Esta es la historia de la empresa dedicada a la producción de carne ovina, que cuenta con su propia marca, Carnero Gourmet. Con el paso del tiempo, hay cada vez más consumidores de esta proteína gracias a los esfuerzos de la firma, que se ha posicionado en el mercado colombiano. Isabel Cataño Arias, gerente de la granja ovina Mi Carreta, contó cuál fue el origen de esta empresa dedicada a la producción de carne de cordero de la más alta calidad, que tuvo que cambiar su tipo de negocio para entrar a este incipiente segmento. “Nosotros iniciamos hace 7 años. En un comienzo, teníamos vacas lecheras en la finca, pero vimos que por el tema de costos, no tenía futuro. Entonces averiguamos por el tema de corderos y decidimos que nuestra finca era apta para empezar a criarlos”, señaló. En 2012, comenzaron con la cría de estos ejemplares para venta de carne, implementando genética en su predio. En vista de que el consumo de carne de cordero en Colombia era bajo, resolvieron adquirir un food truck (camión de comida) para vender sus propias hamburguesas. Al principio, como reconoció Cataño Arias, se trató de un proceso artesanal para elaborar los embutidos en un cuarto limpio en la finca, que luego vendían en eventos, ferias y demás encuentros. (Crónica: El sueño de vender sándwiches de jamón de cordero y queso de cabra) “La gente empezó a consumir las hamburguesas y nos preguntaban dónde la podían comprar, y realmente no se podía porque solo lo teníamos para esos encuentros. Entonces, empezamos a dejar un poquito más para vender a los amigos en la finca, manteníamos en congeladores, y ya vimos que hubo restaurantes interesados en el tema, personas de otras ciudades”, dijo. En 2015, los socios decidieron montar la planta de procesamiento de carne pues no contaban con ningún sitio cercano para comercializarla. Con este eslabón completaron la cadena que hacía falta para la producción, que comienza en la granja y termina con la venta de gran variedad de productos cárnicos. Hoy en día, los comercializan bajo la marca Carnero Goumet, que ha empezado a posicionarse con el paso del tiempo en grandes superficies y en restaurantes de todo el país. Todo empieza en la granja en Guachetá (Cundinamarca) donde pastan los corderos. Cría de corderos Para los primeros ovinos arrancaron con una base comercial que han ido mejorando a lo largo del tiempo con razas como Katahdin y Romney Marsh para dar origen a una línea materna, que a su vez cruzan con razas como Charolais y Hampshire, que según Cataño son ejemplares de lana con una buena producción cárnica. Sus animales los mantienen en semiestabulación, alimentados con pasto, agua, heno, sal y concentrado. Cuando estas crías alcanzan el peso deseado de 35 a 40 kg, que es alrededor de los 8 a 10 meses, son sacrificados. Como su producción no es autosuficiente, Mi Carreta también adquiere ejemplares de cebaderos en Boyacá y Cundinamarca. A estos proveedores les han brindado asistencia técnica para lograr llevar sus ovinos al peso ideal en la edad ideal, que en su gran mayoría son de lana. El sacrificio La gerente de Mi Carreta reconoció que este paso ha sido complicado de llevar a cabo, pues hay muy pocos frigoríficos certificados en el país que realizan el beneficio de ovinos y caprinos. Al final optaron por hacerlo en el matadero municipal de Chocontá, que cumple con las normas y distribuye a nivel nacional. “Afortunadamente Chocontá tiene capacidad para sacrificio de ovinos porque cuentan con esa línea adicional, pero ojalá tengan la capacidad instalada para responder a nuestro crecimiento, porque no tenemos otra opción”, aseguró Cataño. La única opción es el matadero en Zipaquirá, pero según ella todavía no ha abierto la línea de sacrificio ovino. Además, con la implementación del decreto 1500, muchos frigoríficos municipales han cerrado y son muy pocos los que cumplen con la norma. Comercialización Carnero Gourmet se vende en los supermercados Metro y Jumbo, así como en varios restaurantes exclusivos que, como expresó la gerente de la firma, ya conocen la calidad de su producto y buscan ofrecerlo en sus propias mesas. “Estos restaurantes han encontrado en Carnero Gourmet una marca muy cercana al cordero importado de Nueva Zelanda o Uruguay, pues nos hemos constituido en una alternativa de muy buena aceptación en el público”, afirmó. Cataño explicó que su mayor éxito está en los consumidores del interior del país, que no estaban acostumbrados a la carne de corderos criados en la Costa Atlántico, que son de pelo, livianos y sin mucha carne. (Lea: ¿Cuál es la realidad sobre el contrabando de corderos en Colombia?) En cambio, su oferta es de otro tipo de animal que ha tenido mayor acogida, pues Mi Carreta tiene muy clara la calidad a la cual le apunta. En Bogotá y la sabana cuentan con su propio carro termo kit, mientras que en el resto del país lo hacen a través de un operador logístico. En las tiendas de Jumbo y Metro, se pueden conseguir todo tipo de cortes: pernil entero, rack de cordero, chuletas de rack, medallones de pierna, medallones de cuello, carne molida, goulash y todos los procesados. En otras tiendas de carne especializadas, se ofrecen algunos cortes. Food truck En cuanto al fomento al consumo, hacen un trabajo paralelo al que realizan otros gremios, principalmente la Asociación de Criadores de Ganado Ovino de Colombia, Asoovinos. Por su parte, ellos realizan degustaciones en los supermercados. No obstante, el principal incentivo lo hacen desde el food truck, donde ofrecen hamburguesas, chorizos, costillas ahumadas y kebabs, con el cual han recorrido el Altiplano Cundiboyacense asistiendo a ferias, conciertos y congresos para vender estos productos. Por ejemplo, en días pasados llevaron el carro al 1er Congreso Internacional Ovino de la Fundación Universitaria Agraria de Colombia, Uniagraria, y lo dejaron para la celebración del Día del Zootecnista. También han estado en Expocundinamarca y Agroexpo. “Vamos a los bazares de colegios, ahora algunas mamás les parece súper chévere que el food truck entregue hamburguesas cuando hacen reunión en sus casas para no tener que cocinar. Es muy versátil porque es tener un restaurante móvil. Uno lo lleva donde sea, donde nos inviten, vamos”, dijo. Apoyo a los estudiantes y artesanos La empresa ha firmado convenios con universidades como la de Antioquia, San Martín y UNAD para recibir estudiantes de medicina veterinaria interesados en la producción ovina. De hecho, el actual pasante llegó desde la Universidad de Antioquia con el fin de especializarse en este campo. “Yo le pregunté, porque también soy de Medellín, por qué vino a meterse a una finca en Guachetá, tan lejos de su casa. Él me decía que en Antioquia todo el mundo quiere tener ovejas pero nadie sabe el tema. (…) Y dijo que hacía el sacrificio 6 meses lejos de mi familia pero sé que voy a aprender de una de las mejores granjas”, contó la gerente. Hoy en día también brinda ayuda a un grupo de hilanderas del municipio de Sutatausa agrupadas en una comunidad llamada Tejilarte. Ellas van a la granja a esquilar con tijera a las ovejas y se quedan con la lana para confeccionar materia prima para sus bufandas, ruanas o cobijas. Anteriormente, contrataban a un trabajador que rasuraba a los bovinos y luego se deshacían de la lana, por la falta de salidas de este insumo. Una vez hicieron el contacto con las hilanderas, decidieron ofrecerles toda la lana a cambio de que ellas mismas la cortaran. “Es muy satisfactorio ese trabajo con ellas porque es un gana-gana, porque la lana vale plata, pero trasquilar las ovejas también, adicional es una labor social que para nosotros es enriquecedora. (De hecho), ya tenemos 2 productores amigos que quieren que otros artesanos vayan a hacer lo que hacen las de Sutatausa”, añadió. Cataño indicó que casi aprovechan el 100 % del animal, pues además venden las vísceras y los cueros. Durante un tiempo tuvieron su propia marca de marroquinería, pero la dejaron para no ocuparse en tantas unidades de negocio. En cambio, están haciendo acercamientos con el clúster de marroquinería de Cundinamarca para ofrecer el cuero. Visión Su objetivo es ampliar su campo de acción y buscar una sucursal en una ciudad distinta de Zipaquirá. También están trabajando para certificarse plenamente, en normas BPM y HACCP. (Lea: Gobierno promueve exportaciones de carne de la cadena ovino-caprina) “Dentro de nuestro proyecto, siempre hemos querido tener toda la cadena, incluido un frigorífico propio para sacrificio, pero es una inversión muy alta que la tenemos para mediano plazo. Adicional, queremos tener nuestros propios puntos de venta de producto crudo para llevar a casa y preparado”, reveló.