Típicamente no escribo sobre política, al menos no tan directamente, sin embargo, ella es parte fundamental de lo que cualquier ciudadano debería saber y practicar. De hecho, la educación básica en nuestro país debería incluir conceptos elementales de economía, ciencias políticas y profundizar en historia. En nuestra historia. Las elecciones presidenciales del próximo domingo son las de mayor importancia, por lo menos en las últimas cuatro décadas. En el desenlace de esta contienda electoral está inmerso el modelo que tomará nuestro país en aspectos de desarrollo económico, bienestar social y fortalecimiento institucional. Aterran las ideas del candidato Petro sobre expropiación y llamado a un proceso constituyente, en un caso idéntico al de Hugo Chávez en la Venezuela de fines de los 90. Estas propuestas lo único que propician es el espanto a la inversión y a las posibilidades de generar nueva riqueza. De hecho, hace unos días leía en la Revista Semana como en el sector de finca raíz, para la compra de vivienda, se está manejando la “Cláusula Petro”. Esta cláusula consiste en que se dan las arras para concretar la compra de la vivienda, pero el cierre del negocio está sujeto al resultado electoral. Si gana Gustavo Petro, se deshace el negocio y el vendedor tiene que devolver las arras. Es tan alto el grado de incertidumbre que generan las propuestas económicas populistas, que las personas y empresas prefieren no invertir, o peor aún, desinvertir. Incluso, conozco a un gran grupo de personas, que en el último par de años se ha dedicado a hacer liquidez, vendiendo activos, mirando posibles nuevos destinos, pues no están dispuestos a vivir en un Estado que no proporcione seguridad económica, jurídica y física. Con el mal ejemplo de Venezuela, es difícil no pensar en hacerlo. Dicen algunos, que es imposible que en Colombia se replique lo ocurrido en Venezuela, pues nuestras instituciones son más fuertes que las del vecino país. Vale recordar, que hasta antes de los desastrosos cambios constitucionales que propició Chávez, las instituciones venezolanas también lo eran, así como era un próspero país, por supuesto con dificultades e imperfecciones. Hoy está en la ruina. Los que saben, han evaluado las propuestas de los dos candidatos. Por ejemplo, el Consejo Gremial, integrado por 21 gremios económicos de los sectores que generan más del 60 % de la producción nacional, y el 73 % del empleo formal, dieron su voto de confianza al programa de gobierno del candidato Duque, pues contribuye al adecuado desarrollo económico, social e institucional del país. Es elemental mi posición. No confió en un candidato que se camufla de acuerdo a las circunstancias. Ayer su discurso era expropiatorio, hoy no, mañana sí. ¿Chávez Style? ¿Socialismo del siglo XXI? Yo quiero un país en donde se tenga visión de Estado y de Nación, en donde se garanticen las libertades: de empresa, de mercado con los ajustes estatales mínimos, se promueva la propiedad privada y de expresión; y sobre todo en donde se aplique la justicia y se dé seguridad. Quiero un país que promueva la inversión y el empleo, y que le dé la mirada a lo rural y agropecuario en una forma sensata y real, no en una forma populista y oportunista. Por eso mi voto es por Duque.