Si mencionáramos cifras como $44,6 billones de activos, una cartera de créditos colocada de $23,4 billones, ingresos por más de $28 billones, 139 mil empleos directos, presencia en 525 municipios, 962 oficinas de atención al público y actividades en seguros, transporte, educación, financiación o transporte, pocos colombianos pensarían que estamos hablando del sector cooperativo.
Hay en Colombia un tejido de 3.205 cooperativas, de todos los tamaños, que cubren una gama inmensa de actividades económicas. Porque las cooperativas son, en todo el sentido de la palabra, empresas así algunos desconocedores consideren que están más cerca del asistencialismo o de las labores caritativas.
Es cierto que el mundo cooperativo no es más conocido. También hay que reconocer que existen ejemplos donde los fines de bienestar colectivo no han sido respetados por malos manejos y corrupción.
Pero sería ignorar la inmensa contribución de este rama al bienestar de los 6,3 millones de cooperados y de los más de 22 millones de colombianos que reciben directa o indirectamente beneficios de estas formas asociativas.
En un país con gran desequilibrio social y serios problemas de equidad, las cooperativas actúan como un amortiguador social que responde a las necesidades y esperanzas de los sectores que no encuentran, en los circuitos tradicionales, un espacio.
Durante el gobierno anterior las cooperativas fueron ignoradas. Santos nunca asistió a sus eventos, que reñían con el criterio elitista y bogotano del entonces mandatario, siempre cómodo con los ricos y poderosos.
Este año, el presidente Iván Duque instaló el multitudinario Congreso Cooperativo Nacional organizado por Confecoop. El Jefe del Estado anunció una serie de medidas que buscan coordinar el trabajo del tejido cooperativo con un importante conjunto de estrategias para favorecer el emprendimiento, reducir la informalidad y mejorar los indicadores de equidad.
El mensaje fue claro: el jefe del Estado definió al sector como el “aliado ideal” para acompañar las políticas públicas sociales, especialmente en las regiones. La presencia de la Vicepresidente y del nuevo director de Planeación Nacional en el evento, ratificó la importancia que el gobierno actual le asigna a las cooperativas en el mejoramiento de la cohesión social.
Resulta incomprensible que el sector público no haya reconocido la importancia de las cooperativas en la vida de tantos millones de colombianos. Estas formas asociativas son muy poderosas en naciones como Alemania, Francia, España o Canadá, donde son consideradas verdaderos emporios económicos. En nuestro país, salvo algunas muy conocidas como Colanta, Comultrasan, La Equidad o Coomeva, no cuentan con el reconocimiento que merecen.
El sector tiene el reto de modernizarse, rejuvenecerse y mostrar sus ventajas en un mundo donde los nuevos emprendimientos pueden apoyarse cómodamente en la estructura cooperativa. Sin duda hay mucho por hacer en estos campos. Las cooperativas son una alternativa de solución para muchos de las necesidades nacionales.
No debemos olvidar que entre el capitalismo y el estatismo, existe la opción del cooperativismo cuya principal virtud es el humanismo. Las cooperativas cumplen su misión, pero es indudable que, con una buena política pública, se podría potenciar mucho más su aporte al desarrollo.
Miguel Gómez Martínez
Asesor económico y empresarial
Periódico Portafolio, agosto 28 de 2019