En 2023 el sector agropecuario presentó cifras poco alentadoras en diferentes ítems debido a una “ausencia de una política pública orientada a la productividad del campo y rentabilidad de los agronegocios”.

Así lo planteó el experto en financiamiento al sector agroindustrial y en políticas de gestión para el desarrollo competitivo del sector agropecuario, Indalecio Dangond, en una columna de opinión donde señala que el 2023, fue un año con muchos indicadores desfavorables para el sector agrícola.

Destaca, por ejemplo, que el PIB agropecuario no superó el 1.8 % en crecimiento; el programa de compra de tierras tuvo apenas una ejecución del 13,6 %; las exportaciones agrícolas disminuyeron 13,7 %; los precios al productor cayeron 5,79 % y el crédito agropecuario decreció 13,4 %.

Orientar los recursos del presupuesto incentivar la inversión en biotecnología agrícola

Según el columnista, “en repetidas ocasiones he recomendado al gobierno la importancia de orientar los recursos del presupuesto del ministerio de Agricultura a incentivar la inversión en biotecnología agrícola, mecanización de cultivos, sistemas de riego, emprendimiento rural y cobertura de riesgos, para sacar el campo de la ineficiencia en que se encuentra y comenzar a tener algún protagonismo en la competitividad agrícola de la región”. (Lea en CONtexto ganadero: El Gobierno dispone hasta $26 billones en créditos agropecuarios para 2024)

La inconveniencia de modificar la política de crédito agropecuario

Así mismo, recuerda que advirtió a la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario (CNCA) la inconveniencia de modificar la política de crédito agropecuario que venía creciendo sosteniblemente.

De acuerdo con Dangond en diciembre de 2022, la CNCA tomó la decisión de aprobar un monto de $20 billones en créditos para el sector agropecuario en el 2023, cuando en el 2022, se habían colocado $28,6 billones. “Literalmente aplicaron la teoría del decrecimiento económico”.

Añade que no contentos con eso, limitaron a $10 mil millones por año, los cupos de créditos a las grandes agroindustrias e hipermercados del país. “Imagínense la frustración de la industria láctea, molinos de arroz, *Snack* o de alimentos balanceados, entre otras. A todas les tocó salir a buscar $4,8 billones, a través de cartera ordinaria, para poder comprar las cosechas a los productores del campo”.

Estas cosas solo suceden en Colombia, en los demás países del mundo, el cupo de endeudamiento de cualquier empresa, lo establece la banca de acuerdo a sus ventas, endeudamiento y Ebitda, anotó el columnista. (Lea en CONtexto ganadero: Vuelve el ICR: conozca los beneficios que hay para ganaderos)

Otra “metida de pata”, como la denomina el experto, fue clasificar a los productores del campo en 8 categorías con condiciones financieras distintas, lo cual desmotivó a la banca prestar dinero al sector rural. Además, cometieron el mal cálculo de habilitar los subsidios de tasa de interés después de los calendarios de siembras y asignarlos a comunidades que no son sujetas de créditos. Esta cadena de errores, hizo que el monto de los créditos de Finagro, se cayeran en $3,9 billones, respecto al 2022.

Sin embargo, destaca el papel del Banco Agrario que, a pesar de todas esas dificultades, colocó el 56 % de los recursos de créditos destinados a los pequeños y medianos productores ($4,4 billones) y el 18 % del monto total de los créditos desembolsados al sector agropecuario del país.