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columna

Una desafortunada herencia

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969

Episodios que creíamos superados luego que se erradicara la aftosa en Colombia en 2009 a través de las campañas de vacunación que lideró el Fondo Nacional del Ganado bajo la administración de FEDEGÁN, volvieron a ser el dolor de cabeza para nuestra ganadería.

No parece ser casual que tan solo un año después de la liquidación del Fondo Nacional del Ganado, y ya con la parafiscalidad y las campañas de vacunación bajo la administración de FIDUAGRARIA y la Cuenta Nacional de la Carne y la Leche, se registraran en 2017 nuevos focos de esta enfermedad.   Y la cuenta sigue. Esta semana se presentó un foco de aftosa en el departamento de Boyacá que dio paso a que todo el país perdiera el estatus sanitario de país libre con vacunación, y aumentara la angustia de muchos ganaderos porque la zona de contención, que creíamos terminaría en unos días, también se mantendrá.   Es lamentable para el gobierno que recién inicia encontrarse con este panorama. Pero es la desafortunada herencia encontrada del gobierno anterior que acumuló muchos desaciertos, empezando por su inexperiencia en la erradicación de la enfermedad junto con la falta de políticas públicas en el sector agropecuario y la inexplicable, pero premeditada liquidación del FNG. Hoy hay que empezar por verificar todo. Desde los protocolos sanitarios hasta las estadísticas del censo bovino, que no cuadran por ninguna parte.   Más lamentable es para los ganaderos el deterioro económico que se suscita y su daño reputacional. En 2017, luego de los focos aftosos registrados, las pérdidas por la caída del precio en el mercado interno de ganado en pie, la disminución en el consumo interno de carne y leche, el cierre de mercados internacionales y baja en las exportaciones de animales vivos, carne y leche, habrían superado los USD 114 millones, sin contar los costos por del sacrificio sanitario más los propios costos operativos y administrativos de la emergencia.   El sector ganadero con un inmenso potencial, y el país, no pueden darse el lujo que esto ocurra. Ahora más pérdidas se aproximan y ni qué decir del deterioro que se ha registrado en la zona de contención.   Algunos consideran que la agudización de la crisis venezolana, que incluye migración e incremento del contrabando de carne y animales en pie, han sido variables aportantes para que la fiebre aftosa reingrese a Colombia.   Son elementos ciertos, pero insuficientes para explicar la problemática. El contrabando de animales desde Venezuela ha sido un problema estructural de vieja data pero agudizado desde 1999 con la llegada del socialismo al poder en el vecino país y sobre todo con los sistemas de control de precios y deterioro de su producción que han hecho que sea más rentable vender bovinos en Colombia. Tanto así que en 1998 el hato ganadero del país vecino superaba los 21 millones de cabezas y hoy escasamente llega a los 9 millones.   Lo que sí es cierto es que cuando existía el FNG se realizaba un adecuado trabajo en vacunación y puntos fijos de control, pues a pesar del contrabando de animales Colombia logró ser un país libre de aftosa sin que se presentara un solo foco entre 2009 y 2016, cuando fue liquidado.   Erradicar la fiebre aftosa de un país y mantener un estatus sanitario no es tarea de un ingeniero y dos operarios. Se requiere una infraestructura humana, física y tecnológica suficiente para lograrlo, y sobre todo, experiencia, mucha experiencia.   Tremenda y lamentable herencia la encontrada.