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columna

¿Y el precio qué?

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969

Entre los novelones de “me voy, me quedo, vuelvo” que ha generado Minerva con sus anuncios, la única realidad para los diferentes agentes del mercado es la de los precios. Es lo único tangible y cierto.

Lo demás, si es por la baja en el precio internacional, la apreciación del peso, por modernización de su planta, vacaciones colectivas, o todas las anteriores, quedará entre la realidad o la especulación.

En medio de la única certeza, la de los precios, sí se ha generado un efecto en el mercado nacional como reacción al comportamiento de diferentes variables tanto domésticas y también muchas del orden internacional, especialmente en la región suramericana en donde tenemos competidores directos en la producción de carne.

Dice Minerva en su comunicado: “Retomaremos la compra de volúmenes y cupos limitados a precios acordes con la baja del mercado internacional”, y piensan muchos ganaderos que el precio al que venden su novillo no ha subido desde hace ya varios meses para que ahora sea más caro ¿si es el mismo precio, antes me compraban y ahora no? Claro, es el mismo precio en pesos, pero no es el mismo precio en dólares, y cuando nos comparamos con los países ganaderos de la región evidentemente se evidencia la diferencia.

Al respecto, es preciso comparar precios con los países vecinos, para este caso del kilo del novillo gordo en pie. En agosto en Brasil fue de US$1,6, en Paraguay US$1,8 mientras que en Uruguay US$1,93 y Colombia US1,94. En el caso de Argentina fue más costoso, US$2,4. Esto quiere decir que Brasil es más competitivo que nosotros en 18%, Paraguay es más barato 7% y Uruguay 0,5% en la principal materia prima, el novillo.

¿Qué significa? Que Minerva prefiere abastecer sus mercados internacionales desde Brasil e incluso Paraguay y que para que entremos de nuevo en forma en su radar de compras debería ocurrir una de las dos siguientes situaciones, o las múltiples combinaciones de las dos para que dé el mismo resultado:

La primera y por supuesto menos deseada: que el precio del kilo del novillo gordo en Colombia baje ese 18% por acción del mercado para equipararnos al precio brasileño. La segunda y seguramente más esperada: que el peso se deprecie al menos 18%, es decir la tasa de cambio se eleve ese 18% o más, para que por obra y gracia del mercado cambiario y con el mismo precio interno, seamos más baratos que Brasil.

Solo vale revisar las cifras de cuánto se ha apreciado el peso colombiano en 2023 y la cifra es 16% pero el real brasileño se ha depreciado 6%. En otras palabras, solo por el movimiento de las tasas de cambio Colombia ha perdido competitividad internacional, mientras que Brasil la ha ganado.

Son las reglas del juego que impone el mercado al ser exportadores, pero es una situación que no es nueva para el país, pues un escenario similar se presentó en 2017 también con Brasil afectando entonces el comercio de bovinos en pie, e incluso con Venezuela en 2021 con alguna pequeña producción de novillos gordos que tan solo pudieron sostener por un par de meses.

Sin embargo, la mejora competitiva de Brasil no solo afecta el mercado de la carne sino también el de bovinos en pie, pues los habituales compradores prefieren dirigirse a este país, pues con el mismo dinero pueden realizar casi un quinto más de adquisiciones. Solo el mercado lo dirá.