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Granja Ecológica Agroindustrial La Esperanza, Agrosol, Inbionova

Foto: Cortesía.

cronica

Granja Ecológica Agroindustrial: una apuesta por el medio ambiente

por: - 31 de Diciembre 1969


Todo empezó al inicio del siglo XXI, el fracaso de un negocio en materia de energía solar fue la razón para que Fabio Aristizábal dejara la ciudad y comprara una pequeña finca en el Quindío. Allí dio origen a una explotación de tal nivel que produce todo lo que necesitan 3 compañías de distintos segmentos.   En esa aventura siempre contó con el apoyo y fiel respaldo de su esposa, Luz Marina Gómez, quien lo ha venido acompañando desde hace más de 30 años por el camino de la vida. La producción de café fue el punto de partida. (Crónica: De cómo un productor de leche decidió cambiar al negocio de la carne)   Don Fabio empezó a producir el grano durante muchos años de forma tradicional: uso de fertilizantes, químicos y algunos productos que le permitieran erradicar la temida y molesta broca. Sin embargo, el uso permanente de esos productos generó serios daños sobre el ambiente.   Su esposa, con voz pausada, me cuenta que los pájaros dejaron de volar sobre los cafetales, los microorganismos del suelo empezaron a desaparecer y lo peor de todo es que la salud de ellos se fue deteriorando poco a poco.   “Fabio es muy curioso y le gusta hacer cosas, al ver esa situación creó una máquina que erradicaba la broca por completo sin necesidad de usar los químicos. Dejaba el grano limpio y exterminaba la hembra que causa la enfermedad”, cuenta con alegría doña Luz Marina.   Pero ese ingenio no paró ahí, desde ese momento el líder de la casa se dio cuenta que debía retirar de su finca todo rastro de químicos, con lo que no solo la salud de la familia Aristizábal Gómez mejoraría considerablemente, sino que los ecosistemas volverían a funcionar con total normalidad. (Cronica: Combinando la docencia con la ganadería)   Tras ese cambio y pensando en proveer alimentos sanos, don Fabio, doña Luz Marina y sus 3 hijas empezaron a sembrar diversos productos: frutos, plátano, cítricos, hortalizas y legumbres; también fueron apostándole a la cría de ganado, pollos, gallinas, ovinos y hasta conejos. Todos alimentados de forma natural, sin tóxicos ni químicos.   Inicialmente todos esos productos eran pensados para el consumo humano, pero la sapiencia del jefe de la casa los llevó a tomar otra determinación: concebir la Granja Ecológica Agroindustrial La Esperanza, un negocio que sin ayuda del Gobierno o alguna entidad estatal se volvió totalmente amable con el ambiente y sin causar ningún tipo de efecto que atentara sobre el ecosistema.   “Todo lo que he hecho ha sido fruto de mi bolsillo, no hemos tenido apoyo de absolutamente nadie. Cada vez que buscamos un auxilio nos dan una golpiza, pero todo ha ido cambiando porque nuestra explotación está dando resultados. Al principio se burlaban de nosotros”, lamentó don Fabio.   Además de esa actividad, la familia tiene 2 estructuras de negocio adicionales y en las que ha ido incursionando por cuenta de lo que a punta de ensayo y error han hecho en su finca: una línea de abonos y productos biológicos en favor de los frutos que hay en el predio, y otro más de alimentos naturales y preparados.   El primero surgió debido al trabajo ecológico que se planteó don Fabio y el segundo como respuesta a una alimentación más sana, sin químicos, conservantes ni elementos que atenten contra la salud. Todo es de origen orgánico y está pensado especialmente en aquellos que tienen enfermedades como cáncer o VIH en donde es necesario nutrirse adecuadamente para soportar las consecuencias de dichos males. (Crónica: Dieta Barf: la revolución en alimentación de perros)   “¿Por qué la gente antes duraba tanto?”, me pregunta doña Luz Marina y responde: “porque todo era natural, todo provenía del campo y nada era empacado o con conservantes. Ahora hasta hay niños con cáncer, eso se debe a la alimentación”, dice con voz de preocupación.   Agrosol   Es una de las 2 empresas que tiene la familia Aristizábal Gómez y que proviene de todo lo obtenido en la granja. Allí comercializan productos funcionales a base de quinua, soya, y otro tipo de elementos naturales que mejoran la salud y permiten que el organismo tenga un mejor comportamiento.   En total son 9 productos los que distribuye la compañía, todos cuentan con registro Invima y fueron obtenidos a raíz de las investigaciones que don Fabio ha realizado y en las que ha trabajado desde hace 15 años.   Inbionova   La empresa está dedicada a la fabricación de insumos biológicos, orgánicos e inorgánicos, en donde ofrecen alternativas limpias a agricultores y ganaderos ubicados en Quindío o en otras zonas de Colombia. Su objetivo es proporcionar herramientas y conocimientos para que la producción sea más saludable y amigable. (Crónica: Tierra Buena, una ganadería responsable con el medio ambiente)   Hay productos para animales, vegetales o incluso para el aseo del hogar, todo debidamente probado y con registros ICA, por lo que aquellos productores que estén en camino a certificarse como ‘verdes’ pueden acceder a ellos sin arriesgar el trámite que están llevando.   Al terminar de hablar con don Fabio y quien apela a su sapiencia me dice que el potencial agrícola y pecuario de Colombia es muy alto, pero lastimosamente no se han dimensionado las posibilidades de que el país sea una despensa de comida para el mundo.   “Seguimos importando grandes toneladas de alimentos sin darnos cuenta que todo eso podemos producirlo acá, incluso de mejor calidad. Tenemos la tierra y los recursos naturales, pero hace falta voluntad del Gobierno para que esas posibilidades del sector se materialicen y sean una realidad”, remató.   Hoy las 3 compañías trabajan de la mano, capacitan productores, dictan charlas a niños y buscan un mejor futuro para quienes siguen apostándole al sector agrícola y pecuario. (Crónica: Para ser un buen ganadero hay que salir de la finca)