sí una fuerte competencia”, manifestó.
A su juicio, es esencial resaltar los trabajos en mejora de calidad para obtener leche óptima que cumpla con los requisitos de la industria. Además, desde la asociatividad y cooperativismo, se debe fortalecer la posición del productor y, cuando sea viable, la conexión con el procesador y el consumidor.
“Para nuestro eslabón, acercarse al consumidor es clave. Debemos concentrarnos en proponer mensajes, historias, mercadeo y, en algunos casos, resaltar las marcas lácteas”, detalló.
Apuesta en producto nacional
Camila Serrano, gerente comercial de Cosmolac, una de las pulverizadoras más grandes del país, lamentó que la industria de la chocolatería, galletería o heladería utilice leche en polvo importada en sus procesos, y no la nacional, como la que producen en su planta ubicada en Cajicá, Cundinamarca.
“Colombia hasta ahora no ha tenido empresas, aparte de una empresa que es la tradicional en Colombia, no ha habido otra empresa que le apueste a la pulverización a los niveles que nosotros le estamos apostando”, declaró Serrano.
Entre sus objetivos está sustituir esa leche en polvo importada con leche en polvo nacional obtenida de los productores que le venden la leche. (Lea en CONtexto ganadero: Cosmolac tendrá la pulverizadora de leche más moderna del país)
“El mercado de la leche en polvo en Colombia es muy grande y es necesario producirla de buena calidad. No es solamente secar leche, porque es un arte y hay que saber hacerlo bien. Nosotros ya tenemos la experiencia de casi siete años en este proceso de pulverización. Realmente la industria es colombiana, pero con productos importados, entonces, qué chévere que en nuestro país se quede un producto nacional, porque nuestros ganaderos necesitan ese apoyo para poder crecer”.
Lácteos importados en 2024
Como ha sido la tendencia desde 2019, la leche en polvo descremada fue de lejos el producto más importado con 23.713 t por un valor CIF de 66,1 millones de dólares, correspondientes al 33,7 por ciento del total importado.
En segundo lugar, quedó la leche en polvo entera, esencial para la industria de repostería y galletería, con 14.616 toneladas por cerca de 57,8 millones de dólares (29,5 por ciento).
Los otros productos fueron:
- Queso fresco con 3.143 toneladas por 22,7 millones de dólares (11,6 por ciento)
- Demás quesos con 2.980 toneladas por 16,6 millones de dólares (8,5 por ciento)
- Lactosueros con 14.375 toneladas por 14,3 millones de dólares (7,3 por ciento)
- Queso rallado o en polvo con 1.001 toneladas por 7,3 millones de dólares (3,7 por ciento)
- Queso fundido con 1.186 toneladas por 6,4 millones de dólares (3,3 por ciento)
El resto de productos, incluyendo mantequilla, yogur, las demás leches con adición de azúcar, queso de pasta azul, grasa láctea anhidra o butteroil, entre otros, sumaron 937 toneladas por un valor de 4,8 millones de dólares (2,5 por ciento).
Estados Unidos, el mayor exportador
El país norteamericano sigue liderando (y por un gran margen) la lista de países de origen de las importaciones lácteas con un volumen de 36.853 toneladas por un costo CIF de 109,2 millones de dólares (55,7 por ciento). Solo de esa nación llegaron 21.808 toneladas de leche en polvo descremada por 60,7 millones de dólares.
El segundo lugar fue para Chile con 6.474 toneladas por casi 23,1 millones de dólares (6,7 por ciento) y el tercero para Bolivia, del que se importaron 5.644 toneladas de leche en polvo entera por 22,7 millones de dólares (11,8 por ciento).
Según Cubillos, estas toneladas llegan “vía acuerdo comercial CAN”, en referencia a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el acuerdo de integración entre Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia, que permite importar y exportar sin pagar aranceles.
Para el jefe de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán-FNG, aunque Bolivia es “un país con un tercio de nuestro hato ganadero”, el Estado “ha definido políticas agroindustriales claras que estimulan su exportación”.
En cuarto puesto repitió Polonia, que ocupó el mismo lugar el año anterior, con 2.432 toneladas por 8,5 millones de dólares (4,3 por ciento), Argentina con 2.543 toneladas por 3,6 millones de dólares (3,8 por ciento) y España con 1.501 toneladas por 7,2 millones de dólares (3,7 por ciento).
Las importaciones también provinieron de otros miembros de la Unión Europea, incluyendo Francia, Alemania, Italia, República Checa, Irlanda, Portugal y Bélgica. La presencia destacada de estos países como principales proveedores de derivados lácteos se debe al Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente desde 2013, que facilita el ingreso de estos productos.