Un día feliz para la ganadería como sector estratégico de la economía rural; para FEDEGÁN como su gremio cúpula; para el Ministerio de Agricultura y el ICA, y sobre todo, un día muy feliz para los ganaderos: su esfuerzo, su tesón para recuperarse y su orgullo ganadero, han sido premiados: Colombia recuperó su estatus sanitario de país libre de fiebre aftosa.
Y por qué tanta felicidad, se preguntarán mis lectores no ganaderos y urbanos. Algo de historia: en 1994, cuando empezó su labor el Fondo Nacional del Ganado, creado gracias a la gestión de FEDEGÁN, una gran prioridad concertada con el gobierno fue la erradicación de la fiebre aftosa, no solo como un compromiso sanitario internacional, sino por su condición de puerta de acceso a los mercados externos.
En 1997, también gracias a la gestión gremial de FEDEGÁN, la Ley 395 declaró de interés nacional la erradicación de la enfermedad y creó el Programa Nacional de Erradicación, a partir de una alianza entre el sector privado, con FEDEGÁN como administrador del Fondo del Ganado, y el público, con el Ministerio de Agricultura y el ICA como autoridad sanitaria.
Desde entonces se desarrollaron rigurosamente dos ciclos de vacunación al año y, en 2001, recibimos la primera certificación para una zona libre de aftosa. Y así fuimos añadiendo certificaciones regionales, como quien llena con paciencia un rompecabezas, hasta 2009, cuando completamos el mapa de Colombia como país libre de aftosa con vacunación. Ese año, como hoy, celebramos con alegría.
Continuamos vacunando para preservar tan valioso patrimonio, hasta 2018, cuando Colombia lo perdió, como resultado de las decisiones, no técnicas sino persecutorias, del gobierno Santos. Primero rescindió unilateralmente los convenios con FEDEGÁN para el manejo de la trazabilidad y las Guías de Movilización de Ganado; luego le quitó la administración parafiscal, liquidó el Fondo del Ganado y desintegró el equipo técnico que logró la certificación y operaba los ciclos de vacunación. Como resultado, se relajaron procedimientos y controles, al punto que la falta de protección frente al contrabando produjo los primeros brotes en 2017 y la pérdida de la certificación en 2018.
Cuando hablo de “valioso patrimonio” no me refiero solo a su importancia, sino a su costo y esfuerzo. Ninguna entidad pública o privada, de salud humana o animal, ha sostenido un sistema masivo de vacunación durante 22 años, con dos ciclos anuales, coberturas del 96 % y enorme complejidad. La inversión, que arrima a dos billones de pesos, ha sido toda de los ganaderos, a través del aporte al Fondo Nacional del Ganado y del pago de las dosis aplicadas.
Dos veces al año, un ejército de 5.000 vacunadores recorre el país rural, llegando a más de 600 mil predios a vacunar más de 27 millones de animales. Durante 2019 se aplicaron más de ¡60 millones de dosis!, incluyendo una estrategia de revacunación en la zona de alto riesgo.
Un año después de que el presidente Duque le restauró a FEDEGÁN sus derechos en cumplimiento de la Ley 89 de 1993, la misma que Santos violó, Colombia es otra vez libre de aftosa. Los ganaderos cumplimos; un logro que nos enorgullece, resultado del esfuerzo y la constancia, del compromiso con la cultura sanitaria y la disciplina en la vacunación. ¡Gracias, ganaderos de Colombia!
Mi expreso reconocimiento a esos 5.000 vacunadores anónimos que recorren el campo sin reparar en los riesgos, el clima o la inseguridad. Su esfuerzo valió la pena…
¡Así construimos la nueva ganadería colombiana!
Nota bene. La experiencia y conocimiento del nuevo ministro de Agricultura, Rodolfo Enrique Zea, auguran éxitos en su gestión.