El ingreso laboral mensual promedio de las mujeres rurales que laboran en actividades agropecuarias fue de $339.227 (pesos corrientes de 2018) entre 2010 y 2018, mientras que el promedio en actividades no agropecuarias fue de $480.495.
Para los hombre fue de $576.571, mientras que el promedio en actividades no agropecuarias fue de $856.393. (Lea: Conozca la Ley que favorece a las mujeres rurales)
Este y muchos otros indicadores de la situación de la mujer rural fueron revelados en el estudio de condiciones demográficas, sociales y económicas de las mujeres rurales del país realizado por el Ministerio de Agricultura, con el apoyo de la Unión Europea y la FAO, donde se indica que la tasa de informalidad laboral en la zona rural es 82,4 %.
Solo el 40,7 % de las mujeres rurales participan en el mercado laboral frente al 76,1 % de los hombres rurales y el 57,2 % de las mujeres urbanas. Las mujeres rurales enfrentan una mayor tasa de desempleo (8,9 %) en comparación con los hombres (3,0 %).
El 14,7 % de la población rural cotiza al sistema pensional, en comparación con el 44,2 % en la zona urbana. El 15,7 % de los hombres rurales cotiza al sistema pensional, frente al 12,0 % de las mujeres rurales.
El estudio señala la necesidad de fomentar el incremento de la participación femenina en el mercado laboral rural como una medida esencial para disminuir la pobreza en el campo, pues un empleo estable y en condiciones dignas contribuye al empoderamiento y la disminución de la pobreza y que las actividades del cuidado tienen un peso importante para las mujeres rurales.
A par advierte que se debe evitar el aumento de las cargas de las mujeres rurales, por lo cual se requiere incentivar, de forma paralela, una distribución más equitativa de las actividades de cuidado entre hombres y mujeres, pues si bien el sector agropecuario es el mayor generador de empleo en el campo, se observa una clara preferencia por la fuerza laboral masculina, reduciendo las oportunidades laborales para las mujeres rurales.
El 81,8 % de las mujeres rurales dedica su tiempo al suministro de alimentos para el hogar o para la mano de obra en el campo. Sin embargo, a pesar de la desigual en la distribución de cargas, el 70 % de hombres y mujeres consideran que están haciendo lo que les corresponde. (Lea: Gobierno celebra Día Internacional de la Mujer Rural)
Las mujeres rurales son quienes destinan la mayor cantidad de tiempo a actividades asociadas al cuidado del hogar (8 horas diarias frente a 3 horas diarias de los hombres) y las que más participan en el desempeño de estas actividades (93 % de las mujeres frente al 61 % de los hombres), lo cual disminuye el tiempo disponible para participar en el mercado laboral.
En materia de educación, el estudio mostró que entre 2010 y 2018 en la tasa de analfabetismo en las mujeres rurales se redujo de 14 % a 10,6 %. En las zonas rurales la asistencia escolar de personas entre 5 y 17 años es cercana al 90 %. Sin embargo, menos de la quinta parte de la población joven (hombres y mujeres entre 18 y 24 años) asiste a un centro de educación formal. En promedio, las mujeres rurales tienen más años de escolaridad que los hombres rurales: 5,4 años vs 4,9 años.
Algunos de los principales resultados revelan que las mujeres rurales suman aproximadamente 5,1 millones de personas y representan el 47,2 % de la población que habita en las zonas rurales del país. El porcentaje de hogares rurales con jefatura femenina aumentó de 19,9 % en 2010 a 23,9 % en 2018.
El 40,4 % de los hogares rurales con jefatura femenina son pobres por privaciones en sus condiciones de vida (pobreza multidimensional), frente al 33,6 % de los hogares rurales con jefatura masculina.
Frente a esta radiografía, el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Rodolfo Zea, indicó que su política de mujer rural se basa en disminuir las brechas económicas y sociales, impulsar el acceso a empleo remunerado y mejorar capacidades productivas.
Señaló que “ahora contamos con una línea base para avanzar en acciones y mecanismos de desarrollo para la mujer rural, que además nos permite evidenciar el rol y su contribución al sector agropecuario y la ruralidad, identificar problemas o cuellos de botella que impiden acabar con las brechas sociales y procurar la inclusión y empoderamiento de esta población en la economía”. (Lea: Avances y participación de la mujer rural en Colombia)
Así mismo, explicó que esta información representa un insumo fundamental con el que el actual Gobierno está diseñando estrategias e instrumentos de apoyo para las mujeres, que trabajan y viven en las zonas rurales del país.
“Si bien aún existe una alta desigualdad, este estudio es fundamental para acelerar la formulación y ejecución de políticas que pongan la equidad de género en el centro del desarrollo del campo. La mujer tiene un papel preponderante en el desarrollo de la ruralidad y por eso queremos buscar una reivindicación, porque son ellas las que nos van a llevar a lograr la seguridad alimentaria y fortalecer la cadena de abastecimiento”, señaló el funcionario. (Lea: La incansable lucha de la mujer rural por la sostenibilidad)
Añadió que gracias a este diagnóstico el Gobierno está enfocado en fortalecer la generación de ingresos de las mujeres rurales, fomentar el acceso a los activos productivos y mejorar las condiciones de vida de la población femenina, en especial de aquellas en condición de pobreza extrema.
Recordó que en 2019, con el liderazgo de la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez se firmó el Pacto para romper las brechas de pobreza y exclusión social de más de 5 millones de mujeres del campo colombiano. Así mismo, el Ministerio de Agricultura prioriza la participación de la mujer rural en programas como Alianzas Productivas, Oportunidades Pacíficas o el Campo Emprende, entre otros.