Es un informe que según los presentadores, lo hizo esta entidad por solicitud de Colombia sobre estos 2 temas. Pero también se anunció que vendrían otros 22 estudios.

Sobraron los mutuos elogios. Por el lado de la entidad internacional, alabando el manejo de las finanzas públicas de Colombia; y por el de los nacionales, exaltando la experiencia y composición del equipo evaluador para quien Dinamarca es igual a Cundinamarca, y la métrica debe mantener raseros iguales. Las recomendaciones no obligan, como bien lo señalaron, pero quedó en el ambiente como una genuflexión para ingresar a tan prestigioso grupo.

Quedó en el ambiente como si tales recomendaciones fueran el aval de la entidad internacional a los lineamientos de la reforma tributaria que se cocina en el Ministerio de Hacienda. De Piketti pasamos al team Pereira, pero todos buscan arbitrar unos faltantes presupuestales de grandes dimensiones. No hay que ser muy perspicaz para entender por qué de la urgencia de feriar los pocos activos que le quedan al país, atizada por el fuerte descenso del precio del petróleo, que fue la única locomotora que medio prendió.

Desde luego el discurso es el mismo: las grandes inequidades que existen en Colombia y la pobreza -temas de moda en la mesa de conversación mundial-. Pero qué mejor combatirla que con impuestos a las personas naturales y quitarlos a las empresas so pretexto de estimular la inversión. Los colombianos sí que tenemos experiencia de esos cheques en blanco que han resultado de muchas promesas gubernamentales bien adobadas con sesudas teorías económicas. Esto para no hablar del aumento del IVA.

En fin, esa palmadita en la espalda, nos va a salir muy costosa a los colombianos.