Su voz es pausada, su rostro aparece sereno, la calma que emana en su postura no refleja sensaciones distintas a la tranquilidad; nada en el hombre que tengo sentado frente a mí delata la importancia de lo que hace, nadie pensaría que es el jefe del grupo de investigación de tareas especiales de la Polfa, encargado de desarticular bandas dedicadas a uno de los principales flagelos que sufren miles de colombianos.
Marcelo Preciado Cuenca* me recibió en su despacho en Bogotá, un cubículo como el de muchos oficinistas, con la diferencia que en este no hay desorden de papeles, no hay foto familiar, no reposa ninguna taza de café, la cesta de papeles está vacía y el oficial parece sentirse como un extraño, en un lugar que él mismo reconoce frecuenta pocas veces.
Ser malpensado por naturaleza podría ser el requisito para la gente que como él se dedica a enfrentar a quienes sin consideración alguna trafican productos de todo tipo: arroz, ganado, gasolina, leche, carne, por mencionar algunos de ellos. De su pericia para notar cambios en un contenedor, en identificar formatos mal diligenciados, para notar actitudes sospechosas, entre otras, depende en gran parte que la economía de todo un país no se vea afectada. (Lea: No hay excusas para no denunciar el contrabando)
Le pregunto si se llega a estar especializado en esto por vocación o solo por la obligación misma del servicio y me dice que “el policía debe ser integral y saber de todos los temas, y aunque como todo tiene sus momentos de estrés y complicaciones no por ello deja de ser algo muy agradable”.
Han pasado ya 2 años desde que comenzaron a funcionar como un grupo de tareas especiales. Preciado, con sus manos entrelazadas y la mirada siempre fija, me explica que comenzó trabajando en la parte operativa en puertos y fue allí donde inició su proceso formativo. Posteriormente lo llaman a hacer el curso de Policía Judicial para articular un grupo de investigación al interior de una división, pero luego de unas amenazas a su familia que lo trasladan a Nariño y complementa su aprendizaje en todo lo relacionado con el contrabando.
“Yo soy fundador”, asegura Preciado sin atisbo de duda ni mucho menos pena, mientras rememora los primeros decomisos que hizo de gasolina y las capturas correspondientes, hecho del que no olvida a una bebé que hacía parte de la familia que estaba detrás de la venta del combustible; golpe que hizo que lo tuvieran en cuenta y lo llamaran a Bogotá para comenzar la unidad.
Bogotá y Medellín fueron las siguientes ciudades a las que llegó a desarticular bandas, los chatarreros su objetivo, el resultado igual de contundente: golpes de impacto sobre temas específicos, capturas de incluso exfuncionarios y el reconocimiento de sus superiores por la eficiencia con la que operaba.
Pretendo llamar su atención sobre ello, pero él, sin falsa modestia sigue derecho contándome que en febrero de 2013 “se tiene conocimiento de un ingreso de ganado ilegal en la ciudad de Cúcuta , 74 animales, pero hubo un indicio que hizo que el grupo decidiera traer el expediente a Bogotá y nos damos cuenta que en realidad son 4.085 reses”. (Lea: La Polfa combate el contrabando sin ayuda de ICA e Invima)
No puedo menos que imaginarme a este señor con su grupo de trabajo desenmarañando papeles, haciendo conjeturas, preguntando por todo tipo de personas involucradas, pasando horas pegados a un teléfono.
Con la misma sencillez, sin misterio alguno, él me explica cuando le pregunto qué fue aquello que despertó sus sospechas, que las reses iban para un matadero de la ciudad lo que implicaba alguien debía estarlas esperando para el sacrificio y se debió generar una serie de contrataciones en el matadero para ello.
“Estando en la planta nos damos cuenta que había más reses a nombre de la persona que contrató el faenamiento, eso hace que el fiscal del caso indague por el origen del resto del ganado que está a su nombre. Entramos al matadero y constatamos con ganaderos y transportadores que los animales no tenían relación alguna con ellos. Preguntamos a Fedegán, al ICA, Invima para ceñirnos a toda la parte legal y judicial de estos casos y al final se pudo establecer que el ganado llegó de Venezuela”, relata con mesura, sin la emoción que podría generarle estarse refiriendo a los hechos de lo que concluyó como uno de los golpes más sonados en la lucha anti contrabando que se adelanta en Colombia.
Preciado Cuenca no se toma más de un segundo para responder, ni bien yo termino de preguntarle algo, él empieza a contestar con la certeza de su buen proceder, orgulloso de su equipo de trabajo y sin ánimo alguno de ser o parecer pretencioso.
Indago sobre lo que le parece más difícil de su trabajo, seguro que son muchas cosas, pero como a mí se me hace normal llegar a mi puesto de trabajo y enfrentar la realidad del sector rural del país, a él se lo parece dormir en hoteles de carretera, incluso en el carro que los moviliza por todo el país; comer poco, no poder ver a su familia, padecer de una sed indecible, entre otras. (Lea: Gremios piden celeridad para aprobación de Ley Anticontrabando)
Su respuesta de hecho me sorprende y llega sin apenas haber dejado pasar ese segundo al que hice referencia antes. “Lo más difícil es llegar a las entidades públicas con la orden para poder hacer nuestro trabajo y no recibir colaboración”, asevera. “Hay muchos sitios donde no hay disposición del funcionario, piensan que uno llega a arremeter contra la institución, y esto nos complica el trabajo en la parte judicial”.
Lo anterior no lo deja olvidar de sus muchachos, “a veces es muy duro verlos pasando necesidades, les da mucha hambre, el cansancio se hace evidente y toca parar el carro para dormir, pero esto se hace por amor al oficio”.
Él sigue hablando, me cuenta que recibieron la orden de recorrer durante 2 meses varias ciudades del país. Escuchar su relato me genera esa sensación de cuando en alguna película todos sabemos quién es el malo, el secuestrador, el que lleva la bomba, todos menos quien lo está buscando y queremos que se acabe para poder ver que todo sale bien. Según lo que me explica, a su unidad le pasaba algo similar, era tal el grado de compromiso y tanto lo que se habían inmiscuido en las entrañas de esta red que anhelaban llegar al final y descubrir a los responsables y dar el golpe final.
Amenazas las enfrentan de todo tipo, desde que se les vare el carro en el que van, pasando por fenómenos climáticos, hasta atentados de bandas criminales, por solo mencionar algunas. (Galería: El contrabando, un flagelo continuo que acaba con la economía del país)
Para poder conformar el equipo de trabajo, a cada uno de ellos les muestran qué y cuáles tipos de operaciones realiza la unidad. La formación policial viene desde la Escuela, pero ya para especializarse en Polfa se debe aprender la parte normativa que los rige, conocimientos específicos sobre los productos, para lo que tienen enlaces específicos dentro de cada gremio; todo esa parte teórica se complementa con la práctica en las calles. Se van integrando a equipos de trabajo que cuentan con ‘cancha’ y que ya tienen pericia en la identificación de contrabando.
“Aprenden a ‘caletiar’, saben cuando un carro viene con caleta, cuando un vehículo ha sido adaptado, identifican errores en la documentación; es algo que se transmite de generación en generación”, detalla el jefe de la unidad con la satisfacción de quien estuvo en el proceso desde su inicio y hoy recoge los frutos de ese trabajo.
Tiempo, esfuerzo, dedicación en altas dosis hacen parte de cada operativo, que en casos como el de Cúcuta pueden llegar a tardar hasta 1 año.
Rara vez ocupan los titulares de prensa, la recordación de los grandes golpes entre la gente es escasa, mucha gente critica lo que hacen, pero casi nadie se detiene a pensar que detrás de esto, por ejemplo en el caso del ganado, “luchamos por preservar el estatus sanitario del país, para evitar problemas con consecuencias incluso en el ámbito internacional”, sostiene el líder del grupo de investigación de tareas especiales de la Polfa.
Cuando el operativo en la ciudad fronteriza se formaliza con las capturas, simultáneamente se frena el ingreso de chatarra, de productos de aseo, de carnes y eso los ayuda a que la imagen de la Policía se refuerce y a transmitirle a los delincuentes el mensaje de que no hay terrenos vedados para las autoridades.
En estos momentos está en trámite la Ley Anti contrabando con la que se busca bajar los topes con los que se califica el delito y ello permitiría judicializar a más personas. (Lea: El contrabando sigue campante en Norte de Santander)
Sin pensarlo, sucedió algo que por primera vez durante los casi 45 minutos de charla hizo que la respuesta de Marcelo Preciado Cuenca no fuera inmediata, de hecho repitió la pregunta en voz alta mientras se daba tiempo de tener la respuesta, “¿Cómo me veo en unos años? Uhm, pues cuando yo comencé éramos 2, hoy en día somos 16 y me dijeron que seremos más. A futuro veo al grupo, a la Polfa y la unidad de investigación criminal a la par con los organismos de control que ya gozan de reconocimiento en el país, quisiera que la gente nos vea y sepan que somos Polfa".
Minutos antes de despedirme, la señora que colabora con el aseo de las oficinas pasa a desocupar una papelera que está vacía, casi tanto como el resto del cubículo. Él se compromete a que el día siguiente algún papel encontrará en ella.
La cifra de colombianos que adolecen las consecuencias del contrabando se cuentan por miles en todos los rincones de Colombia, especialmente en zonas de frontera; los llamados que sobre el tema han hechos líderes gremiales no parecen tener el eco suficiente y las condiciones para trabajar nos son ni mucho menos envidiables, sin embargo este hombre y su grupo saben que este es solo el comienzo de una tarea tan desagradecida como necesaria.
Hace poco, el jefe de la unidad recibió una llamada. Haciendo un gran esfuerzo logró recordar quien era la monja que lo buscaba, era la misma a quien en algún lugar del país, mientras estaba en los operativos, le compró la boleta de una rifa de una ternera para avisarle que se la había ganado. Aún no ha podido decidir qué hará con ella. (Lea: Contrabando de ganado no solo afecta el ‘bolsillo’, también provoca asesinatos)
De lo que si no tiene duda y así me lo reitera es que él nació Polfa y que su mayor deseo es que el grupo crezca.
“Si algún día la Institución decide que labore en otro grupo lo haré con mucho gusto, pero siempre llevaré la Polfa en mi corazón porque yo nací, crecí y me desarrollé en ella y la llevo en mi corazón. Los frutos del trabajo de mi gente nos permitieron tener momentos de mucha felicidad porque sabemos que estamos haciendo algo bueno”, concluye, con su voz pausada, su rostro firme y una calma que no se altera.
*Nombre cambiado por petición de la fuente