A las Farc les resbala la petición de los colombianos. Apenas transcurridos un par de meses desde el anuncio de su compromiso, el pasado 12 de febrero, de dejar de reclutar menores de edad y desvincular a menores de 17 años en sus filas, las instituciones oficiales muestran que ello no ha ocurrido, y las imágenes de la televisión lo corrobora con unas escenas escalofriantes de niños armados y en entrenamiento para la guerra.
El emplazamiento que hiciera la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, Cristina Plazas Michelsen, de que los “anuncios se conviertan en hechos (“En mi calidad de representante de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, exijo a las Farc la entrega inmediata de todos los menores de edad que hacen parte de sus filas y que detengan el reclutamiento en todo el país”), ni siquiera ha tenido un comentario de los negociadores tanto de la parte del Gobierno como de la narcoguerrilla.
Y es que la preocupación de la directora del ICBF no es para menos, pues es la Entidad encargada de recibir a los menores de edad que combatieron en la guerra. El ICBF señala que entre 1999 y enero de 2015, ha atendido a 5.708 menores provenientes de guerrillas, paramilitares y bandas criminales, y estima que con el posconflicto pueden venir otros 2.000 según informaciones de prensa. Cifras que dan certeza de las mentiras de las Farc pues en el programa radial Hora 20, alias ‘Iván Márquez’ dijo que en las filas de las Farc sólo hay 13 niños menores de 15 años. De ese tenor es la dimensión de la asimetría de la negociación.
Ya lo demandaba el presidente de Fedegán, en su columna editorial del pasado 12 de abril, cuando preguntaba al Gobierno por los planes para disminuir el analfabetismo rural, universalizar el acceso a la educación básica y evitar la deserción, pues el futuro de cualquier sociedad son los niños, y por lo que vemos, el sector rural no tiene futuro.
Encuestas piloto de Fedegán señalan que la edad promedio del campesino es de 56 años, y no hay población de reemplazo porque encuentran muy pocas oportunidades para quedarse allí. Es casi anecdótico, pero cruel la realidad al saber que un niño debe desplazarse a pie 3 o 4 horas para llegar a una escuela que ni siquiera tiene asientos y que ha sido agujereada por las balas de las Farc. Esa es nuestra realidad.