default

¿Vaca muerta o toro castrado?

Por - 04 de Enero 2013

La ausencia de José Félix Lafaurie en el Foro Agrario generó críticas por parte del alto gobierno, que no dudó en calificarla de acto político.

La ausencia de José Félix Lafaurie en el Foro Agrario generó críticas por parte del alto gobierno, que no dudó en calificarla de acto político.

José Félix ha explicado por distintos medios las razones por las cuales no participó en el Foro. Es grato ver que un dirigente gremial, sobretodo de uno tan importante como el ganadero, tenga claridad sobre los retos de su sector.

La forma como interpreto la posición del gremio ganadero, con la cual coincido, es que hay unas bases que deberían sentarse antes de tratar de resolver el conflicto armado al amparo de una paz agraria.

Lo primero es hacer un inventario de tierras, que ya el ministro de Agricultura anunció se hará en 2013 o en 2014. Segundo, tenemos que saber a quién pertenecen realmente las tierras, y en este segundo punto dilucidar y resolver el problema de los despojos forzados y la consecuente restitución.

Tercero, el país tiene que diseñar una verdadera política de desarrollo integral; es decir, que para cada sector de la economía se articulen políticas de desarrollo, y que estas estén armonizadas entre sí.

Cuarto, hay que actualizar a los señores guerrilleros sobre lo que ha sucedido en el mundo mientras ellos han estado aislados en las selvas. Si bien hace sesenta años la tierra podía ser fundamental para lograr la paz social, hoy esto no es cierto, y por tanto el cese del conflicto no puede supeditarse a que se haga una reforma agraria.

Los guerrilleros negociadores necesitan entender -quizás por medio de un evento tipo Expogestión- cuáles son los factores que generan riquezas en el mundo actual, y cuáles son los que tienen un mayor impacto social. Entender que la economía global impone unos condicionamientos a nivel macro, que Colombia no puede darse el lujo de ignorar.

José Félix dio en el clavo al decir que la solución de convertir a Colombia en un minifundio colectivo no es aconsejable. La dinámica productiva en un mundo globalizado hace inviable una solución de este tipo, a menos que Colombia quiera volverse proteccionista y cerrarse al comercio.

Si el Presidente Santos decide que hay que socializar el campo por medio de una reforma agraria para lograr que las Farc depongan las armas, entonces ¿para qué estamos perdiendo el tiempo firmando TLCs? Una ganadería de subsistencia es ineficiente y costosa, y además incompatible con apertura comercial.

Por otro lado, seria inaudito que las Farc lograran en la mesa de negociación, lo que no consiguieron en sesenta años de subversión y terrorismo. Muy a pesar de que el gobierno dice que el modelo económico no está en juego, una reforma agraria que favoreciera el minifundio, sería precisamente eso.

Me parece que el Gobierno antes de poner el tema del agro en la mesa de negociación, necesita hacer su tarea, o por lo menos tener claro cuál es el modelo de desarrollo que quiere para el campo, que va desde propender por su industrialización a seguir produciendo artesanalmente pasando por un agro mayormente de subsistencia.

Es ridículo pretender que el bienestar común que todos deseamos solamente es posible si se redistribuye la tierra, como pretenden las Farc, cuando en realidad depende de que todos los sectores de la economía alcancen unos niveles aceptables de competitividad global en la que se utilicen inteligentemente los recursos que tenemos en abundancia.

La justicia social es mucho más viable en sociedades industrializadas o en aquellas inmersas en la economía del conocimiento

Y una economía desarrollada no es posible sin un capital humano globalmente competitivo, el cual es en últimas no solo el recurso más importante sino también del cual depende la construcción de una sociedad más justa.

La ausencia de José Félix fue mucho más elocuente que si hubiera participado en el Foro, y planteó preguntas importantes que el Gobierno aún tiene que responder para que los colombianos tengamos la tranquilidad de que el país que aún nos queda no lo vamos a perder en una mesa de juego en La Habana.