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Foto: Fedegán FNG

¿Y mientras nos educamos, qué?

Por José Félix Lafaurie Rivera - 11 de Agosto 2014

Todo parece indicar que pasaremos otros cuatro años en un laberinto monotemático, pensando con el deseo. El presidente Santos, abandonó las famosas locomotoras, pero esencialmente abandonó plantear una hoja de ruta económica, y se encaminará al tema social, muy consecuente con el compromiso que adquirió con las Farc.

Y está muy bien plantear la visión de país al año 25, soportado en el empuje que dará la educación, máxime que todas las comparaciones nos dejan muy, pero muy por el suelo. Es una buena noticia saber que ahora el grueso del presupuesto nacional estará concentrado en este eje del desarrollo.

También es una buena noticia saber que va enfocar esfuerzos para equiparar las cargas de la iniquidad, y por supuesto, propiciar un clima de paz. Casi que para no olvidar los antecedentes militares del presidente, volvió a nombrar la seguridad, haciendo una advertencia a las Farc, digna de un titular de prensa. Aquí lo que preocupa es lo que están pensando esta narcoguerrilla, pues a decir de sus actuaciones, han vuelto al esquema del terrorismo, no importando si los que matan son soldados o niños. Parece que esta forma de presión les está dando buenos réditos en La Habana.

Ahora bien. Es entendible que en un discurso de poco menos de 50 minutos, se deje de lado el cómo, y que se abra la puerta a la imaginación sobre este pequeño detalle, el de la ruta económica, y se dé por entendido que es un compromiso tácito de todos los colombianos, a los que se pide un cheque en blanco con destino a la paz. Imaginación que queda recortada, o mejor, explicada, con los acuerdos de La Habana.

Preocupa que los colombianos no sepamos cuál va a ser la directriz del modelo económico que nos regirá. A los sectores económicos no se les dedicó una sola línea; de la política de comercio exterior –que campea por los TLC–, tampoco. Una de las grandes críticas que en el sector rural se le hizo al Gobierno de Santos I es el haberse olvidado de los temas productivos y de desarrollo y se haya concentrado en el tema de la tierra. Al final del día, y que pese que para el presidente Santos el tal paro agrario no existió, el país tuvo que sobreaguar en un sinnúmero de paros, siendo los del campo los más graves por la crisis económica que se generaron, precisamente por falta de política económica para el sector.

Para ese periodo se tenía, aunque fue más nominal que real, una locomotora agropecuaria, que prometía, ponerle marcha al desarrollo rural. Y fue un periodo que también se inició con el impacto de un Fenómeno de la Niña que dejó graves consecuencias económicas y sociales. Según estimativos de Fedegán, durante el pasado ejercicio presidencial, el sector registró pérdidas por cerca de $3 billones, que equivalen a un tercio del valor de la producción pecuaria bovina de un año.

Con ese lastre inicia este sector el nuevo periodo presidencial que, aún sin haberse iniciado el Fenómeno de El Niño, que ya acumula pérdidas por cerca de $275 mil millones. Y al igual que en ese momento, grandes promesas se hicieron para que el sector sobreagüe.

Pero aún es más grave montar todo el funcionamiento del Estado en los subsidios directos. Es un esquema que no es soportable por la economía a largo plazo. Y grave, muy grave para todo el sector rural, que será el objeto de transformación, no saber que va a suceder más allá de lo que ha propuesto las Farc en La Habana.