Los toros de Mondoñedo desde el año 1979, tienen la sangre Contreras, un encaste único en el mundo, ya que en España está casi desaparecido. Es un toro muy serio y encastado, de mucha personalidad, que transmite emoción al público. Requiere que sus matadores lo lidien sin cometer errores, por lo tanto no es un toro apetecido por la “figuras” del toreo, pero sí por los grandes aficionados al toro bravo. Mondoñedo que ya casi cumple 100 años de existencia (fundada en 1923 por don Ignacio Sanz de Santamaria) generalmente triunfa en las temporadas taurinas de la plaza más sería de América, la Santamaría de Bogotá. Inclusive ha logrado el indulto de varios de sus sus toros en está importante plaza como el reciente ʿTocayitoʾ, indultado en la temporada del año pasado y premiado como el toro mas importante de toda la temporada nacional 2016-2017. Los ganaderos en Colombia mantienen vivo su interés por conocer no solo la historia de esta empresa productora, si no cómo realizan sus prácticas de producción con estos sementales. La curiosidad también radica en gran parte de los aficionados a la fiesta brava que siempre en cada temporada capitalina, manifiestan su deseo de ver los toros de Mondoñedo, eventualmente ser lidiados por los toreros más famosos del mundo, pues estos reuyen a la casta y temperamento de estos exigentes toros. ¿Cómo se creó? Ha sido presidida por la familia Sanz de Santamaría -que va en su cuarta generación-. Actualmente las riendas las tiene el bisnieto de su fundador Don Gonzalo Sanz de Santamaría, quien relata lo que ha vivido su familia en los 95 años precedentes. La historia comienza en 1918 cuando Don Ignacio Sanz de Santamaría, que vivía la mitad de su tiempo en Europa y la otra, en Colombia, se hizo amigo de ganaderos muy importantes de la época como el Conde de Santa Coloma y el Duque de Veragua, y así nace su sueño de fundar la primera ganadería de lidia en Colombia. (Lea: La naturaleza de los toros de lidia) Sin embargo, para entonces ya era empresario de la plaza de toros de San Diego de Bogotá, plaza construida en madera donde hoy se ubica el Hotel Tequendama y la llamaban el Circo de San Diego, a la que le proporcionaba toros de España para ser anunciados en compañía de la gran mayoría de los toros que eran criollos (llaneros y paramunos) En 1918 decide montar una ganadería brava y sigue el ejemplo de los ganaderos mexicanos unos diez años antes, quienes cruzando vacas criollas con sementales puros Españoles, tuvieron magníficos resultados. Estas vacas que habían traído las comunidades religiosas a toda la america hispana para subsistir y para defender sus predios, era ganado bravo sin seleccionar. Hoy en día en algunos lugares de los Llanos Orientales y páramos todavía se encuentran. En varios pueblos y provincias se dan festejos taurinos con este tipo de toros. Antes era un animal más popular porque no había más opciones para lidiar, pero con tantas ganaderías bravas, actualmente los empresarios de los pueblos y los alcaldes, acuden a comprar el ganado de lidia, de casta. Mi bisabuelo probó más de 1.200 vacas criollas y seleccionó las 260 más bravas. Les puso 5 sementales de Santa Coloma, línea Ibarra Murube y 3 del Duque de Veragua y ahí nace la ganadería Mondoñedo en 1923. (Lea: Colombia, epicentro mundial de los toros de lidia) La plaza Santamaría Después, desafortunadamente, también se mete en la gran obra de construir la plaza de toros de Santamaría. En ese tiempo se llamaba Plaza de Toros Bogotá. Arranca en 1928 y lo agarra la gran crisis económica mundial. La famosa deflación de 1929 a 1931 y pierde su fortuna, entre ellas la Santamaría. Eso moralmente, lo afecta y una neumonía le causa la muerte siendo muy joven, de 56 años. Sin embargo, mi abuelo José logra salvar la plaza. Los bancos se quedan con este recinto y la iban a tumbar. Ya estaba 100% construida en obra gris, le faltaba la fachada. La cede al Distrito, para que no la tumben y siga haciendo las temporadas taurinas y fomentando la fiesta y la afición. La Alcaldía de Bogotá se queda con ella, ya que no solamente se hacían espectáculos de toros, sino boxeo, lucha libre, basquetbol, conciertos y obras de teatro. La fachada final la termina un tío abuelo, el doctor Carlos Sanz de Santamaría, 15 años después al ser alcalde de Bogotá. Encaste Contreras Mi abuelo continúa con la ganadería y sigue importando toros de Santa Coloma, pero elimina todo lo del Duque de Veragua, porque consideró que no funcionaban bien para sus pretenciones. (Lea: 5 virtudes de la raza autóctona de Lidia) En 1979, ya en manos de mi padre Fermín Sanz de Santamaría, importa sementales y vacas también de la línea Ibarra, pero ya no de Santa Coloma sino de un encaste que se llama Contreras. Este encaste atrás también tiene la afinidad original de la ganadería, el Ibarra-Murube. Se busca esa afinidad de sangres ganaderas, de ahí que continúa por esa línea. Contreras es marcadamente diferente porque es un toro de una personalidad única, bravo, encastado y le da un sello y un carácter a la ganadería muy especial desde los años 80 en adelante. El Contreras es un toro muy serio y encastado, de mucha personalidad, que transmite emoción al público. No es un toro fácil y requiere que sus matadores lo lidien sin cometer errores, por lo tanto no es un toro apetecido por la “figuras” del toreo, pero sí por los grandes aficionados al toro bravo y encastado. Esa línea no es apetecida por los toreros porque es un animal exigente. Si no le hacen las cosas bien, ese toro cobra. Comercialmente no es una raza agradecida. No es fácil que las empresas y los toreros nos compren corridas. Aunque al público y al aficionado, en cambio, sí les apasiona. Los toreros terminan agradeciendo, porque si le hace bien las cosas al toro, como transmiten tanto, tambien "sus matadores terminan triunfando con mucha fuerza.” Posteriormente Don Fermín muere en octubre de 2016 a los 86 años de edad y la ganadería continua con su legado. La producción La producción de toros de lidia es complicada porque necesita espacios amplios y cercados seguros. No me puedo dar el lujo que un toro se salga a una carretera o a la vecindad. (Lea: El secreto de la crianza del toro de lidia) Requiere de un manejo especial. Los vaqueros son sometidos a un entrenamiento intenso. El toro de lidia de Mondoñedo se maneja con respeto. Todo se hace a caballo y se usan animales mansos o cabrestos para manejar el ganado de un sitio a otro. Es una actividad costosa y de paciencia. Todo se hace con calma, admiración, respeto y afición, porque manejar ganado bravo, es jugarse la vida en todo momento. Del resto, la producción es igual a la de cualquier ganadería de carne en la que se hace selección. Las vacas también son bravas y se seleccionan en los famosos tentaderos toreandolas en la plaza de la misma ganadería. Los toreros aprovechan para entrenarse y los ganaderos, a la vez, vemos qué tan bravas son las vacas para dejarlas como futuros vientres o desecharlas. Los machos se dejan quietos. Por los resultados de las madres y de las hermanas, lo que llamamos las reatas o líneas de sangre, decidimos qué toro va a una plaza u a otra. En una ganadería de lidia más o menos la mitad de una producción son hembras y la otra mitad, machos. A las hembras seleccionadas se les pone un semental, que puede ser comprado o probado por líneas genéticas, haciéndole la tienta y seleccionándolo. La otra forma de seleccionar es en la plaza cuando salen toros excepcionales y los indultan. El ganadero decide si vale la pena ponérselo a un lote de vacas o si lo desecha por cualquier cosa que no le gusta. También existe la inseminación artificial que es complicada, las vacas no son fáciles, hay que ponerles un tranquilizante. Igualmente complicado es detectar sus calores. Hay ganaderías dedicadas a la inseminación porque no tienen suficiente raza como para sacar sus propios sementales.