Los productores del sector rural coinciden en que cada vez es más difícil obtener rentabilidad con la actividad agropecuaria. Culpan al Gobierno actual y al Ministerio de Agricultura por la falta de políticas que fortalezcan esta actividad. Las quejas de los ganaderos y trabajadores agrícolas contra el Gobierno del presidente Santos y el ministro de Agricultura Aurelio Iragorri Valencia son constantes. Cada nueva determinación que toma el Ejecutivo parece enfocada en minar su trabajo. Por un lado, la aprobación de la reforma tributaria elevó los costos de producción a niveles insospechados, mientras que la cartera agraria se contentó con aumentar el 7 % para el pago de la leche. (Lea: ¿Cómo ajustan costos los productores lecheros ante la baja rentabilidad?) Frente a estas políticas, muchos propietarios de fincas manifiestan que el negocio agropecuario no es rentable. Si bien los dueños de empresas rurales seguirán en el negocio (con algunas excepciones), los pequeños y medianos productores tendrán que abandonar sus tierras. Así lo expresó Gabriel Fernando Ossa, ganadero en La Dorada, Caldas, quien agregó que las políticas implementadas por el Gobierno Santos para el agro han estado mal enfocadas, pues no han tenido en cuenta al pequeño propietario de tierra. “Ese tipo de políticas no nos llevan a ningún parte. Todas las medidas que han tomado están erradas, comenzando por las concesiones a las Farc, de subsidiarles todo, cuando nuestros campesinos ni siquiera tienen forma de vender sus productos”, comentó. (Lea: 6 estrategias para hacer más rentable la finca ganadera) Un problema notable en el campo es la baja rentabilidad, cuando se contrastan los costos con las ganancias obtenidas. Héctor Rincón, productor de Zipaquirá, Cundinamarca, afirmó que con el bajo precio que recibe por la venta de leche es muy difícil sostenerse. “Todos los costos y los impuestos subieron, el predial, el del vehículo, todo subió menos la leche. (…) Hace 10 años, con la plata que obtenía por la leche iba al pueblo y compraba café, pan y cacao. Hoy en día, solamente alcanza para el transporte”, indicó. Además, sostuvo que la tenencia de la tierra ya no trae ningún beneficio para los propietarios de minifundios y muchos han decidido vender y dedicarse a otras actividades. (Lea: Ganaderos de Sucre desisten del negocio y se dedican a la finca raíz) “En la actualidad, nadie compra fincas porque saben que dejó de ser negocio. La mayoría de gente prefiere arrendar un terreno porque hay que meterle mucha plata y no se obtiene ningún provecho”, señaló. Hernando Molina, presidente de la Asociación de Productores Agroindustriales, Asoproagro, en Filandia, Quindío, coincidió con Rincón en que el negocio lechero ha dejado de ser rentable y que tanto pequeños como grandes ganaderos han tenido inconvenientes. “Aquí varías lecherías ya se acabaron. La gente optó por vender el ganado y sus tierras. Nuestra zona es muy apetecida por la cuestión turística y están llegando extranjeros a comprar la tierra. La gente ve eso como una oportunidad y como no salen del atolladero, optan por lo más fácil que es vender”, declaró. Escuche la declaración de Molina
Sin embargo, Molina aclaró que esta solución ha dejado a pequeños productores sin sustento, porque se van a vivir a las ciudades y llegan a “engrosar la miseria”, como él mismo dijo. (Lea: 10 errores frecuentes de quienes empiezan en el negocio ganadero) De otro lado, Jairo de Jesús Hernández Gamarra, presidente de la Federación de Ganaderos de Sincé, Fegasincé, comentó que la venta de fincas no es tan frecuente en la zona porque la gran mayoría son familias campesinas que han heredado los predios por generaciones. “Acá existe una ganadería tradicional de hace muchísimos años. Pero se está presentando el caso de gente que viene de afuera y que quiere comprar el terreno, porque los impuestos están subiendo demasiado”, dijo. Como siempre, los productores insisten en que el Gobierno Nacional debería centrar su mirada en el campo con políticas serias y efectivas, más allá de los anuncios que siempre se quedan en promesas sin cumplir.