Con su esquema Silvospatoril intensivo, aumentó su carga animal en 122 por ciento en los últimos ocho años, al pasar de un hato 45 animales a 100 bovinos. Y su índice de preñez del 65 al 90 por ciento. Juan B. Jaramillo, es ganadero de Salento en Quindío - Valle del Cocora, donde estableció su unidad productiva San José de Cócora especializada en lechería. Es economista y administrador y se considera de origen campesino. Llegó allí hace 21 años, luego de trabajar en diversas compañías de seguros y de haber sido productor cafetero y desplazado por la violencia. Tenía unos lotes en Salento y llegó para dedicarse a la ganadería bovina. “Solo habían palos de mango y pastos”, dijo. Luego de muchos esfuerzos y trabajo, hoy tiene además de la ganadería un sistema silvopastoril intensivo con muchos árboles y las palmas de cera más altas del país, que son insignia de Colombia y actualmente figuran en los billetes de $100 mil. San José de Cócora, es una finca piloto del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible y además, tiene certificado de excelencia de organizaciones internacionales. Este ganadero ha adquirido tanto conocimiento sobre el tema que le parece insólito que exista una ganadería ajena al silvopastoreo porque permite reducir emisiones de gases efecto invernadero y capturar carbono, es decir, contribuir a mejorar el ambiente. “Si no sembramos árboles estamos condenados al apocalipsis”, exclamó. De hecho, se convirtió en conferencista y consultor y su unidad productiva recibe la visita de estudiantes e investigadores de origen nacional y extranjero. Produce leche y genética Actualmente tiene 72 hectáreas de las cuales el 30 por ciento son dedicadas a SSPi. Maneja la raza Ayrshire puro y vende genética. Aumentó su carga animal en 122 por ciento en los últimos ocho años, es decir, entre 2010 y 2017, al pasar de un hato 45 animales a 100 bovinos. “Actualmente produzco en promedio 650 litros diarios y los vendo a Colanta. En los últimos dos años el precio ha subido de $1.000 a $1.250 el litro, es decir, el 25 por ciento”, indicó. (Lea: En Quindío preocupa bajo precio de leche e informalidad) Para alcanzar ese precio realizó inversiones en tiempo y dinero en seis aspectos claves, para aportarle valor agregado al precioso líquido. Control de la mastitis, manejo de frío -invirtió en la compra de un tanque con sistema de enfriamiento cuya capacidad es de 2.000 litros-, certificaciones de Buenas Prácticas Ganaderas, Brucelosis y Tuberculosis y manejo de bacterias. “Tengo una vaca de ocho años de edad que me produce un ternero al año y muchas leche”, indicó. La pasteurizadora que compra su leche le ha confirmado la buena calidad de su líquido y que contiene alta proteína. “La aumenté de 3,05 a 3,2”, expresó. Contó que es importante tener conocimiento y transferirlo a los hijos, colegas, técnicos, estudiantes y trabajadores. Asistió a dos de las nueve giras internacionales que ha realizado Fedegán, a Nueva Zelanda y a Brasil. (Lea: Gira a México, todo un ejercicio de transferencia de conocimiento) Le pareció espectacular ver ordeñar 5.000 vacas en tan poco tiempo y la tecnología de punta que usan las ganaderías. “La ventaja de Colombia es que no tenemos que estabular el ganado”, replicó. Tasa de preñez del 90 % En el esquema de reproducción mantenía un nivel de preñez del 65 por ciento, aplicaba la inseminación artificial, toro y repaso. Hace tres años adquirió un aparato llamado ʻCelotoroʼ, que permite mediante un chip que coloca en la cola de la vaca, aprovechar el momento del celo sin perder tiempo. Cuando la hembra entra en celo, el toro tiene asimismo una antena que le avisa y la monta. Este aparato informa al sistema computarizado dicho episodio. A las 10 horas se sabe si la preñó o no. “Cuando una hembra entraba en celo a la madrugada, se perdía tiempo del celo, porque nadie estaba pendiente a esa hora, pero con dicho dispositivo no tengo ese problema”, manifestó. De esta manera y unido al SSPi y sus ventajas, logró aumentar del 65 al 90 % el índice de preñez y maneja un intervalo entre partos de 140 y 180 días. Pastoreo y silvopastoreo La ganadería de Salento-Quindío, que se encuentra cerca al nevado del Tolima, maneja pastos kikuyo en un 70 por ciento y raigrás en 30 por ciento. En verano aplica el método de aspersión y en invierno abonos orgánicos. Igualmente cercas vivas con electricidad que formó con árboles de Tilo y gramíneas como el Botón de Oro que alcanza hasta 5 metros de altura. Tiene dos quebradas por donde circula agua y a los lados ha sembrado árboles maderables. “Es un bosque que combino con la palma de cera -ya que esta es la tierra donde nace- acacia negra y japonesa”, recalcó. Considera que el esquema silvopastoril intensivo, es confort para su ganado, es sombra, producción de biomasa y un corredor ambiental. “Es un mecanismo de equilibrio para el ecosistema, es tranquilidad para los bovinos y su mecanismo para defenderse del calor, que dicho sea de paso, se revierte en mayor producción de carne y de leche”, explicó Jaramillo. Ganadería con turismo Juan B. Jaramillo, combina la ganadería con el turismo. “Ahora con la paz el turismo se va a reactivar porque Colombia tiene hermosas regiones”, opinó. Ofrece en su finca hospedaje para 15 personas a las que les programa cabalgatas y también caminatas. También tiene el restaurante ʻDonde Juan B, Bosques de Cocoraʼ. “La gente es feliz al encontrarse en medio de árboles y de ganado. Los niños son felices viendo el ganado y lo acarician. Algunos han presenciado el nacimiento de terneros y han aprendido a ordeñar”, precisó. Este productor considera que la ganadería tiene mucho futuro y que puede ser muy competitiva si se realiza en armonía con el medio ambiente. “Podemos formar de las fincas unas Panaca chiquitas, así el impuesto predial siga aumentando y sea tan costoso”, sostuvo. (Lea: El papel de los ganaderos en la conservación de los páramos)