Uno de los retos en el manejo ganadero de rumiantes, principalmente de bovinos y ovinos, tiene que ver con los parásitos gastrointestinales. Hay una diversidad de nemátodos que parasitan a los animales y que, cuando su población es elevada, afectan la producción de carne y leche, la reproducción e incluso pueden llegar a causar la muerte de sus hospederos. El ciclo de vida de estos nemátodos es fascinante. Mientras viven dentro de los rumiantes durante su vida adulta, copulan y las hembras ponen diariamente centenares o miles de huevos que van a parar a los potreros entre las excretas. En ese ambiente húmedo y tibio, los huevos eclosionan y las larvas crecen, alimentándose de bacterias hasta que llegan a un tamaño en el que abandonan esa residencia y migran a los pastos a esperar a que pase un rumiante, se los coma, y así infectarlo y cerrar el ciclo. Como parte de su diseño evolutivo, en las madrugadas las larvas suben por los tallos de las gramíneas y se asientan en el rocío que consumen los animales para así asegurar ser parte del bocado envenenado.
Aunque existen prácticas culturales que minimizan los efectos negativos de los nemátodos, estas son difíciles de aplicar y costosas. Por eso, desde la década de los 60 la mayoría de los ganaderos han privilegiado el uso preventivo o curativo de productos antihelmínticos (antiparasitarios), en dosis altas, que están generando serios problemas. El primero de ellos es la creación de resistencia en las poblaciones de nemátodos a estos vermífugos incrementando el problema. El segundo es que hay evidencias de que algunos de estos productos llegan a los suelos y matan organismos benéficos como los cucarrones, empobreciendo así la fauna de los suelos y afectando su productividad. También hay evidencias de trazas de estos medicamentos en leches y carnes con consecuentes impactos negativos en inocuidad.
En búsqueda de manejos alternativos, la literatura habla de una serie de hongos que tienen la capacidad de atrapar y matar las larvas de los nemátodos en las heces, pero menciona dificultades en la reproducción eficiente de sus esporas en laboratorio y su alta mortalidad, al pasar por el tracto gastrointestinal de los rumiantes, volviendo su uso muy costoso frente a las alternativas químicas. Pero esto puede cambiar.
Agrosavia aisló recientemente un hongo nematófago –de nombre Duddingtonia flagrans– en los pastos de las sabanas de Cundinamarca, que ha demostrado ser un gran criminal. Cuando está en la boñiga y siente la presencia de nemátodos, pasa a un estado parasitario y despliega una artillería consistente en anillos constrictores, hifas y redes que atrapan e inmovilizan las larvas, y luego, con la ayuda de enzimas, las matan y degradan.
Aprendimos a cultivar el hongo en el laboratorio, en un sistema de fermentación sólida para producir eficientemente clamidosporas (un tipo de espora muy resistente de D. flagrans), y estamos validando formulaciones que las recubren con plastificantes y polímeros para protegerlas durante su travesía por los animales para que lleguen intactas y listas para atacar en la boñiga. Los resultados en pruebas con ovinos nos llenan de optimismo.
Estamos cerca de generar un innovador biocontrolador efectivo contra nemátodos que podrá formularse como parte de los alimentos o las sales de los rumiantes. Inocuo y ecológico. Quedamos atentos a las propuestas de empresas que quieran llevar nuestros nematófagos al mercado.
**Juan Lucas Restrepo
Director Ejecutivo Agrosavia
[email protected] Fuente: Portafolio Agosto 22 de 2018**