En los últimos días se dio a conocer el plan sectorial para aumentar la reactivación en el campo, liderado por la Consejería Presidencial para la Estabilización y la Consolidación y que requerirá recursos por 100 billones de pesos en los próximos 10 años. Claro, muy importante el anuncio, pero más importante lograrlo.

Y es que desde marzo de 2020 hemos sentido el alcance estratégico que tiene el campo para el país, pero desafortunadamente siempre se ha dejado a lo rural y agropecuario a un lado para darle espacio a lo industrial y urbano que es en donde se encuentran los votantes.

Con la llegada de la pandemia nos dimos cuenta también de la preponderancia de la seguridad y soberanía alimentaria, y con los bloqueos y vandalismo de las últimas semanas ni que decir. Sin embargo, es imperativo señalar que dentro de estos planes sectoriales no se excluyan unos temas estructurales y fundamentales para la competitividad del sector que, con la crisis del último año y medio, reconocimos como de vital importancia.

El primero es el de las vías terciarias. Y es que típicamente las pocas políticas públicas agropecuarias que se han ejecutado hacia el sector han estado enfocadas en lo productivo, pero no tanto en la comercialización o en la demanda. De alrededor de 170 mil km de vías rurales que tiene el país, solo el 3% tienen una condición decente de transitabilidad, y esa mala condición encarece los productos rurales entre 12% y 17% restándole competitividad frente a los importados y limitando la posibilidad de exportar.

Lo segundo. El enfoque no es necesariamente producir más y más porque sí. ¿Nos estamos preguntando que está demandando el mundo a nivel agropecuario? Claro, la respuesta nos llevará a que cada vez más hay más acogida a productos sostenibles, además de contar con buena transformación hecha en casa: ambientalmente bueno y con valor agregado ¿Hacía allí van nuestras políticas agrarias y pecuarias?

Lo tercero. Para lograr avances más contundentes en productividad, competitividad y aprovechamiento de mercados es necesario formar más y mejores capacidades y desarrollo de talentos en nuestra población rural. Estructuralmente el país por razones de geografía, orden público y falta de políticas ha carecido de suficiente y adecuada oferta para formar a nuestros niños y jóvenes rurales.

La pandemia nos demostró la importancia de aprovechar la tecnología. Claro, virtualmente es posible formar con mayor amplitud y eficiencia a mucha de nuestra niñez y juventud. Por supuesto, con las proporciones óptimas de presencialidad. Para ello es necesario no desconocer que aun tenemos fuertes atrasos en conectividad rural y acceso barato o gratuito y eficiente a internet. Lograr tecnologías para conectar mejor a nuestras zonas rurales es algo que requiere voluntad de hacerlo pues la infraestructura ya está inventada.

Si realmente vamos a invertir 100 billones de pesos en la próxima década para potencializar al campo, la conectividad física (vías), virtual (internet), y producir lo que el mundo necesita y no lo que nos parece, será fundamental para cerrar en alguna proporción la brecha de lo rural con lo urbano.

@ojcubillosp