Jairo Eduardo Echeverría Altamar, médico veterinario zootecnista y especialista en Gestión de Proyectos, es un profesional que le está apuntando al trabajo en el sector agropecuario con sentido social. Así son los proyectos que ha desarrollado con comunidades campesinas en la región Caribe.
Echeverría creó la Asociación de Profesionales para el Bienestar del Campo (Aprobicampo), una ONG a través de la cual impulsa los proyectos para atender a familias de comunidades rurales, brindado las herramientas necesarias para mejorar su calidad de vida.
“Estoy liderando un grupo de profesionales que le hemos apostado a la transformación del sector agropecuario, tomando las bases sociales como pilar fundamental”, aseguró el profesional. (Lea: La importancia de la asistencia técnica integral en predios ganaderos)
En los últimos meses, han trabajado en los municipios de Sabanalarga y Candelaria (Atlántico), donde están prestando asesoría a comunidades con el fin de brindarles las herramientas necesarias para que ellos mejoren su calidad de vida.
Esta labor que combina capacitación agropecuaria con trabajo social toma como base la Ley 1876 de 2017, que creó el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria (SNIA), y que según Echeverría significa un “momento coyuntural” en el sector rural.
“Ahora se habla de extensión agropecuaria, eso cambia el modelo de asistencia técnica a una extensión, que abarca el tema cultural, si estamos trabajando con las etnias, nos vamos más a la persona que el robot que llegaba y decía que usted tiene que hacer esto para mejorar la productividad”, explicó.
Trabajo con mujeres
Con este enfoque, en 2018 Aprobicampo llegó a las veredas Bajo Pajonal y Alto Pajonal de Sabanalarga para apoyar a un grupo de campesinas en la implementación de huertas orgánicas en sus predios. Como trabajaban de forma “desorganizada”, los profesionales las asesoraron para constituir una asociación.
“Hicimos el proceso con ellas, hoy en día tienen una asociación de mujeres campesinas donde además del proyecto de huertas que les ha servido para mejorar su calidad de vida, están comercializando tomate, ají, pepino, cilantro”, contó.
Se trata de siembra de hortalizas “100 % orgánicas”, en las que no se emplea ningún tipo de químico como herbicidas o fertilizantes. Para el abono, les enseñaron a realizar compostaje con los residuos propios de la actividad del hogar.
También se está ejecutando un proyecto cofinanciado con la Alcaldía municipal para un sistema de producción avícola, y están en otras veredas del municipio como El Cortijo y Cumaco. (Lea: El alcance de la recién aprobada ley que crea el SNIA)
Lucha por el agua
Entre las diversas capacitaciones, los profesionales han incluido un módulo sobre cosecha de agua para el aprovechamiento de todas las fuentes del recurso hídrico, especialmente en esa zona del centro del departamento donde la precipitación anual es muy poca.
De acuerdo con Echeverría, en los alrededores hay una reserva forestal con una fuente de agua viva que sería de gran ayuda para estas mujeres, tanto en verano como en invierno. No obstante, la reserva está siendo amenazada por terratenientes que se están adueñando de los terrenos aledaños y han talado árboles.
“Las mujeres campesinas han puesto las denuncias ante la autoridad ambiental pero no le prestan mucha atención. Nos estamos asesorando con una ingeniera ambiental para ver de qué forma podemos aprovechar el recurso hídrico de esa agua viva que está en la reserva”, indicó.
En sitios donde no se puede obtener el agua, Aprobicampo contribuye con la consecuención de tanques de cosecha de agua para aprovecharlos en las casas. (Lea: Si es participativa, asistencia técnica beneficia a los productores)
Trabajo con niños
Su enfoque no solo consiste en formar a los campesinos o trabajadores del campo, sino a todos los miembros del grupo familiar, haciendo énfasis en involucrar a los niños para enfrentar la falta de relevo generacional en el campo.
“Al principio, cuando llegamos a las comunidades, lo primero que decimos al entablar la relación con las personas, es que involucremos a los niños. Muchas veces, las campesinas se abstenían de llevarlos porque decían que eran las únicas que iban a hacer la capacitación”, contó Echeverría.
Pero al contrario, lo que buscaban los profesionales era convocar a toda la familia y alentaban a las mujeres a llevar a sus hijos, pues además de que buscan combatir la falta de interés por el campo en los jóvenes, también se dieron cuenta que los niños querían estar por voluntad propia.
“Los niños son muy receptivos, participantes muy activos en la realización de las actividades, vienen y ayudan a sus mamás y abuelas a sembrar, a regar, a limpiar la maleza que va saliendo”, aseguró. (Lea: Asistencia técnica directa mejora calidad de vida a los campesinos)
El profesional insistió en la importancia de implicar a los jóvenes, pues ante un sector que está envejeciendo con el paso de los días y que está cada vez más abandonado, se requiere de mucho esfuerzo para lograr que los niños sean “unos grandes productores del sector agropecuario”.
Echeverría está satisfecho con la labor que han efectuado con el grupo de mujeres, afirmando que los objetivos trazados se han cumplido conforme a su plan inicial. Además de Sabanalarga, la asociación está buscando ejecutar proyectos en municipios de otros departamentos.
“Este tipo de proyectos que realmente le apuestan a la transformación del campo a través de las bases sociales, no a través de un asistencialismo que se venía implementando desde hace años en el sector agropecuario, sino a través del cambio social en las comunidades”, remató.