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columna

Sin ataduras

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969

Nueva pataleta internacional de los mamertos contra Colombia. En tono alarmado, El Tiempo publicó ayer una noticia que dice: “Sacan a Colombia de la más importante red internacional de memoria. Perdió una membresía porque el Centro de Memoria Histórica no asumió postura sobre el conflicto”.

Se trata, en realidad, de una decisión tomada unilateralmente por un organismo rarísimo, que nadie conoce, la autodenominada “Coalición Internacional de Sitios de Consciencia”. Ese grupo anuncia que ha excluido de su seno al Centro Colombiano de Memoria Histórica que dirige el profesor Darío Acevedo Carmona desde febrero del 2019.

Esa supuesta “coalición internacional de sitios de consciencia”, que había logrado que el historiador Vicente Torrijos tampoco fuera nombrado al frente del CNMH, antes que Acevedo, está ahora furiosa porque Darío Acevedo Carmona, a quien los mamertos no han podido desbancar hasta ahora, rehúsa apadrinar una falsa postura ideológica sobre la violencia subversiva que ha sufrido Colombia desde 1948 hasta nuestros días.

Esa “coalición” quiere que el CNMH y Darío Acevedo adopten, en efecto, la visión falaciosa de las FARC y del PCC en el sentido de que en Colombia hubo, desde esos años, un “conflicto” entre dos entidades igualmente legítimas: un bloque de liberación del país –Farc, Eln, M19 y otros--, que luchaba por la instauración del paraíso sobre la Tierra, el comunismo, y otro bloque, el de los opresores, representado por el Estado “burgués” colombiano, que se oponía a esa pretendida “liberación” humanitaria del país. 

Como tal impostura no puede ser aceptada por alguien que conoce y respeta la historia de la República, y de lo que ha pasado en estas décadas, el director del CNMH optó por no ceder ante las presiones del PCC, y por eso la tal “coalición” le lanzó ese inocuo baculazo: la expulsión del CNMH.

¿Qué pierde el CNMH con esa expulsión? Nada. Todo lo contrario. El CNMH queda en mejores condiciones que nunca para trabajar, explicar y difundir en libertad sus trabajos y sin tener encima esa detestable policía ideológica que le prohíbe pensar de una manera y no de otra. Lo mejor del cuento es que esa coalición que, según El Tiempo, dirige Elizabeth Silkes, no es un organismo independiente, ni realmente un grupo de historiadores profesionales.

Es, por el contrario, una plataforma de propaganda ideológica financiada por el sulfuroso multimillonario americano George Soros y su intrusiva Open Society Fondations. Por ejemplo, Women of conscience, un componente central del citado organismo, es financiado por Soros (1). Ese individuo --y los comunistas Iván Cepeda y María José Pizarro, impulsores de un agresivo interrogatorio hace unos meses a Darío Acevedo en una comisión senatorial, del cual salió vencedor el director del CNMH--, son los que quieren obligar a los colombianos y al CNMH a que ayuden a santificar la historia de las atrocidades sin límite cometidas por las Farc y las demás organizaciones armadas marxistas creadas expresamente por Moscú, Pekín y La Habana para, durante la Guerra Fría, tratar de apoderarse de Colombia y golpear a los Estados Unidos y al mundo libre.

Todo el lio que el PCC ha montado sobre el pretendido “conflicto armado interno” es eso: un intento para borrar de la memoria un hecho capital: Colombia fue agredida por las potencias comunistas desde 1948. Ese crimen, que la legislación internacional llama “crimen de agresión”, es imprescriptible, como lo son los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad, y puede dar lugar a una o varias demandas internacionales del país agredido contra el país o los países agresores.

Llama la atención que el CNMH sea expulsado de esa curiosa red cuasi anónima de activistas extranjeros que se dicen guardianes de la memoria y constructores de museos. En Nueva York, ese grupo controla un pequeño museo “de la inmigración”, el Tenement Museum, fundado en 1988. Ese museo desató un escándalo en 2007 pues fue acusado, según la prensa local, de intentar quitarle la casa a una familia de inmigrantes que poseen, desde hace cerca de cien años, un edificio de habitaciones contiguo, para expandir el museo.

Ante la resistencia de la familia y de la comunidad, el museo pidió a las autoridades que expropiaran a los propietarios. (2) El progresismo muestra, una vez más, que, ante su incapacidad para convencer a sus adversarios, acuden a la exclusión y segregación del otro, como acaba de hacer la señora Silkes con el Centro Nacional de la Memoria Histórica. Quizás por hechos parecidos notables personalidades de la vida intelectual americana, como el escritor Bret Easton Ellis, comienzan a decir alto y fuerte que la dictadura del progresismo se ha convertido en algo peor: en un “fascismo” devorado por “la epidemia de la superioridad moral”.

(1).- https://www.sitesofconscience.org/wp-content/uploads/2018/11/Women-of-ConscienceOverview.pdf

(2).- https://www.cnsnews.com/news/article/new-york-city-museum-couple-we-want-your-house