Y es así. El ministro, no de ahora sino de tiempo atrás, ha puesto mucho empeño en atacar a un gremio que este año ajusta medio siglo al servicio de la ganadería colombiana, aunque haya quienes digan que no es así; aunque haya quienes griten que lo habrían hecho mejor -¡qué fácil es!-; y aunque haya un ministro proclive a prestarles oído sin constatar tales especies, y a juzgar sin contrastar; un ministro que, infortunadamente, ha perdido la objetividad y la tolerancia.
El gremio utilizó el acceso respetuoso a la autoridad a través del derecho de petición, para solicitar información sobre los controles a las importaciones aprobadas por los TLC, y el ministro se molestó. Meses después Fedegán tuvo que denunciar que no había controles y que los cupos aprobados estaban siendo sobrepasados ilegalmente. El gremio denunció los riesgos que para la ganadería representaba el TLC con la Unión Europea, como lo han hecho todos los gremios que se han sentido afectados, pero el ministro se molestó, como se molestó por haber sido invitado a un debate sobre el tema en un programa de televisión. (Lea: Fedegán presentó queja contra Minagricultura ante Procuraduría)
El gremio ha denunciado la persistencia del contrabando y la poca acción de las autoridades en la frontera con Venezuela, y el ministro se molestó. Primero excluyó a Fedegán de un grupo interinstitucional, con participación de los gremios, para la lucha contra este delito, y luego vino la reacción precipitada y excesiva -afanosa- ante los medios, por unos hechos que aún están en investigación, relacionados con unos animales, presuntamente de contrabando, que habrían ingresado a un frigorífico con participación del Fondo Nacional del Ganado, reacción que contrasta con el silencio frente a casos similares en otras ciudades, incluida la capital de la República.
No quisiéramos pensar que es retaliación, pero suena a retaliación. Es bien sabido, además, que el gremio ganadero se ha opuesto radicalmente a que la política pública agropecuaria haya sido llevada, como moneda de cambio, a la mesa de negociaciones de La Habana, y se ha opuesto a las negociaciones mismas, y a la posibilidad de que de ellas salgan los guerrilleros de las Farc con indulto y credenciales de congresistas en sus bolsillos. (Lea: Lafaurie pide a MinAgricultura tener un poco más de rigor)
El último episodio de este ataque se produjo esta semana. Con afán en este caso, el ministro citó a una rueda de prensa y se le veía satisfecho anunciando -que no denunciando- presuntas irregularidades de Fedegán como administrador del Fondo Nacional del Ganado, y volviendo sobre sus fueros para sentenciar que, a su juicio, Fedegán no es suficientemente democrático ni representativo de la ganadería colombiana. Y todo ello a partir del informe preliminar de una auditoría que contrató a un costo millonario, a pesar de tener a su disposición la capacidad auditora de la Contraloría General de la República. (Lea: "Acusaciones de MinAgricultura violan el debido proceso": José Félix Lafaurie)
La rueda de prensa del ministro fue un rosario de imprecisiones, prejuicios, juicios de valor y acusaciones infundadas, que, en principio, hablan mal de la costosa auditoría. Pero adicionalmente, en su afán, y para no ceder en el empeño de atacar a Fedegán, es decir, por afanoso, el ministro violó el debido proceso, el derecho a la presunción de inocencia y a la legítima defensa, pues sus públicas y prematuras acusaciones están basadas en un documento preliminar, que fue entregado a Fedegán, para que hiciera las aclaraciones que le corresponden dentro del proceso, para, luego sí, producir un informe final. Las Procuraduría General de la República tendrá la última palabra.