De pequeños casi todo los niños desean ser médicos, pilotos o astronautas, en algunos casos futbolistas o estrellas de rock, pero ninguno se visualiza como martillo, ese oficio al que se dedican muy pocas personas pero que requiere tanto o más talento que cualquiera de las profesiones citadas; ese en el que Ricardo Barreneche ha logrado posicionarse como el mejor del país.
Su cercanía con el campo lo condujo a pensar, desde pequeño, en involucrarse en alguna actividad relacionada, pero lejos estaba de imaginarse que se convertiría en martillo, un trabajo en el que utilizando dicho objeto se encargaría de vender objetos en subastas, pero de hacerlo con tal pasión, con una dedicación tan única e imprimiéndole tal dignidad y cariño que su nombre es hoy un referente obligado en la materia.
Los inicios de Barreneche
Corría el año 1972 cuando un tímido muchacho decidió servirle como colaborador al martillero Roberto Heinsohn de Brigard. “Mi trabajo consistía en decirle al oído los nombres de las personas que entraban a ser parte de una puja. No había paletas; en eso duré 6 años”, relata Barreneche, quien explica que tras su retiro en 1978 Heinsohn lo invitó a acompañarlo a ejercer este trabajo, el cual aceptó a pesar de su timidez. (Galería: A sus 74 años, Don Jorge ofertó y ganó)
Así como los deportistas recuerdan siempre la fecha de su debut, este martillero no olvida nunca que su primer remate fue en 1978, en la Hacienda Montenegro del Fondo Ganadero de Antioquia. “En esa oportunidad me llené de pánico y le dije a Roberto que me sentía incapaz de hacer el remate. Él me insistió y al final vencí la timidez. Tomé el micrófono e inicié mi carrera”.
35 años de una fructífera carrera
Quienes conocen la trayectoria y la forma de trabajar de Barreneche aseguran que es una persona íntegra, que a pesar de los años que lleva en esta actividad, sigue ejerciendo con la misma seriedad y profesionalismo que lo han posicionado como líder a nivel nacional y experto reconocido en el segmento internacional.
“El tema de los remates tiene un ciclo, él va y conoce el ganado en la finca, pregunta todo sobre los ejemplares que serán objeto de la venta y se entera de toda la genética que tiene el animal para así venderlo con facilidad”, explica Virna Latorre, quien se desempeña como asesora de comunicaciones en varias de las asociaciones ganaderas más representativas del país y que por lo mismo ha sido testigo de muchas jornadas de trabajo del martillero.
Cuando uno tiene la oportunidad de asistir y presenciar uno de los remates de Ricardo Barreneche entiende muchas de las razones de su innegable éxito. No se trata solo de de su carisma, ni de caballerosidad, ni de su don de gentes; lo es también el hecho de saberlo un hombre conocedor del tema, una persona íntegra y alguien que tiene esa facilidad de dejar contento a todo el mundo. (Lea: 30 ciclos de vacunación en 15 años)
“Es un hombre concentrado y totalmente consagrado a su trabajo, que solo se dedica a ser martillo y del que habla su transparencia en el negocio”, sostiene Latorre.
Barreneche, a quien se le siente la emoción cuando habla de lo que ha sido su carrera, no duda en afirmar: “lo mejor de mi trabajo es sentir la satisfacción de compradores y vendedores en la comercialización de los productos. Afortunadamente ha sido un recorrido lleno de satisfacciones personales donde no existe campo para asuntos desagradables".
Para Juan Gonzalo Santamaría, hombre reconocido en el mundo de los remates, la clave de Ricardo Barreneche es su “conocimiento de la gente y del ganado, la agilidad para ubicar a las personas, una buena memoria y una muy buena dicción”.
Al igual que Latorre, Santamaría coincide en afirmar que el martillo “ha sido un hombre profesional, persistente y serio, que conoce el tema y sabe cómo presionar un poquito al comprador para lograr el efecto del remate; de lejos el mejor del país”.
No es fácil triunfar en este oficio, son muchas las artimañas que hay de por medio, muchos de los que tratan de obtener algún tipo de ventaja, que se presta para engaños y mentiras constantes y en el que los ‘vivos’ se creen con derecho a pasar por encima de todos. (Lea: Un mensaje de texto para saber cuando su vaca esté en celo)
Ricardo y su martillo han luchado desde siempre contra todo eso, buscando dignificar el oficio, dejar en alto la profesión y convertirse siempre en un ejemplo a seguir.
“La clave es la honestidad, tener carácter, independencia comercial (no comprar ni vender productos en los remates en los cuales se actúa como martillero), equilibrio y responsabilidad”, asegura el martillo colombiano.
Curiosidades del martillo más famoso de Colombia
Luego de 35 en el oficio son muchas las historias que cuenta Ricardo Barreneche, y cada una puede ser más curiosa que la anterior.
Este hombre confiesa que han sido mucho los productos que han pasado por sus manos en el transcurrir de los años y lógicamente hubiera querido comprar muchos por su calidad, belleza y oportunidades en el precio base. (Lea: El hombre que se aventuró a criar la raza Guzerá en Colombia)
Cuando se le pregunta por lo más extraño que ha subastado cuenta entre risas: “en 2001 rematé un pato en 4 millones de pesos, dinero destinado para un candidato a la Presidencia de la República.”
Tan extraño como el caso del pato puede citarse el caso de un vestido cuyo valor estimado era de un millón 200 mil y al final se vendió en 13 millones 200 mil pesos.
Hasta a su familia le ha servido el trabajo del martillero. “Un día mi hija Lina María, me comentó que había ofrecido mis servicios para ayudar a un compañero de la universidad cuya familia había tenido un revés económico y no podía seguir pagando sus estudios. Organizamos una subasta en la que tanto profesores como alumnos aportaban algo para ser vendido (dibujos, ropa, música, comida, etc). Lo más curioso de esto fue que decidieron subastar una salida para consumir un sándwich en compañía de alguno de los profesores que más les gustaban a las alumnas, por uno de ellos alguna ofreció 500 mil pesos. Fue tal el éxito de la subasta que no solo sirvió para ayudar a este compañero sino a muchos otros que estaban pasando por dificultades económicas".
Otra anécdota que provoca mucha risa es narrada por Barreneche así: Hace unos 15 años, en una subasta de arte en el museo El Chicó, me enredé en el cable del micrófono, lo que ocasiono una caída. Desde el suelo dije que no me levantaba hasta que mejoraran la puja, lo cual ocurrió de inmediato.
Recomendaciones del martillero
Seguramente nadie en la familia de Barreneche se imaginó que uno de sus miembros terminaría siendo el martillero más reconocido de Colombia, que sería distinguido como uno de los mejores en la región y que su nombre se convertiría en un referente para todo aquel que se interesa por seguir sus pasos.
Interrogado sobre pautas para alguien que quisiera seguir sus pasos, el martillo acude a su humildad y apenas atina a decir que “ante todo debe ser una persona juiciosa, seria, responsable, honesta y que sienta pasión por la comercialización a través de la venta pública”. (Lea: Una vida entera preparándose para las ferias ganaderas)
Ricardo venció su timidez, esa que en la década que de los años 70 casi priva al país de su talento. Pero luego, el paso de los años lo ha hecho conocer los secretos del oficio. “Indiscutiblemente es importante cuidar la voz, no fumar, no tomar licor, tener muy buen estado físico y una excelente concentración”, cita entre ellos.
Sus mejores martillos son los de ébano, madera finísima que le fueron encargados a un amigo en la zona de Urabá, objetos que hasta el día de hoy “nunca se me ha pasado por la mente subastar”, confiesa entre risas.
Para muchos no existiría pasión alguna, luego de tantos años en los mismos eventos, puesto que hay quienes lo considerarían aburrido y tal vez hubieran buscado otra alterativa laboral, pero este hombre no ha perdido la emoción, sino que vive con intensa pasión lo que hace. “Para mí el próximo remate es el primero, siempre me he mantenido en periodo de prueba, por lo tanto no existen remates repetidos", asevera este martillero.