Durante una visita a la empresa Manuelita Aceites y Energía S.A., en Restrepo, Meta, el gerente general de la empresa, Juan Miguel Jaramillo, habló de un proyecto del cual dijo sentirse orgulloso. Se trata de la construcción de casas en la población de Surimena, el cual beneficia a cerca de 1.000 o 2.000 personas.
“Gran parte del personal vive aquí y se trasladan en moto o en bicicleta hasta la planta. Estas casas hacen parte de un barrio que construimos en donde habitan inmigrantes muy pobres que llegan buscando empleo; en definitiva, nuestros trabajadores son los ricos del pueblo, porque tienen un ingreso fijo, salud y educación. Es decir que tenemos un plan de responsabilidad social enfocados en estas comunidades”, aseguró Jaramillo. (Lea: Una charla informal con el gerente de Manuelita Aceites y Energía S.A.)
Pero la empresa no solo tiene planes de construcción de vivienda nueva, también contribuyen con el mejoramiento de las casas de aquellos pobladores que ya residían allí, debido a las construcciones “básicas”, como comentó el gerente de la empresa. Por ello, la entidad privada, en respuesta al cumplimiento del postulado que tiene Naciones Unidas de Vivienda Digna, aseguró que los habitantes invierten en aspectos como enchapes en baños y cocina e incremento en la altura de los techos. Por ello, las edificaciones se caracterizan por tener 90 metros, de los cuales 50 son construidos y 40 en patio.
“Nuestra idea no solo es construir viviendas para nuestros trabajadores, también para los pobladores, lo que pasa es que en principio el requerimiento es alto. Este es un esfuerzo en el que están incluidos 3 entes que proporcionan la parte económica, $15 millones lo asumen ellos (los trabajadores) mediante un crédito con Manuelita Coop, una cooperativa, la otra parte la parte el Gobierno, que son $14 millones y nosotros aportamos todo lo que tiene que ver con la construcción de la misma y los servicios públicos”, agregó Juan Miguel Jaramillo.
Una de las beneficidas con esta iniciativa es Nubiola Otálora Quintero, habitante de Surimena, Meta, quien manifestó que su instalación en esta población fue precaria, pero que con el tiempo y la ayuda de la empresa, su vida, la de sus hijos y su madre, ha mejorado. (Lea: Fedepalma premió la creatividad visual y el empuje femenino)