Solo basta recordar que dichos establecimientos fueron cerrados, en aplicación del Decreto 1500 de 2007, por no cumplir con los estándares sanitarios y de inocuidad para proveer carne al consumidor final, incluso con requisitos más bajos, como plantas locales o regionales.
Además, recordemos que el sacrificio clandestino es el principal problema relacionado con la cadena cárnica, y que, estimular la creación de mataderos municipales sin estándar de cumplimiento, fomentaría en gran proporción la clandestinidad, pues, al fin y al cabo, estos centros de sacrificio se manejaron de manera politizada por parte de muchos mandatarios locales.
Por supuesto, comprendo el argumento del Gobierno, al señalar que la falta de plantas de procesamiento, dado el cierre de muchas de ellas desde la expedición del Decreto 1500, ha ocasionado menor oferta formal de carne en diferentes regiones, causando subida de precios o fomentado la misma clandestinidad.
Sin embargo, en 2019 el Ministerio de Salud y Protección Social expidió el Decreto 1975, que entre otras, permite la creación de plantas de autoconsumo con el fin de generar abastecimiento de los mismos municipios y evitar especulación, esa que hoy sigue haciendo que el precio de la carne esté elevado aunque el del novillo haya disminuido.
En lo que debería estar pensando el Gobierno Nacional es en fomentar y fortalecer las plantas de autoconsumo, más que en revivir los mataderos municipales. Ya de por sí los términos diferencian lo que es un establecimiento frente al otro.
De hecho, mejor pensar en la regionalización de la faena para que sea más eficiente la escala de producción de cada planta y puedan mantener un sostenimiento financiero prolongado, que además beneficiaria la escala de frío y la de logística y transporte.
Ahora bien, el sentido de la propuesta gubernamental, es tener más “plantas”, mayor oferta, disminuir los precios y generar más consumo, especialmente en los estratos de bajo ingreso, en eso estamos de acuerdo. Sin embargo, las personas menos favorecidas también merecen productos de buena calidad y alta inocuidad, misión que evidentemente cumplirían las plantas de autoconsumo y no necesariamente los mataderos municipales.
En ese sentido, bajo el objetivo de disminuir los precios de la carne, tampoco se puede acusar a las exportaciones de carne y/o animales en pie de ser el causante del alza, que por cierto viene menguando a nivel nacional e internacional de donde se ha heredado; y resulta descabellado proponer un cierre a las exportaciones para bajar el precio.
De nuevo recordemos a Argentina en mayo de 2021 con un alza en el precio interno de la carne de 24%. Ante esta situación, los economistas de su Ministerio de Finanzas propusieron restringir las exportaciones de carne, lo que según ellos haría que la cotización bajara. Restringieron y los precios no bajaron, al contrario, 2021 terminó con un alza de 54% en el precio interno y no haber exportado cerca de US$600 millones. Que no nos pase lo mismo doctor Ocampo.
Para terminar, solo falta recordar que entre noviembre de 2021 y octubre de 2022 el precio de la carne al consumidor final se ha incrementado 24%, mientras que el del novillo gordo al productor en 15%, en un año de alta dinámica exportadora. Evidentemente el sector primario no es el responsable de las alzas del producto final, que reitero ya vienen menguando de acuerdo con las cifras de DANE.
@ojcubillosp