La entrega de tierras que hará el gobierno, cumpliendo a cabalidad el acuerdo con la guerrilla de las Farc en el Acuerdo de La Habana, debe venir acompañada de proyectos productivos viables y que tengan asegurada la comercialización.
Según lo expuesto por el viceministro de asuntos agropecuarios, Luis Alberto Villegas, al cierre del 10 Congreso Internacional de la Industria Láctea de Asoleche, las cadenas de valor jugarán un papel importante en este proceso y por eso invitó a la industria láctea a trabajar más unidos en este sentido.
Sostuvo que hay una falta de capacidad asociativa en general, no solamente los productores rurales, y se debe buscar la manera en que esas familias se inserten en un proceso territorial de desarrollo agrícola sostenible, integrarlos a una cadena de valor, que pueda tener una participación accionaria en un proceso de transformación agroindustrial.
En el caso del sector lácteo, por ejemplo, sería factible que pequeños ganaderos pudieran participar en una planta pulverizadora de leche.
También se debe mirar la forma en que ese ganadero, como eslabón primario de la cadena, sea más competitivo con inversiones que no son muy onerosas y sirven para aumentar la oferta nutricional en el potrero, implementar rotaciones, hacer mejoramiento genético y hasta llegar a sistemas silvopastoriles intensivos para duplicar o triplicar la producción. (Lea: La promesa de valor del acuerdo entre el gobierno y los ganaderos)
Por su parte, la industria se encargaría de comprarle la leche a un precio justo para procesarla y venderla a un consumidor que también valore el esfuerzo que hacen los diferentes eslabones de este engranaje.
Afirmó el funcionario que la reforma rural integral del gobierno lo que busca es que no sea una reforma desde la agricultura, si no desde todos los sectores que tienen que intervenir para que el sector agropecuario ocupe el lugar que le corresponde en el desarrollo del país. (Lea: ¡Los ganaderos hacemos historia!)
Hay que darle la oportunidad a un campesino, afro o indígena, de cualquier condición social y económica de insertarse en un proceso de desarrollo desde sus propias convicciones, intereses culturales y sus propios procesos organizativos.
En este sentido desde el Ministerio se están enviando señales tempranas que esto está cambiando y prueba de ello es que por ejemplo el presupuesto del sector se duplicará el próximo año al pasar de $2 billones a $4 billones. (Lea: La promesa de valor del acuerdo entre el gobierno y los ganaderos)
Otro aspecto es el tema de tierras pero en sí no es una solución sino que es un medio para algo más y lo primero que hizo el Ministerio fue establecer un inventario de tierras en Colombia y para ello se trabajó con la Agencia Nacional de Tierras, la Upra y la Unidad de Restitución de Tierras que manejaban cada una sus propias cifras para unificarlas. (Lea: El Acuerdo de Tierras: histórico)
Las comunidades indígenas y afro tienen alrededor de 32 millones de hectáreas pero de estas menos de seis millones están en la frontera agrícola y ahí aparecen disparidades que se deben resolver y entre las alternativas está la titulación que ya comenzó a hacerse.
Ese título le va a permitir al campesino acceder a unos instrumentos de política como el crédito pero que no sea para un cultivo de pancoger y que después no pueda pagarle al banco o esté a merced del cambio climático y en pocos años va a ser otra vez un campesino pobre.
Para ese proceso de tierras no es suficiente con la titulación se tienen otros mecanismos como es el caso de los predios que están en manos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE) y aunque muchos predios aun tienen líos jurídicos la idea es que este año se va a cambiar el arrendatario d 20.000 hectáreas para que sean manejadas por organizaciones campesinas y étnicas.
Igualmente se está atento a conocer el fallo de la Corte sobre baldíos porque lo que se conoce es el comunicado que se sacó en su momento porque ahí también hay una oportunidad para entregar tierras.
La otra opción que maneja el gobierno es la compra de tierras donde ya hay un acuerdo con ganaderos afiliados a Fedegán que van a vender 3 millones de hectáreas. (Lea: Las falacias del discurso de la tierra)
En todo caso en el proceso de compra de tierras, no solo la de los ganaderos, hay un proceso complejo porque cualquier ofrecimiento va a pasar por un primer filtro de aptitud productiva donde hay alrededor de 14 variables que la determinan y para ello la Upra juega un papel fundamental.
Las tierras que cumplan con esos parámetros pasan a un segundo filtro que es el valor de la tierra y allí el Agustín Codazzi es quien determina si ese precio es correcto y se ajusta a la realidad del mercado.
Finalmente quien hace el negocio es la Agencia Nacional de Tierras que es la que entrega esos predios y una de las prioridades del Ministerio es la mujer rural.