El pasado 15 de mayo se celebró un nuevo cumpleaños de la entrada en vigencia del tratado de libre comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos. Así como en los últimos años, los avances en materia de exportación son pocos, en tanto que las importaciones siguen creciendo. Han trascurrido 6 años del acuerdo con la primera economía del mundo y los resultados no han sido satisfactorios. De acuerdo con Portafolio, al analizar las cifras del Dane, “las exportaciones no han crecido al nivel que se esperaba y la balanza ha sido deficitaria desde el 2014”. Mientras que el sector minero-energético ha tenido buenos resultados según la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham, el sector agropecuario y especialmente la ganadería se han visto golpeados. (Lea: Industria ya importó más de 7.700 toneladas de leche en polvo) María Claudia Lacouture, exministra de Comercio y actual directora ejecutiva de AmCham Colombia, aseguró para el periódico que “el TLC ha sido favorable pues permitió reglas claras y estabilidad en los negocios entre los dos países”. “Desde que se aprobó el TLC en 2012 hasta 2017 exportamos USD $85 mil 278,8 millones de los cuales USD $62 mil 973,3 millones, el 73,8 %, provinieron de productos minero-energéticos y USD $22 mil 305,5 millones, 26,2 % de productos no minero energéticos”, agregó. Sin embargo, como se mencionó al principio, el país ha importado más de lo que ha exportado, contrario a la tendencia entre 1999 y 2013. Las ventas externas pasaron de USD $21 mil 969 millones FOB en el 2012 a USD $10 mil 540 millones en el 2017. La lechería, el sector más perjudicado Uno de los sectores más golpeados ha sido el ganadero, en especial a los productores de leche. José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, advirtió desde antes de la entrada en vigencia del acuerdo, cuando aseguró que a los ganaderos les iría “muy mal” con el TLC. En una entrevista al diario La República, el dirigente detalló las falencias que tenía (y aún tiene) nuestro país en aspectos como infraestructura vial, condiciones sanitarias, capacidad productiva y debilidad de las instituciones. Más recientemente, aseguró que los tratados se convirtieron en embudo donde ingresan más productos de los que se exportan y las cifras le dan la razón. (Lea: TLC con EE.UU.: Colombia sigue sin exportar carne e inundada de leche por importaciones) Entre 2012 y 2017, al país han entrado 210 mil 402 toneladas de derivados lácteos, de las cuales 82 mil 080 toneladas vinieron de Estados Unidos (casi el 40 % del total) con un costo cercano a los USD $230 millones CIF. De estas, 53 mil 078 corresponden a leche en polvo por un valor de USD $ 134,9 millones (a USD $2.540 en promedio cada tonelada). Antes de la entrada en vigencia del acuerdo, la mayoría de productos provenían de Argentina y Chile, pero a partir de 2013, el país norteamericano empezó a ocupar el primer lugar tanto en cantidad de toneladas y valor CIF. Óscar Cubillos, jefe de Planeación de Fedegán, sostuvo que debido a las altas importaciones de lácteos que han saturado el mercado y los stocks, el valor que se paga a los ganaderos ha bajado, por lo cual ya no tienen la motivación de mejorar la calidad de su leche. “En estos 6 años, el industrial ha tenido más instrumentos para ejercer presión y modificar el precio pagado al productor, que se ha desmotivado a producir bien sino a obtener más cantidad. Ya no le está poniendo el interés de certificar su hato como libre de brucelosis o en BPG, porque el industrial busca cómo ajustarle el pago”, manifestó. Hasta el 2015, los ganaderos se esforzaron por lograr las 3 certificaciones (brucelosis, tuberculosis y BPG), pero en vista de que su rentabilidad no mejoró, muchos desistieron. Aunque el Gobierno reaccionó y aumentó el pago de cada bonificación (pasó de $10 a $14,5), para algunos se trató de una medida tardía. La preocupación de los productores es que el negocio de la leche dejará de ser rentable (más de lo que ya es), en especial cuando se eliminen por completo los aranceles de productos lácteos de Estados Unidos en 2027. El temor es real, pues es claro que los industriales aprovechan el inicio del nuevo año para llenar sus stocks con leche en polvo gracias al contingente sin arancel y que para este año es de 9.744 toneladas, que está a punto de agotarse con tan solo 5 meses transcurridos. Aun así, en los primeros meses de 2018, las compras en el exterior disminuyeron debido al alza del precio internacional de la leche en polvo. Para Cubillos, este factor será la única defensa que tendrán los productores para evitar la avalancha de este producto desde EE.UU., pues solamente cuando se incrementa ese valor es cuando se reducen las importaciones. No cabe duda que la balanza comercial es deficitaria y estamos muy lejos de la época en que el rubro de exportaciones era bastante superior a las importaciones, que fueron mínimas. (Lea: TLC con EE.UU.: Ganaderos hicieron la tarea pero el Gobierno no avanza) Desde el cierre de la frontera con Venezuela, las exportaciones de leche han caído de forma dramática, al pasar de USD $71,9 millones en 2008 a USD $4,7 millones en 2016, con algunos resultados notables en 2015 y 2017, cuando se superaron los 20 millones de dólares, o en 2013 cuando se lograron 35 millones. Específicamente a Estados Unidos, entre 2012 y 2017 Colombia envió 2.476 toneladas de productos como quesos y yogurt por un valor FOB de USD $13 millones 639 mil, que corresponde a una cantidad 10 veces menor de lo que nuestra industria le ha comprado. En carne, no hay avances Contrario al sector lechero, el sector cárnico no ha tenido altas importaciones. De acuerdo con Cubillos, sí ha habido un cambio porcentual mínimo en el ingreso de productos de EE.UU. como carne o despojos, aunque en comparación con la producción nacional, no es significativo. También lo ha hecho el mercado de la carne, pues como dijo el economista, “el sector primario ha hecho su tarea: cumplió la certificación de país libre de fiebre aftosa, con la entrega de animales más gordos a pesar de que se redujo el inventario”. En efecto, el rendimiento en canal de bovinos de exportación así como el número de ejemplares. En 2012 se sacrificaron 14 mil 152 cabezas de ganado con destino a exportación, que pesaban en promedio 222 kg. En 2017 la cifra fue de 106 mil 858 con un peso promedio de 254 kg por cada canal. No obstante, a pesar de que hay 3 plantas certificadas para exportar al país del norte, Colombia aún no consigue la admisibilidad sanitaria con un agravante: el brote de fiebre aftosa que ocurrió en julio de 2017 confirmó que el país está lejos de enviar carne a Estados Unidos. Si bien ha podido conquistado mercados como Rusia, Jordania e Irak, enviando carne y ganado en pie, todavía faltará mucho tiempo para alcanzar tierras norteamericanas. (Lea: ¿Por qué estamos tan lejos de poder entrar al mercado de Estados Unidos?) “Estamos exportando a países con los que no tenemos TLC, donde las barreras sanitarias son más laxas. Mientras que exista el problema sanitario en Venezuela y una frontera de 2.200 km que nos hace vulnerables al contrabando de ganado, Estados Unidos no se arriesgará a comprar nuestra carne”, comentó Cubillos. A esto se suman falencias en requisitos como la implementación de la trazabilidad bovina en todo el país, que está bastante rezagada con apenas una cobertura apenas superior al 15 %, con más de 22 millones de bovinos todavía por identificar. En cambio, dentro de los contingentes arancelarios, nos llegan algunas toneladas de carne bovina y despojos, cuyo cupo para este año es de 9.215. Sin embargo, esto no es una cantidad significativa para la producción nacional, que en 2017 fue superior a las 750 mil toneladas, ni tampoco se copa todo el contingente. En resumidas cuentas, con menos de 2.500 toneladas de productos lácteos y ni una sola de carne o animales vivos enviados a EE.UU., es claro que el TLC no ha resultado favorable para los productores, especialmente para los ganaderos de leche y doble propósito, que tendrán que seguir compitiendo con el precio de la leche en polvo que los industriales compran y que cada año será en mayores cantidades hasta su desgravación total en solo 9 años.