Alba Tamayo vive en San Pedro de Los Milagros, Antioquia. Entender la importancia de producir oxígeno con árboles se convirtió en la curiosidad que ella y su esposo empezaron a resolver desde 2010. Esta es la historia de una inusitada transformación ambiental ocurrida en un predio de 18 hectáreas.
“Si pregunta por la inversión económica diré que no es lo más importante. Se trata de hacer un esfuerzo mental, de tener una cultura ambiental y saber que con nosotros también hay otros seres humanos”, asegura Alba Lucía Tamayo, ganadera y copropietaria de ‘El Balcón’, en Antioquia. (Lea ‘Sistemas silvopastoriles en Amazonas, una alternativa sostenible del uso de la tierra’)
Dice que la idea surgió en el círculo de excelencia que hay en el municipio y fue impulsada durante las giras técnicas que hicieron con la ayuda del proyecto local que tiene la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán. Conocieron el proyecto ‘Ganadería Colombiana Sostenible’ y el establecimiento de sistemas silvopastoriles (árboles distribuidos de manera estratégica en los predios). De esa forma reconocieron y entendieron que era necesario un cambio.
“Cuando Fedegán llegó a San Pedro hicieron una gira por algunas fincas del oriente antioqueño, a mi esposo y a mí nos gustó lo que tenían en un predio que se llama ‘Cien años de soledad’, entonces nos pusimos en contacto con la Umata (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) y dijimos que queríamos hacer eso”, asegura Alba. (Lea ‘Ganaderos de Acacías fomentan cultura innovadora’)
Desde hace dos años y medio esta pareja de esposos dieron rienda suelta a esa idea nunca antes vista en la región. “El reto más grande fue tomar la decisión porque nadie lo había hecho, porque son tierras frías y sólo hay kikuyo (un tipo de pasto), por donde quiera que mire sólo hay de eso”, y lo dice sacando ese espíritu aventurero que suelen tener los antioqueños. Suena fácil cuando lo explica.
Pero para tener los primeros resultados fue necesario escuchar la voz de expertos y empezar la renovación del predio de 18 hectáreas. “Separamos una franja de un metro de ancho, aislamos a ambos lados con una cerca para que el ganado no se comiera lo que sembramos y así los árboles cogieran fuerza e hicimos divisiones de potreros”.
Construyeron un nuevo sistema ambiental. Mejoraron la calidad de vida de las 64 vacas. Aumentaron el nivel de oxígeno de la región. La tierra es más fértil. Y la organización de ‘El Balcón’ es evidente. (Lea ‘El pago por Servicios Ambientales para los ganaderos es una realidad’)
“Con esos árboles llegaron cucarrones que mueven la tierra, cogen los excrementos de las vacas los dejan en el fondo y mejoran la calidad de la tierra porque hay más alimentos para los animales. Es que el que se mete en la ganadería debe saber que antes de ser ganadero debe ser agricultor, porque los animales también comen. Si talan árboles, ¿entonces qué nutrición va a tener una vaca?”, enfatiza Alba Lucía. (Lea ‘FAO pide que se generen nuevas políticas para el sector agroforestal’)
“Al implementar en los potreros tilo y botón de oro (plantas fuente de forraje), se proporciona una fuente de proteína importante para los animales y al tener árboles como Acacias y Eucaliptos las vacas tienen un área de sombrío, aireación en el suelo y madera, entonces una de las ventajas que tienen es la reducción de costos y le generan una vida más saludable a las vacas”, comenta Alejando Avendaño Sierra, profesional en Gestión de Proyectos Estratégicos de Fedegán.
La unión familiar, clave para el futuro de la ganadería
Tal vez sin proponérselo, Alba junto con su esposo están formando una generación de jóvenes promotores de la defensa y conservación del medio ambiente e igualmente disminuyendo la deserción en el campo. Su hijo mayor reside en Bogotá, estudia Ingeniería Civil y pretende regresar a San Pedro de Los Milagros para sembrar una semilla de lo aprendido y ser multiplicador de conocimientos. El menor aún está en el colegio.
“A ellos les gusta la ecología, los árboles y hoy en día quieren más la naturaleza. Les he enseñado a que hay que ser más integral en la producción de la vida, aumentando los niveles de oxígeno, sembrando comida para los animales y también para los seres humanos”, finalmente ellos serán los herederos de la ganadería sostenible que hay en ‘El Balcón’.
Finaliza diciendo que en Colombia “no hay tierras malas, sino mal manejadas”, lo dice con conocimiento de causa porque “manejar el concepto: -las plantas son seres vivos como las vacas y como yo- es muy difícil y no todo el mundo lo asume, pero si la gente escuchara y se dejara asesorar se daría cuenta que el ganado bien alimentado también paga”.