“Este señor que tenemos acá, es una eminencia. Tiene más años que yo trabajando en esta entidad y creo que conoce mejor el campo que yo. A personas como él se tienen que conocer”, me dijo Juan Lucas Restrepo Ibiza, director ejecutivo de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, Corpoica, justo un día previo al lanzamiento del Laboratorio de Reproducción Animal, LRA, refiriéndose a Samuel Correa.
De overol, como el LRA lo requiere, estaba Samuel Correa, un santanderano oriundo de Capitanejo. Nacido en el campo, desarrolló sus habilidades entre el cultivo de pancoger que había en su casa. Salió como bachiller técnico en 1979 del Instituto Técnico Agrícola. Luego empezó a trabajar en las grandes ligas rurales para aportar sus conocimientos, su tiempo y su interés a la investigación en este sector. (Lea: Los alimentos: el nuevo ‘oro verde’ del mundo)
“Mi primer trabajo fue como asistente técnico en un programa que tenía el Gobierno nacional, que se llamó Desarrollo Rural Integral, DRI, en 1980, el cual consistía en llegarle a pequeños y medianos productores que utilizaban un crédito, que para ese entonces era de bajos intereses. Desde ese momento me dediqué a todas las actividades relacionadas con el campo”.
Dice que su fortuna fue haber nacido en una familia campesina, en áreas donde el minifundio estaba en su pleno apogeo, porque eso lo hizo interesarse en la producción agropecuaria, en especial, porque de pequeño se dio cuenta que de la tierra viene lo que necesita toda una nación para nutrirse. Explica que creció con tareas como el ordeño de las vacas, la cosecha de cultivos de cereales como maíz y trigo, algunas veces el tabaco.
(Foto: Corpoica)
“Toda mi vida he sido empleado del sector agropecuario”, menciona. Su primer trabajo lo inició en una Secretaría de Agricultura, luego, pasó como auxiliar de investigaciones en el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, desde ahí, y cuando se llevó a cabo la reestructuración de esta entidad, nació Corpoica en 1993 y es donde actualmente presta sus servicios. (Lea: Participe en I + D, espacio para mejorar la democracia a nivel nacional)
“Desde que inicié mis trabajos en ambas entidades, siempre estuve interesado por la reproducción animal, todo lo que tiene que ver con biotecnología, con la conservación de las razas bovinas criollas y colombianas, tanto In Sito, como In Vitro. Mi experiencia ha estado centrada en la congelación de semen y en la porción de embriones, en la búsqueda de metodologías para la absorción de ovocitos, la fecundación de estos y encontrar espacios de desarrollo para los mismos, todo para llegar a donde estamos hoy”, asegura el santandereano, quien agrega de inmediato que su papel se ha centrado en el acompañamiento y asistencia de estos procesos de investigación.
Cualquiera pensaría que dejó a un lado la parte agrícola para tener un mayor conocimiento en el área pecuaria, pero Samuel asegura que no. Él se ha mantenido actualizado porque estudió en el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, donde se graduó como Técnico de Cultivos Agrícola. “También hice estudios en producción agrícola, entonces no he descuidado las 2 partes”, e insiste en lo que muchos dicen: “para obtener ganadería se necesita algo de agricultura, finalmente los pastos son cultivos”. (Lea: Empresarios casanareños disfrutarán de software pecuario)
Sus mayores aportes han sido las asistencias de proyectos como la producción de embriones In Vitro. “Para la década de los 80 y los 90 teníamos laboratorios en condiciones precarias, lo cual dificultaba que se obtuvieran buenos resultados. Lo que esperamos con el LRA y las investigaciones es que la producción sea una realidad y que se pueda socializar más y más a pequeños y medianos productores. Esta biotecnología la usaba la gente que tenía todos los recursos para contratar servicios especializados”.
(Foto: Corpoica)
“La idea es que todos los productores tengan una mejor productividad una mejor calidad de vida. nací en una pequeña familia que tenía esas limitaciones y creo que todo el país merece crecer, queremos que la gente se forme en la transferencia de embriones”, añade.
Pero más que aportes, para él lo más importante es el aprendizaje que se adquiere en esta entidad, en especial en tecnologías que no han sido socializadas. “Me gustaría poderlas transmitir a esas personas que no han tenido suficiente acceso, en especial a los pequeños productores que no han tenido la oportunidad de estar en contacto con este tipo de conocimientos. Me da mucha alegría ver cuando nace un ternero de esas vaquitas que llamamos 7 colores, es decir que se les puede inseminar con un semen de alto valor genético, para así tener la dicha de poseer una cría de mejor calidad”. (Lea: Encarrilar las políticas lecheras)
Por eso para él es clave que las entidades privadas y públicas participen y contribuyan con el crecimiento del sector rural. “El ser humano depende del campo, si no aseguramos la alimentación de las generaciones futuras, vamos a desaparecer. Las organizaciones deben mirar al agro, porque es una fuente de economía grande”.
Samuel explica que el campo ha tenido cambios importantes: antes, los niveles de erosión no eran tan altos, no se usaban mal las tierras que hoy se fueron acabando, ello ha obligado a que se generen nuevos conocimientos para que el suelo no se convierta en un desierto.
“Se han sacado nuevas variedades, en la ganadería se ha trabajado en la producción de animales resistentes al clima y parásitos, hemos tenido que buscar nuevas alternativas, antes no se suplementaba, pero hoy por hoy, por el mal uso que le hemos dado a la tierra y al recurso hídrico, hemos tenido que ayudarles a las plantas y a los animales con productos artificiales. El cambio ha sido grande, pero estamos tratando de volver a la producción limpia”, reflexiona Samuel, quien continúa su trabajo en el que hoy es el laboratorio de reproducción animal más importante de Colombia.