Traduje el corto texto que sigue el cual fue publicado hace unos días en una revista francesa conservadora pues lo que éste aconseja sobre la actitud que debe tener el Estado francés, cuando la fuerza pública debe hacerle frente a manifestaciones violentas, coincide con lo que los colombianos discutimos hoy sobre este mismo tema: la policía y la fuerza pública en general deben responder y contrarrestar la acción de los vándalos de manera proporcional,…
…y evitar lo que se ha vuelto una lamentable costumbre de los últimos 10 años en Colombia: lanzar a la calle a grupos del Esmad desarmados, o incluso a militares armados, pero con reglas de intervención paralizantes, lo que termina en derrotas y en humillaciones detestables. Y con cientos de heridos y hasta de muertos, sobre todo de miembros la fuerza pública.
Sintiéndose estimulados por la debilidad y confusión de las autoridades, los amotinados llegan a utilizar las formas más crueles y solapadas de violencia. Creyendo que renunciar al derecho de legítima defensa de los uniformados puede preservar la paz pública, las autoridades nacionales y, en ciertos casos, municipales, no resuelven nada y crean, por el contrario, situaciones de injusticia inextricables.
Como lo demuestra lo ocurrido durante los graves disturbios de 50 días que azotaron a Colombia desde el 28 de abril pasado, y como ocurrió en Beaumont-sur-Oise (Francia) en 2016, renunciar a las facultades constitucionales que tiene la fuerza pública de utilizar la fuerza, e incluso la violencia, para restablecer el orden público, le abre avenidas al caos y al nihilismo social.
La Policía debe responder a los amotinados
Por Jean-Pierre Dupont
Revue Valeurs Actuelles, Paris
Traducido por Colombian News
8 de julio de 2021
“Yo tomé el riesgo de exigirle a mis hombres que renunciaran a su derecho a la legítima defensa para preservar la paz pública. Esta vez tuvimos suerte y nadie murió. ¿Pero la próxima vez qué ocurrirá?, explica el general Thomas al hablar de los motines en Beaumont-sur-Oise (Francia) de 2016.
Pienso que el Estado, al renunciar a neutralizar a los amotinados, utilizando si es necesario la violencia de las armas, lo que es una de sus prerrogativas legítimas, no “preserva la paz pública” sino que se condena a sí mismo a ser derrotado. Eso es lo que deducen los amotinados: ellos no ven en eso la mansedumbre del Estado, ni su “humanismo”, sino su debilidad.
Luis XVI le ordenó a sus guardias suizos que se encerraran en sus cuarteles, ellos fueron masacrados y él fue guillotinado; Nicolas II renunció a “derramar la sangre rusa” (Soljenitsyne, en su obra La Rueda Roja): él y su familia y algunos de sus seguidores primero, y muchos otros enseguida, fueron masacrados.
Ante las fuerzas del orden a las que se les prohíbe utilizar la fuerza, los que están decididos a destruir nuestras sociedades no se cohíben, pues saben que ellos tendrán únicamente sanciones mínimas, o ninguna sanción, así hayan utilizado contra las personas y los bienes todos los medios posibles, incluida la extrema violencia.
Durante los motines de Beaumont-sur-Oise, hubo gran número de heridos, casi todos de las fuerzas del orden. Entonces, sí, mi general, quizás un día, quizás la próxima vez, podría haber muertos. La pregunta crucial es esta: ¿en qué bando?
19 de julio de 2021