En el mes de marzo pasado el precio del kilo de novillo gordo en Colombia fue de US$2,04, mientras que el de Brasil alcanzó US$2,07 y el de Paraguay también fue de US$2,04. Otros competidores como Argentina y Uruguay registraron US$2,65 y US$2,5 respectivamente, lo que recalca que la competencia directa para el país en materia de exportación de bovinos sigue siendo Brasil y Paraguay, y, por la eficiencia en sus frigoríficos y transformación, la competencia en la exportación de carne son todos los anteriores países.
No olvidemos que Brasil en 2024 exportó 2,54 millones de toneladas de carne, Argentina 756 mil, Uruguay 349 mil y Paraguay 345 mil toneladas, mientas que la facturación nuestra fue de 25 mil toneladas de carne y 4 mil de vísceras. En otras palabras, nuestro volumen exportado apenas es el 1% del logrado por el país brasileño, lo que implica que aun tenemos una gran franja de aprendizaje y de innovación por llenar, pero a su vez también se suscitan oportunidades al ver el tamaño del comercio mundial de carne de bovino que supera las diez millones de toneladas de carne al año.
En el año 2008, cuando eran boyantes las exportaciones a Venezuela con un hato de 22,6 millones de bovinos y un peso promedio al sacrificio macho/hembra de 406 kg, se lograron exportar 142 mil toneladas de carne. Hoy sin duda la capacidad exportadora es mayor, bien por tener un hato de 29,4 millones de animales, pero también por haber incrementado el peso al sacrificio a 443 kg, que aun podría ir un poco más hacia arriba.
Pero las condiciones de competitividad, incluida las fluctuaciones en tasa de cambio, los mismos precios internacionales y, sobre todo, el precio de insumos y materias primas, incluido el del novillo, han hecho que nuestro mejor récord en la presente década haya sido de 52 mil toneladas de carne exportadas en 2021, a pesar de tener mayor umbral de aprovechamiento sobre la oferta exportable.
Y aunque el mercado es el mejor regulador, Colombia aún tiene camino por explorar en materia de futuros y contratos de proveeduría que den más estabilidad al precio del novillo de cara a ser más estables en los volúmenes exportados de carne, que al fin y al cabo es mayor facturación.
Otra alternativa que también empieza a tomar fuerza es la de autoproveerse, lo que indica, entre otras, la creación de feedlots, en donde se pueda tener mejor control en las condiciones de precio final del novillo. Aunque este escenario también requiere esfuerzos en la adecuada negociación de precios de las de más materias primas, especialmente las de alimentación.
Todos los elementos que puedan contribuir a la mayor eficiencia serán bienvenidos de cara a ir aumentando las exportaciones frente a los gigantes vecinos que tenemos como competidores.