Julio 14, 2024. El sabor no tan dulce, y por qué no decirlo, amargo, se lo lleva el discurso, ya caduco y con visión de “mi ombligo”, de la industria y el gobierno, que hablan de innovación y de propender por abrir y mejorar mercados, por fomentar el consumo, sin un ‘mea culpa’ y sin acciones efectivas.
No hace mucho tuvimos en el mundo una gravísima pandemia que aún hoy soporta consecuencias negativas, no solo en el aspecto de la salud de los colombianos sino en temas de índole económico, pues la recuperación económica efectiva no ha sido aún posible. De aquella terrible experiencia quedaron muchas enseñanzas para todos. Hoy quiero recordar una fundamental: la seguridad alimentaria —requisito indispensable para los pueblos— y otros temas ausentes en los debates del Congreso de Asoleche y omisiones de la misma industria y del gobierno que justifican una discusión profunda.
De la pandemia surgieron unos héroes a los que debemos honrar y cuidar. Los primeros y todos lo sabemos, nuestro cuerpo médico. Sin ellos millones de colombianos habríamos perdido la batalla. Gracias totales.
Los otros, y no menos heroicos, fueron y son nuestros campesinos, nuestros ganaderos, nuestros productores agropecuarios que desafiando literalmente al COVID, siguieron día tras día tras día al sol y al agua, produciendo sin descanso y llevando hasta nuestras mesas del cautiverio sanitario, alimentos sanos, frescos y nutritivos como la leche. Nunca nos dejaron solos.
Hoy esos ganaderos productores de leche enfrentan una gravísima crisis de la que ya hemos hablado y diagnosticado en mucho, pero que hasta hoy no siente medidas reales de solución. ¿A ellos si los dejamos solos?
$4.000 millones de los ganaderos para paliar el problema
Por fin, y luego de casi un mes de haberse aprobado una partida de $4.000 millones del FEP —que se alimenta de nuestra parafiscalidad ganadera y que valga la claridad son recursos de los ganaderos y no del presupuesto o de dineros públicos—, el próximo 20 de junio se abren las subastas públicas con la Bolsa Mercantil en donde esos recursos apalancan la venta de leche en polvo, quesos y leche UHT que rebosan en las bodegas de las industrias lácteas. Son largos 30 días que equivalen a 60 ordeños, y cerca de 600 millones de litros producidos por los ganaderos.
Vale la pena aquí recordar que la crisis lechera, con altos inventarios, ha desatado una reducción en el precio de la leche a los ganaderos que, en zonas alejadas y de mercados informales, ha llegado hasta reducción del precio de compra en un 30%... cuando se la compran.
Estos altos inventarios tienen dos orígenes:
- La grave caída del consumo de leche y derivados en casi un 10%, que afecta la sana nutrición de los colombianos y parte de sus menguados bolsillos, y pasa también por desinformaciones y falta de cultura de consumo sano y nutritivo para sus decisiones de compra. Aquí, volvemos a insistir en la necesidad de generar un sello de leche 100% Pura Leche Colombiana como factor diferenciador y motivador de consumo de lo nuestro.
- Las importaciones de leche y derivados más por parte de comerciantes e industrias de alimentos que de la misma industria láctea. Aquí hemos centrado la discusión en los TLC y en la necesidad de salvaguardas y seguimiento a las importaciones de leche en polvo y lactosueros en el sistema nacional de trazabilidad de LP y LS, en el que seguimos insistiendo.
Los puntos ‘agridulces’
ASOLECHE, gremio que recoge a la industria láctea no a los productores de leche, realizó la semana pasada su 11° Congreso Internacional de la Industria Láctea, en la ciudad de Medellín, capital de la cuenca lechera más importante y que sufre igualmente la crisis.
Con una excelente organización logística desde ASOLECHE y una gran convocatoria, nos dimos cita muchos de los más representativos actores de esta cadena. El sabor dulce y delicioso como la leche —además de los anteriores aspectos—, se lo lleva la visión internacional que se tiene del futuro del sector lácteo, presentada en ponencias como la del Dr. Laurent Damiens, de la Federación Internacional de Lácteos (FIL), donde deja ver claramente que hay muchas oportunidades para la ganadería colombiana, siempre y cuando, como ya hay canas de decirlo, se hagan las cosas bien, se definan e implementen las políticas y los programas para la modernización y encadenamiento del sector como un todo. Y allí cobran relevancia los espacios que se tuvieron para analizar la radiografía de la economía colombiana por parte del Dr. José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA y exministro de hacienda, y los escenarios de diálogo entre las entidades oficiales como el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el ICA y las visiones de gobernaciones y congresistas.
Enriquece el dulce sabor de la leche en el paladar y en la mente, la innovación en las regiones, donde una vez más el Queso Caquetá y su modelo de integración de la cadena demuestran su valor. Le siguen muy de cerca modelos como los quesos antioqueños, el queso Paipa, el queso Momposino y el queso Costeño. Esto evidencia que, con integración de la cadena e innovación local y regional, se pueden hacer crecer los mercados y mejorar nuestras condiciones.
Pero el sabor no tan dulce —y para mí bastante amargo—, se lo lleva nuevamente el discurso, ya caduco y con visión de “mi ombligo”, de la industria y el gobierno, que hablan de innovación y de propender por abrir y mejorar mercados, por fomentar el consumo y por la dificultad de los estratos de bajos ingresos para consumir el preciado líquido más nutritivo de la naturaleza.
Digo “caduco” porque así hablemos de innovación, eso lo hacemos hace años y en la práctica industrial —siendo los primeros llamados a realizarlo—, muy poco se ve.
¿O dónde están los productos de bajo valor para estratos de bajos ingresos? ¿O dónde están los empaques sostenibles y económicos? ¿O dónde están las alternativas de canales de comercialización que hagan eficiente este proceso? ¿O dónde las integraciones de la cadena para que al ganadero, del que viven, le llegue verdaderamente la porción justa de la producción y agregación de valor de la cadena? ¿O dónde los modelos de asistencia técnica, de extensión o de transferencia de tecnología de carácter masivo que gobierno, industria y gremios estamos llamados a ejecutar décadas atrás?
Y más tragos amargos. Brilló por su ausencia en este congreso la discusión sobre la informalidad y la inseguridad en el campo —que sí nos generan costos altísimos y que de no hacer algo nos harán muy pronto absolutamente inviables como país productor de leche—. Aquí el llamado a los ganaderos productores de leche es a que, en la medida de lo posible, migren lo antes posible a canales de comercialización de su leche que sean formales y reduzcamos significativamente ese 50% de informalidad.
Con todo y lo agridulce, felicito a ASOLECHE por este interesante espacio de dialogo y análisis de la cadena.
Nota bene:
Del OCILAC – Observatorio Colombiano de la Industria Láctea, presentado por ASOLECHE con el apoyo de Jaime Arteaga & Asociados, es muy pronto para opinar. Más allá de que está arrancando una plataforma de información muy interesante, dijeron —cobrándole a la industria láctea— lo que les venimos diciendo hace años: ¡pilas señores de la industria que ustedes son los llamados a liderar el cambio y el desarrollo que el sector requiere!
Ricardo Arenas Ovalle: Médico Veterinario, Especialista en Finanzas y Negocios Internacionales, Especialista en Gerencia de empresas agropecuarias, Consultor agroindustrial. Experto en producción y calidad de leche.